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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Indicador Político 4-noviembre-09.

+ PRI: cohabitación autoritaria
+ No, a lo mejor, no sé, bueno sí
A la memoria de José Luis
Santiago Vasconcelos
Luego de haber armado un escándalo porque el líder nacional panista César Nava había dicho que el paquete fiscal para el 2010 había sido diseñado por el PRI, senadores y diputados priístas acaban de reconocer --con la pena-- que sí, que la política fiscal de aumento de impuestos sí es del tricolor.
El mensaje político es más que claro: el PRI, a pesar de dos derrotas presidenciales, no se acostumbra a ser partido de oposición. Como minoría en el periodo 2006-2009 se convirtió en el partido-compensación y ahora como primera minoría se ejerce nada menos que como partido en el gobierno.
Sin prácticas democráticas y sin reconocer los nuevos tiempos de un sistema político en transición, el PRI ha continuado como el partido dominante. En lugar de cogobernar desde la oposición, los priístas han usado su nueva bancada como primera fuerza política para gobernar: la política fiscal aprobada es la misma que ha aplicado tradicionalmente el PRI, incluyendo el alza de 50% del IVA en 1995 y el triunfo celebrado con la roqueseñal.
El PAN tampoco ha podido entender los tiempos. Una cosa es que sea minoría legislativa en la cámara y una mayoría timorata en el Senado y otra muy diferente que el PAN no haya aprendido a manejarse como partido en el gobierno. La clave de los partidos en el gobierno radica no tanto en la imposición sino en dos mecanismos: la capacidad para asumir la iniciativa política y la voluntad para negociar con todas las fuerzas actuantes. En el Senado, por ejemplo, el PAN tiene el 40.6% de las curules, pero la iniciativa y la negociación la conduce el PRI con el 25% de las curules. En la anterior cámara de diputados, el PAN hizo poco con el 41.2% de su bancada. Hoy es imposible hacer algo con apenas el 28.6% de sus diputados.
Lo que ha estado en juego no ha sido la imposición de medidas específicas sino la capacidad para conducir la transición económica. El debate fiscal atrapó a un panismo pasivo, a la defensiva, pero sobre todo sin capacidad para negociar. El PAN tampoco pudo aprovechar la fractura en el PRI de los diputados y el PRI de los senadores. Cuando la iniciativa fiscal original no pudo transitar por los pasillos legislativos, el PAN se hizo a un lado y le cedió la iniciativa al PRI.
El paquete fiscal aprobado finalmente sólo podrá ser administrado por un gobierno federal priísta porque quedó atado a las consideraciones populistas priístas y a algunos criterios neoliberales también priístas. El paquete, asimismo, carece de referentes con el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Calderón, a menos que se haya tomado ya la decisión de imprimirle a la segunda mitad del sexenio el sello indeleble del PRI.
El PAN tiene apenas un año para recomponer sus posibilidades. Frente al virus jurásico que mantiene enfermo de poder al PRI, el camino panista sólo se ve por el lado de retomar la iniciativa política pero en los terrenos de la construcción den nuevas reglas al juego político. Es decir, de reencauzar la transición a la democracia para dejar al PRI sin margen de maniobra. Ha quedado más que demostrado que el PRI es incapaz de salirse de los espacios del viejo sistema autoritario y menos ha dejado ver alguna posibilidad de negociar la construcción de un nuevo régimen. El fracaso de la reforma del Estado en el Senado fue la confirmación.
Lo que viene en el mediano plazo es la percepción de los espacios que tiene el PAN: o se somete a la conducción gubernamental del PRI y retoma la iniciativa política y cambia en los hechos los escenarios políticos, económicos, sociales y de alianzas. Aún con los candados que están cerrados en el congreso y las ataduras de la política fiscal, el gobierno de Calderón necesita dar un golpe de timón y en la práctica retomar los caminos del crecimiento con empleo, aún rebasando las metas de inflación y déficit. Al final de cuentas, la estabilidad social está por encima de la estabilización de las variables macroeconómicas.
El paquete fiscal para el 2010 fue una política típica del PRI, igual a los años de la crisis del pasado cuando los gobiernos priístas se sometieron a los dictados del Fondo Monetario Internacional. Como el Dr. Pangloss de Voltaire, el senador priísta Francisco Labastida Ochoa resumió los alcances del paquete en dos apreciaciones: “fue el mal menor” y “luego arreglamos el mazacote”. Es decir, el mejor de los mundos posibles. En este sentido, favor de endosar las quejas sociales a los correos electrónicos de las bancadas priístas en las dos cámaras.
Ahora vienen tiempos de definiciones: el gobierno federal panista y el PAN deben decidir si seguirán atrapados en las redes del PRI y sus intereses por regresar a la presidencia de la república en el 2012 o asumir la nueva realidad que requiere de retomar la iniciativa y la negociación. Pero sobre todo, la urgencia del gobierno calderonista de definir en el corto plazo un programa de emergencia para crecer y reactivar el empleo. Si no lo hacen, entonces será el PAN el que va a cogobernar con el PRI y no al revés.

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