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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Indicador Político 14-diciembre-2009, lunes

+ Ebrard, el verdadero Juanito
+ Una señal para el PRD 2012

Carlos Ramírez

Al final de cuentas, la política pone a cada uno en su lugar. El verdadero Juanito de Andrés Manuel López Obrador no fue Rafael Acosta sino nada menos que Marcelo Ebrard. Como lo había ordenado el Caudillo, Clara Brugada fue entronizada como jefa delegacional sustituta en Iztapalapa.
Pero detrás del ejercicio patético, sin ética, burlón, circense y típico del estilo caciquil del PRI de Los Supermachos de Rius, la maniobra política de Ebrard y López Obrador se esconde una jugada política para el 2012: que Ebrard sea el candidato presidencial por su mejor posicionamiento en las encuestas, gane con el apoyo de López Obrador y luego decline para que el Congreso designe como presidente a… López Obrador.
En este escenario, el caso Juanito se ha convertido en un modelo político para permitirle a López Obrador ejercer la presidencia sin votos. Como su perfil político en la sociedad se ha derrumbado y es mucho más negativo que positivo, entonces se han definido esquemas paralelos para abrirle al tabasqueño el camino a la presidencia de la república.
López Obrador es todo un caso político: de haber estado colocado a finales de 2005 más de veinte puntos porcentuales arriba en las tendencias del voto presidencial y luego haberse derrumbado por su perfil autoritario y caciquil y perdido las elecciones por medio punto, López Obrador ya no pudo reposicionarse en el electorado no perredista.
Y ahí perfila el tabasqueño un espacio político singular, para decir lo menos: su tendencia del voto presidencial para el 2012 no llega al 20%, pero su liderazgo dentro del PRD es indiscutible como el perredista más popular entre su tropa. Y ante el capricho de López Obrador de ser presidente de a deveras --y ya no de caricatura como “legítimo”--, entonces el PRD y partidos aliados se encuentran en un dilema: cómo encumbrar a López Obrador en la presidencia pero sin pasar por unas elecciones que sin duda el tabasqueño las perdería.
Ahí surgió el modelo Juanito: ganar la posición sin pasar por las elecciones. En realidad, Juanito venció en las elecciones delegaciones por el apoyo de López Obrador. Lo mismo sería a nivel presidencial. Como candidato, López Obrador perdió el carisma popular. En cambio, Ebrard se ha colocado como el candidato mediático mejor posicionado del PRD. La clave de esta maniobra se localiza en la complicidad de Ebrard con López Obrador en el caso Iztapalapa.
Ebrard es un político pragmático, oportunista, acomodaticio. Carece de ideas políticas: lo mismo sirvió con eficiencia, pasión, lealtad y convicción a Carlos Salinas, con todo y el fraude electoral de 1988 que por cierto ayudó a operar, que militó en el Partido Verde, fracasó en crear el Partido de Centro y decidió declinar a favor de López Obrador en la lucha por la jefatura de gobierno del DF en el 2000.
Forjado en el PRI, cincelado a martillazos de concesiones ideológicas para contribuir a la modernización del PRI vía la liquidación del populismo que hoy revive a base de billetazos regalados, convencido del salinismo solidario que también hoy aplica en el GDF, Ebrard carece de una idea política central. Por eso su sobrevivencia política depende de su papel político al lado de López Obrador: para los que conocen la historia reciente, Ebrard es el Manuel Camacho de López Obrador, así como Camacho fue pieza clave de Salinas.
Ebrard ya sabe su lugar como segundo de López Obrador. Y como Juanito Acosta, ahora Juanito Ebrard ha aceptado el juego de poder como el intendente político de López Obrador en el gobierno del DF. Ebrard sabía los costos de la decisión. Pero al final de cuentas su propuesta de Clara Brugada como jefa delegacional sustituta fue la prueba que faltaba para entender que Ebrard no manda en el GDF, que el verdadero jefe de gobierno sigue siendo López Obrador y que así será en el 2012.
Lo que Ebrard parece no querer entender es que el estilo caciquil priísta de López Obrador se mueve en los escenarios piramidales de la política autoritaria. Había algunas salidas para el caso Iztapalapa, pero López Obrador aplicó la maniobra que dejara claro, sin lugar a dudas, quién es el jefe político del PRD, de la coalición PT-Convergencia-PRD y sobre todo quién manda. Al viejo estilo de Plutarco Elías Calles, el jefe de gobierno está en el antiguo Palacio del Ayuntamiento pero el que manda vive en otro lado. La imposición de Brugada fue una victoria personal del autoritarismo político del tabasqueño, aunque una patética derrota de Ebrard, del PRD y de la coalición auto denominada de izquierda.
Ahora ya se entiende la jugada de López Obrador para el 2012. Crear desde ahora a su Juanito que gane las elecciones, controlar al PRD por la vía del PT y sobre todo de un Manuel Camacho en papel de Luis L León. Si alguna prueba de lealtad necesitaba López Obrador de Ebrard, la obtuvo con la propuesta de Brugada como jefa delegacional sustituta. Eso sí, exhibió a un Ebrard sin ética, sin autoridad moral y pragmático. Todo por la ambición vulgar de tener el poder, sólo el poder y nada más que el poder.

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