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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 25 de febrero de 2011

25-Febrero-2011, Viernes.

INDICADOR POLITICO


+ Oaxaca: crisis de facciones
+ Ni transición ni alternancia

Carlos Ramírez

Aún en el caso de que emisarios del pasado hubieran alentado la violencia en Oaxaca la semana pasada, en realidad la violencia magisterial del pasado martes 15  fue producto de una crisis al seno del grupo que llevó a Gabino Cué al gobierno estatal.
Lo que ha estallado violentamente en Oaxaca es la expresión típica de un cambio de facciones en el grupo gobernante: una redistribución del poder conquistado. El gran desafío de Cué no radica en aceptar las humillaciones exigidas por los radicales de la alianza, por la sección 22 de maestros y por los grupos de presión de la APPO, sino en definir su autonomía relativa frente a los verdaderos poderes fácticos en el estado.
La rebelión de 2006 --como quedó asentado en el libro La comuna de Oaxaca, del autor de Indicador Político-- fue una crisis en el seno de las élites priístas diseminadas en todos los grupos de oposición al PRI;  es decir, fue un colapso al interior del priísmo. La 22, la APPO y los radicales quisieron armar una insurrección popular pero fracasaron en su intento de derrocar al gobernador Ulises Ruiz.
Las elecciones de gobernador de julio del 2010 fueron la oportunidad para que todos los priístas en la oposición derrotaran al PRI, con la ayuda vital del PAN. Pero en realidad la derrota del PRI no fue una transición democrática ni una alternancia de grupo sino un cambio de facciones. Cué fue propulsado por la alianza anti Ruiz y ahora ésta le pasa la factura a Cué.
Los tres grupos involucrados en la violencia de la semana pasada definieron bien sus facturas:
1.- López Obrador le mandó a Cué el mensaje de que no quiere en Oaxaca a Felipe Calderón y por eso la violencia se dio durante y contra la visita presidencial.
2.- La 22 quiere más del pastel del poder y exige no sólo el control del Instituto de Educación Pública de Oaxaca sino la secretaría de gobierno. La 22 quiere postrar a Cué.
3.- Y la APPO requiere de reglamentos de seguridad que no impidan las insurrecciones con el uso de la fuerza, por lo que van a acotar cualquier regla sobre las intervenciones policiacas.
En este contexto, el problema en Oaxaca realmente no radica en el PRI o en emisarios del pasado sino que se localiza en el interior de los grupos que llevaron a Cué al gobierno estatal. Aún con Cué como gobernador, los grupos violentos del 2006 van a tratar de instalar en Oaxaca un gobierno subordinado a sus intereses. Si bien ya no será popular y autogestionario de tipo comunal, tratarán de someter al gobierno aliancista a los objetivos radicales.
De ahí que el problema de Oaxaca presente un  cuadro de ingobernabilidad típica por la incapacidad --aún con su buena voluntad-- del gobernador Cué para responder a las incumplibles demandas de los grupos radicales. En Oaxaca la inestabilidad responderá a variables estructurales:
1.- La lucha de Cué por su autonomía relativa de los grupos dominantes que generan la violencia radical.
2.- El establecimiento de una agenda política de riesgos para enfrentar conflictos como el de 2006.
3.- La urgencia de contar con lo que precisamente carece: operadores políticos eficaces, con fuerza para negociar con los radicales.
4.- El reconocimiento del papel estabilizador que juega el PRI en el estado y en el congreso, ante la violencia desbordada de los aliados aliancistas.
5.- El reconocimiento de que en Oaxaca no hubo transición ni alternancia sino una disputa entre facciones políticas tradicionalistas, todas ellas formadas en el PRI.
6.- La definición del papel del gobernador en la disputa por la candidatura presidencial del PRD entre López Obrador y Marcelo Ebrard y la dilucidación del conflicto de lealtades con el PAN y con el presidente Calderón también en el 2012 presidencial.
7.- La solución al conflicto magisterial porque Cué quedó atrapado entre sus lealtades a la 22 de maestros y sus compromisos con Elba Esther Gordillo. La violencia magisterial de la semana pasada no fue promovida por fantasmales “provocadores” --una coartada de Cué que fue desdeñada por la sección 22-- sino por maestros que quisieron mandarle un mensaje a la alianza de Cué con Gordillo.
8.- El establecimiento de un urgente margen de acción de Cué con las élites políticas priístas que controlan las oposiciones y que vienen desde 1977, cuando la caída del gobernador Manuel Zárate Aquino provocó la creación de un grupo de poder articulado para repartirse el poder político.
El primer saldo exhibió a Cué sin un bloque hegemónico local en el centro --su único posible refugio-- y sin capacidad para negociar espacios de poder. Los radicales parecen dispuestos a reanudar su lucha insurreccional contra el gobierno estatal para destituirlo y erigir un gobierno autogestionario, popular y comunal. La idea de la comuna en Oaxaca sigue latente, sin importar que el gobierno actual llegara al poder por el levantamiento del 2006 y, paradójicamente, la alianza con el presidente Calderón.
Y el primer paso que debe dar Cué podría desbordarlo: ante la violencia desbordad y creciente de los grupos radicales, caracterizar la dimensión, profundidad y anchura de la crisis política, sistémica y de élites en Oaxaca. Los tres retos claves de Cué están a la vista: el colapso del modelo de desarrollo, la desarticulación del régimen de gobierno y la ausencia de un pacto constitucional cohesionador. Casi nada y casi todo.


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