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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

lunes, 22 de marzo de 2010

Indicador Político 22-marzo-2010 Lunes

+ Obama: mayoría lo desaprueba
+ Casa Blanca: sombra de Carter

Carlos Ramírez

Al terminar la semana pasada, agobiado por las dificultades para aprobar su reforma de salud, sin sacar al país de la crisis económica y con desempleo creciendo todavía, el presidente Barack Obama se hundió por debajo de la línea de flotación del 50% de aprobación.
Lo significativo de este hecho no radica en la posibilidad de seguir gobernando sin el consenso popular, sino que refleja más bien una expresión concreta de la crisis de expectativas que una minoría estableció en las votaciones presidenciales de noviembre de 2008. De ahora en adelante a Obama lo sostendrá la estructura del poder y no el consenso popular.
El sitio internet Real Clear Politics (RCP) lleva un tracking diario de las encuestas de las principales empresas de sondeos. Y ahí el promedio registrado el viernes 19 pasado por primera vez la desaprobación fue mayor que la aprobación y la aprobación por abajo del 50%. Lo significativo de este recuento es el mantenimiento de la tendencia firme y constante, con pocas oscilaciones.
La gráfica-resumen revela cuando menos tres fases de las líneas de aprobación y desaprobación: la primera registró una brecha de 40 puntos en aprobación-desaprobación entre la toma de posesión de enero de 2009 a julio del mismo año, lo que revela que a mediados del año pasado, cuando se manifestaron las peores tendencias sociales de la crisis económica, Obama perdió su base social popular.
La segunda fue una brecha de 10 puntos entre mediados del año pasado y noviembre, cuando la administración de Obama no pudo resolver las demandas sociales de la crisis y las empresas recuperaron su ritmo de crecimiento… y de acumulación de utilidades y bonos a sus ejecutivos, pero con cargo a las finanzas públicas. Y la tercera registró la tendencia sostenida de aumento de la desaprobación de principios de diciembre hasta la tercera semana de marzo cuando la línea de desaprobación fue mayor que la de aprobación.
En el resumen de RCP se advierte que la tendencia de la aprobación comenzó en 65% en enero del año pasado, justo en el escenario de la toma de posesión de Obama y llegó a 47% el 20 de marzo. La gráfica devela una caída constante, nada circunstancial, y siempre asociada a la crisis expectativas de la sociedad norteamericana --la mayoría silenciosa que descubrió el presidente Richard Nixon-- ante la falta de resultados en materia de crisis económica. Al terminar el primer trimestre del 2010, la recuperación sólo se había notado en los sectores de especuladores y no en el comercio al menudeo ni en el empleo.
A la pérdida de consenso popular ha contribuido también el fracaso de la política militar de Obama en Irak y Afganistán, la falta de una estrategia para la presencia de las tropas, los atentados contra posiciones norteamericanas y el error estratégico del presidente de aceptar las fotografías de los féretros de los soldados muertos en el Medio Oriente. Peor aún, Obama parece haber decidido la continuidad de la política de George W. Bush, al grado de que alguna mano maliciosa contrató en Wyoming un espectacular con la fotografía enorme de Bush y el letrero que decía “¿ya me extrañan?
El estado de ánimo del presidente Obama ha comenzado a ser materia de análisis en medios. El resurgimiento de la derecha, la consolidación del movimiento conservador del Tea Party y la declinación de los demócratas ha encontrado el terreno fértil para expresiones de rechazo abierto. Sin embargo, Obama parece obsesionado con su reforma de salud que aún no tiene los votos republicanos, a pesar de haber hecho concesiones que redujeron su potencialidad social. Por ejemplo, Obama hubo de cancelar la opción pública que hubiera implicado una empresa pública de seguridad médica y la construcción de un amplio sistema hospitalario del Estado.
Las encuestas en los Estados Unidos no solamente son instrumentos de medición del ánimo de la ciudadanía, sino que tienen efectos políticos en la conformación de alianzas. De ahí que los republicanos hayan podido tomarle la medida a Obama y a los demócratas, y más aún cuando Obama ha mostrado en toda su dimensión el ejercicio del peor de los autoritarismos presidencialistas al subordinar a los legisladores demócratas y convertirlos en peones de las propuestas del ejecutivo. Ahí se localiza un indicio de las derrotas electorales demócratas, pues los electores no quieren legisladores sometidos al poder de la Casa Blanca.
La alerta de las encuestas con la pérdida de la mayoría aprobatoria del presidente Obama pareció no haber sido entendida por los estrategas. La tendencia en las encuestas, además, se ve consistente. Es decir, que expertos en sondeos están ciertos de que Obama ya no recuperará la aprobación mayoritaria y como Bush estaría en este año en una desaprobación mayor, lo que ha motivado en los demócratas comenzar a pensar en la posibilidad de que Obama ya no pueda reelegirse en el 2012 o que quiera hacerlo y, como Jimmy Carter en noviembre de 1980, pierda las elecciones.
Lo único cierto es que la tendencia de desaprobación revela que se terminó el efecto Obama.

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