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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 12 de marzo de 2010

Indicador Político 12-marzo-2010 Viernes

+ ¡Curuleeeeeeeeeeeeeeeeeros!
+ Como 2006: bajar al puntero


Carlos Ramírez


Detrás del circo panista en la Cámara de Diputados se percibe la aplicación --contra el PRI y a su precandidato presidencial puntero-- de la estrategia de provocación que bajó a López Obrador del primer lugar en las encuestas en el 2006.
El más dañado por la polémica César Nava-Beatriz Paredes fue el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto. Inclusive, el sacrificio de Paredes al ponerse a patalear con el presidente del PAN no logró el objetivo de sacar al mexiquense del debate.
El saldo del conflicto ya quedó más o menos claro: Paredes perdió porque no supo utilizar la retórica política y los enojos la sacaron de quicio; Nava no ganó pero tampoco perdió porque al final consiguió su doble objetivo: llevar la atención a Peña y romper el compromiso de no alianza con el PRD en el Estado de México.
Lo malo fue que los legisladores resultaron arrastrados por el tsunami de los insultos. Y esta semana dejaron la mala impresión de que no estuvieron a la altura de sus tareas legislativas y políticas y quedaron reducidos al calificativo que les puso el escritor José de la Colina: “curuleros”. Como en el futbol, ahora la afición legislativa podrá gritarles: ¡curuleeeeeeeeros”!
Con todo y el circo, el conflicto Nava-Paredes no debe desdeñarse porque se trató del primer encuentro preliminar de la competencia presidencial del 2006. El PRI, por la debilidad de la pasión de Paredes y la falsedad y mediocridad de su capacidad de polémica, fue jalado por el PAN a un intercambio de insultos. El PAN logró una carambola de tres bandas: metió en problemas al precandidato puntero, rebajó la calidad política de la aspirante paredes y exhibió los viejos estilos del PRI como los nuevos estilos políticos.
El tema del debate sigue abierto. Y tiene puntos concretos:
1.- El PRI le entró al trueque político.
2.- El PRI fue el responsable del alza de los impuestos.
3.- El PRI mostró su debilidad: las alianzas PAN-PRD.
4.- El PRI no quiere reconocer que negoció su apoyo al presupuesto a cambio de mantener el virreinato del Estado de México.
5.- El PRI se siente inseguro para el 2012, pese a las encuestas que lo colocan en una posición privilegiada.
Mientras Beatriz Paredes hacía circo, maroma y teatro para salvarse de la encuerada política que derivó de la difusión del acuerdo, el panista César Nava prefirió el camino de la autoinmolación y tiene posibilidades de fortalecer su liderazgo político en el PAN porque logró arrinconar a Paredes y obligó al gobernador Peña Nieto a subirse al ring. A Nava le jugó bien la suerte cuando los priístas no pudieron colocar la imagen de Pinocho en la bancada panista y se quedó en la bancada priísta, justo detrás de Francisco Rojas y la propia Paredes.
El debate sobre el pacto tiene una importancia mayor a la que quieren dedicarle algunos espacios políticos y periodísticos. El asunto va más allá del circo legislativo y los insultos y del uso del polígrafo que se usa básicamente para asuntos criminales. El Pacto reveló la persistencia de los viejos vicios del PRI y las debilidades del PAN, aunque al final le servirá a Nava para repetir el numerito de 2006 cuando el PAN y su candidato Calderón desesperaron al candidato puntero López Obrador y lo llevaron a mostrar sus rasgos autoritarios que le hicieron perder importantes puntos en las tendencias electorales.
Pero si el debate debía de darse de manera inevitable, el problema fue la manera en que rebajaron la discusión. El PRI perdió la serenidad al gritarle espurio al presidente Calderón. Pero como Calderón tomó posesión por la decisión priísta de reconocer el resultado legal y legítimo de las elecciones, entonces ahora el PRI --disfrazado de López Obrador-- tendrá que presentar pruebas de que los resultados electorales --que beneficiaron a los candidatos a legisladores del PRI-- no fueron los reales. Y si el PRI confirma que el PAN no ganó, entonces los priístas tienen la obligación política y moral de reconocer la presidencia legítima de López Obrador.
De nueva cuenta el PRI volvió a sacar su táctica del chantaje: como el PRI “ayudó” a la toma de posesión de Calderón, entonces Calderón de debería cederle la presidencia al PRI. El asunto fue, en realidad, otro: el PRI enfrentó el dilema de legalidad o ruptura. López Obrador nunca ha podido probar el fraude. Y más que la victoria por la presidencia, López Obrador construyó una estrategia política negándose a reconocer el resultado oficial pero sin presentar evidencias en contrario con el sólo objetivo de no perder a sus votantes. De ahí que la desesperación haya llevado al PRI a lopezobradorizarse con argumentos ajenos a la política y dominantes de las pasiones del poder.
El corte de caja del conflicto beneficia al PAN: ahora podrá aliarse al PRD en las elecciones del Estado de México y con ello hacerle un boquete a la estrategia priísta. Y tendrá una bandera de campaña: el Pacto que ingenuamente firmó Paredes para blindar a su candidato Peña Nieto pero que al final se convirtió en un punto en contra.

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