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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Indicador Político lunes 23-noviembre-09.

+ Obama: crisis de expectativas
+ Baja popularidad, sube rechazo

Carlos Ramírez

En medio de batallas perdidas y de una recesión que se sigue manifestando en una tendencia aún creciente de desempleo, el presidente Barack Obama enfrenta una severa crisis de expectativas expresada en el cruce a la baja de la banda de flotación de 50% de popularidad.
Las empresas Gallup y Ramussen, dos de las más acertadas, han registrado el dato de que Obama ha perdido de manera consistente el apoyo social. Los datos se hicieron reveladores en las elecciones a gobernador en Virginia y Nueva Jersey, donde los candidatos demócratas perdieron las votaciones. Obama había asumido días antes de los comicios la conducción de las campañas, pero luego de la derrota la Casa Blanca se deslindó de los resultados.
De su toma de posesión en enero de este año a la tercera semana de noviembre, Obama ha perdido 14 puntos porcentuales en el renglón de la aprobación y ha aumentado 18 puntos porcentuales el nivel de desaprobación. La gráfica adjunta revela las dos tendencias: la aprobación va a la baja, en tanto que la desaprobación a la alza. Obama no ha podido cristalizar en resultados la expectativa que despertó su elección.
A Obama le ha faltado arraigo social. Pero es culpa de su propia percepción respeto a su personalidad: se alejó de la sensibilidad social que le otorgó el electorado en función de tres características: el color de la piel, la juventud que lo alejaba de los compromisos con las élites del poder que dominan la política y su discurso alejado del viejo imperialismo. Pero a un año de distancia, Obama no ha podido romper con la lógica de la guerra que le heredó George Bush. Y la imposibilidad de cerrar por ahora la cárcel de Guantánamo para presuntos terroristas árabes causó bastante decepción en la sociedad.
Y precisamente Guantánamo dibuja el escenario de decepción social, no tanto por las dificultades legales para redistribuir a los presos sino porque representó la peor imagen del viejo imperialismo estadunidense. La estructura judicial de los EU se ha perfeccionado para este tipo de presos con perfiles políticos. Al final de cuentas, Guantánamo refleja el lado oscuro de las aún vigentes leyes patrióticas de Bush y la correlativa violación de los derechos humanos.
A ello se agrega el pantano en el que se ha seguido hundiendo Obama: Afganistán. La definición de la política militar de Obama quedó en el limbo: salió de Irak aunque sin dejar bien sentadas las posibilidades de autonomía de ese país, pero ha aumentado su presencia militar en Afganistán. Los sectores progresistas de los Estados Unidos definieron a Afganistán como el símbolo de la nueva política exterior de Obama, pero se han decepcionado porque mantuvo la lógica imperial de intervención estadunidense en otros países por razones de geopolítica.
En los sectores geopolíticos de los EU han visto con preocupación la cesión de espacios políticos de Obama, pero sin ofrecer a cambio ninguna redefinición a nivel internacional de las nuevas relaciones de poder. Obama ha ido marginando a los EU de la disputa por el poder internacional con los árabes islámicos, ante una Rusia que comienza a reconstruirse como nuevo eje de la geopolítica, la visita desangelada a China luego de una antigua jugada magistral de Henry Kissinger en los setenta para reposicionar a Nixon y aprovechar las disputas con los soviéticos y el abandono de América Latina frente a la radicalización verbal de Hugo Chávez y sobre todo a la penetración de Irán, China, Libia y Rusia. El conflicto Venezuela-Colombia responde a la falta de una política exterior de Obama para el continente.
De ahí que las encuestas estén revelando el fin del fenómeno político Obama. Y los sondeos comienzan a dejar pistas de que probablemente no podrá --como Jimmy Carter-- optar por la reelección. Al menos ese panorama pesimista deja la gráfica de la decepción de los estadunidenses hacia Obama.

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