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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

miércoles, 23 de febrero de 2011

23-Febrero-2011, Miércoles.

INDICADOR POLITICO


+ PRD: cruickshankismo salinista
+ Lucha AMLO-MEC por control DF

Carlos Ramírez

Lo que no pudo conseguir Carlos Salinas en los seis años de su gobierno, al final lo lograron Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard en unos meses; reventar al PRD como partido progresista, quitarle su base social para poner a un lumpenproletariado y convertirlo en un PPS del estilo de Jorge Cruickshank del pasado priísta.
La disputa López Obrador-Ebrard nada tiene que ver con la definición ideológica o programática del partido, sino que se reduce a una lucha de egos y sobre todo a la propiedad de la base política del DF que definirá quién controlará el gobierno capitalino el próximo sexenio.
Y mientras Camacho y Ebrard buscan vengarse del PRI que no les dio la presidencia en 1994 y para ello utilizan la estrategia de desfondar el PRI jalándose al PRD como candidatos a priístas de dudosa calidad política y moral, López Obrador dio el primero paso para desfondar al PRD al salirse con licencia del partido. En los hechos, López Obrador demostrará quién tiene el control de las base sociales perredistas.
Como nunca antes, la dirección política del PRD está en manos de un grupo colaboracionista sin ideología, quienes se perfilan ya no como los Lombardo Toledano del partido en el poder sino como los Jorge Cruickshank de aquel PPS sometido al poder presidencial priísta en los sesenta y setenta, apéndices del PRI como hoy del PAN.
Como antes, Los Chuchos emulan hoy a Cruickshank. De hecho, Cruickshank fue el primer dirigente de un partido “de izquierda”, el Partido Popular Socialista, que se alió al PRI: en 1976, Porfirio Muñoz Ledo, entonces priísta diazordacista-echeverrista-lopezportillista era presidente del PRI y como tal obligó al PRI a aceptar la primera derrota en una senaduría, la de Oaxaca, para entregarle la curul a Cruickshank pero a cambio de que éste aceptara la derrota --que era victoria del PPS, la primera de izquierda-- de Alejandro Gazcón Mercado para que el PRI de Muñoz Ledo encumbrara como gobernador nada menos que al coronel Rogelio Flores Curiel, jefe de la policía del DF en 1971 y por tanto operador del halconazo contra estudiantes. Y sí, el maquiavélico priísta del juego del poder fue Muñoz Ledo. Y Gazcón fue el símbolo de la izquierda socialista sacrificada.
Sin ideología, sin un programa ideológico, sin base sociales obreras, con un lumpenproletariado dependiente del presupuesto asistencialista del DF, el PRD ha entrado en una zona de fractura inevitable entre dos priístas, López Obrador con sus resabios neopopulistas y de acarreo de masas dependientes del presupuesto regalado y Ebrard con su salinismo a cuestas, con un Jesús Ortega acomodaticio, y un PRD aliado al PAN pero sin coalición de gobierno, ni compromiso histórico, ni programa común, ni acuerdo para la transición democrática.
Asimismo, lo que está en el fondo del conflicto AMLO-Ebrard es la posible alianza PRD-PAN para el 2012, anunciada en esta columna desde hace meses y ya casi reconocida por los protagonistas, pero con intenciones de Ebrard y el PAN de finalmente arrebatarle a López Obrador el manejo político del lumpenproletariado capitalino. Ebrard sí entendió la maniobra del tabasqueño y por eso decidió retirar su propuesta de Mario Delgado como sucesor en la dinastía perredista en el DF.
El otro trasfondo de la disputa AMLO-Ebrard es definir quién de los dos se queda con la franquicia del PRD. Camacho se coló con el apoyo de López Obrador al Frente Amplio, lo cambió a Diálogo Nacional y ahora lo quiere pactando con el PAN para enfilar a Ebrard a la candidatura presidencial PAN-PRD en el 2012 o en el 2018. Pero la alianza Camacho-Ebrard carece de una idea política o alguna propuesta programática. Escuchar a Ebrard o a Camacho asumiéndose de izquierda debería ser tomado como un insulto a la izquierda histórica mexicana que combatió al PRI y al PAN y a lo que esos dos partidos representaban.
Camacho y Ebrard representan al proyecto salinista, con el cual se comprometieron tan a fondo que a finales de 1993 Camacho le prometió a Salinas un lugar en la historia si lo designaba su sucesor en la presidencia de la república. Como arquitectos del salinismo, Camacho y Ebrard formaron parte del primer círculo del poder que tomó la decisión de aplastar al PRD --y ahí están los más de 500 perredistas asesinados en el salinismo--, no concertacesionar con el perredismo en Tabasco y Michoacán y favorecer al PAN. Camacho fue el operador responsable de negociar en lo oscurito con el PAN para legitimar el fraude de 1988 contra Cuauhtémoc Cárdenas.
Sin pasar por un periodo de reflexión pública sobre su papel en el salinismo y sin reconocer que la ruptura con Salinas fue sólo por el dedazo a favor de Luis Donaldo Colosio y no de Camacho, ahora Camacho y Ebrard tomaron el control del PRD, desplazaron a Jesús Ortega y quieren amarrar la alianza con el PT y Convergencia para favorecer a Ebrard desde ahora con un juego típicamente priísta para decidir la candidatura presidencial 2012 del PRD. La lucha AMLO-Ebrard se ha centrado también en el control de PT, hoy bajo el manejo político del tabasqueño.
El destino histórico del PRD no puede ser más patético: o el neopopulismo lopezobradorista de acarreados y de tribus de intereses o el cruickshankismo camachista-ebradista que lo reduciría a un PPS domesticado. En medio queda el fracaso del PRD para convertirse en un verdadero partido de izquierda.


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