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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

martes, 9 de marzo de 2010

Indicador Político 9-marzo-2010 Martes

+ Reformas política de la gente
+ Primarias, no dedazos o pactos

Carlos Ramírez

Si la reforma política es el único camino de salida de la crisis nacional, entonces el presidente de la república y el Senado deberían de atender las propuestas ciudadanas para reorganizar el sistema político y no reducir las posibilidades sólo a las negociaciones entre las élites del poder.
En el fondo existe la certeza de que la reforma política que se va a aprobar no será ni la del presidente de la república ni la de las bancadas del PRI o del PRD, sino la que puedan negociar entre los diferentes grupos. Así, se tratará de una reforma política mostrenca, sin origen ni destino.
Por tanto, los legisladores deberían no sólo en escuchar las propuestas de la ciudadanía sino en incorporar algunas de ellas pero con la decisión de conseguir una reforma política integral, no la que imponga el PRI con su mayoría ni la que desea el presidente de la república.
De entre todas las propuestas, una sería fundamental para completar el ejercicio libre del voto: la selección de candidatos para evitar las componendas de los dueños de los partidos o las trampas para imponer a un nominado en función de intereses que no son los de los militantes ni de la comunidad. La reforma política debiera de incluir el punto de las elecciones primarias organizadas por el IFE.
Las primarias son un mecanismo que le quita a los dirigentes de un partido y a sus grupos de poder la decisión de imponer candidatos por razones ajenas a los electores o a los militantes. Se trata de una forma de elección de candidatos de un partido organizada por la autoridad electoral, en la que se inscriben los candidatos que quieran y los votos son contados legalmente. De esta manera, los grupos de interés en los partidos ya no podrían imponer candidatos a capricho o vender candidaturas o excluir a militantes. Los partidos regresarán a su función original: canal de participación política con reglas democráticas, no comité secreto para designar candidatos por intereses.
Las elecciones primarias legalizadas y organizadas por el IFE terminarían con lo más nefasto de la democracia priísta asimilada por los demás partidos: el dedazo, la imposición, la exclusión de la militancia en competencia por cargos de elección popular y la eliminación de la sociedad en la definición de los candidatos.
El problema de selección de candidatos es serio. Ahora mismo en Hidalgo, por ejemplo, la señora Xóchitl Gálvez, sin militancia partidista ni política y reconocida por su lenguaje de carpa, no quiere la votación abierta sino la encuesta. Ahí es donde operaría bien el IFE en una elección primaría para que la designación del candidato sea por elección y en urnas oficiales. Hidalgo podría ser el argumento central para implementar las elecciones primarias. Si no, al final el candidato de la alianza PAN-PRD sería impuesto por el mapache Vicente Fox o por los mapaches de Guadarrama, sin intervención de los militantes de los dos partidos.
Si deveras el presidente Calderón y la bancada del PRI en el Senado quieren una reforma política seria, entonces estarían obligados a incluir otras propuestas ciudadanas definidas al calor de la decepción del proceso electoral de julio del 2009:
1.- Terminar con el modelo del spoteo porque irritó a los electores e impidió que partidos y candidatos compitieran realmente por los votos. Las propuestas partidistas y de candidatos no pueden darse por spots, y menos controlados por el IFE.
2.- La recuperación de la voz para ciudadanos y organizaciones, porque los partidos censuraron esa voz y prohibieron que partidos y organizaciones promovieran sus ideas electorales en medios electrónicos.
3.- Abrir en las boletas electorales el espacio para contar el voto en blanco como una expresión política de los electores. El voto en blanco es, al final, un voto. Pero el temor de los partidos ha evitado que se contabilice.
4.- Una mayor fiscalización a los partidos, reducción de sus gastos y mayor control a los recursos. Sobre todo, porque se trata de recursos públicos, fiscales, de la ciudadanía. Hay excesos y gastos ocultos en las finanzas partidistas.
5.- Establecimiento de mecanismos legales para obligar a los candidatos y partidos a cumplir con sus promesas de campaña. Y con ello, limitar las campañas que prometen todo a sabiendas que carecen de mayoría para conseguirlos. Por ejemplo, el Partido Verde engañó a los electores al prometer la pena de muerte a sabiendas de que iba a ser imposible conseguirla por falta de mayoría. Ahí es donde el IFE debe acotar la propaganda engañosa.
6.- Establecer la exigencia de que los candidatos a gobernador debieran de acreditar mínimo tres años de militancia en el partido y dos para diputados federales y locales y alcaldes, para terminar con el nefasto trapecismo. En Durango el candidato de la alianza PAN-PRD fue designado cuando aún era militante priísta.
7.- Y restituir el financiamiento público a las asociaciones políticas nacionales para estimular la creación de más partidos, además de partidos regionales y estatales, rompiendo con el oligopolio PAN, PRI y PRD.

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