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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

jueves, 21 de enero de 2010

Indicador Político 21-enero-2010, jueves

+ Narco: apostar a la derrota
+ Plan Washington para EU

Carlos Ramírez

En las campañas políticas capitalinas por zonas populares, los candidatos de todos los partidos se encontraron con una petición concreta: la gente no quería los módulos culturales de los Faros del Saber sino que exigía centros de rehabilitación contra las drogas.
Por tanto, el problema de las drogas es más grave de lo
que quiere reconocerse. No se trata sólo del combate sino del aumento del consumo. De ahí que el tema del narcotráfico esté determinado por dos hechos:
1.- La iniciativa de organismos progresistas para la legalización de las drogas, en medio de restricciones severas al consumo de alcohol y tabaco como dos drogas legalizadas que causan estragos en la población.
2.- La guerra gubernamental contra las bandas de narcos que ha aumentado los índices de inseguridad y que ha revelado la poderosa y violenta estructura del crimen organizado que se ha ido mostrando y desmantelando al calor de las balaceras.
En este contexto, el análisis de Joaquín Villalobos, ex dirigente del grupo guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional de El Salvador, en la revista Nexos ha abierto un debate en torno a la lucha contra el narco, pero las reacciones provocadas han dejado el criterio de que la crítica a la estrategia gubernamental se basa en dos premisas: que el gobierno pierda la batalla y que ello lleve a la legalización de las drogas.
En su texto publicado en la edición de enero de Nexos, Villalobos enumera los doce mitos de la guerra contra el narco:
1.- No se debió confrontar al crimen organizado.
2.- México está colombianizado y en peligro de ser un Estado fallido.
3.- El intenso debate sobre la inseguridad es señal de agravamiento.
4.- Los muertos y la violencia demuestran que se está perdiendo la guerra.
5.- Tres años es mucho tiempo. El plan fracasó.
6.- Los ataques que realizan los narcos prueban que son poderosos.
7.- Primero hay que acabar con la corrupción y la pobreza.
8.- Detrás del narcotráfico hay poderosos políticos y empresarios.
9.- La única salida es negociar con los narcotraficantes.
10.- La estrategia debería dirigirse a la legalización de las drogas.
11.- La participación del ejército es negativa y debe retirarse.
12.- Lo más efectivo y rápido para combatir al crimen es la justicia por cuenta propia.
Villalobos muestra que el problema del narco es mayor al de la comprensión general que tiene la sociedad y que la acción del Estado era el único camino viable para contener y hacer retroceder al narcotráfico.
Por tanto el debate sobre la lucha contra las drogas revela cuando menos tres hechos adversos a la acción estatal:
1.- Estrategia de comunicación incompleta.
2.- Entidades de la república dominados por complicidades locales.
3.- Capacidad de combate sólo a través de las fuerzas armadas.
Lo grave del escenario del narcotráfico radica en la incomprensión social. La intervención de las fuerzas armadas no fue una decisión fácil ni tampoco tuvo la intención de inhibir la política y menos buscó solamente el posicionamiento presidencial. La decisión fue tomada en función de una realidad inocultable: el fortalecimiento de las bandas del crimen organizado fue posible por la complicidad de local de autoridades --políticas, gubernamentales, policiacas, empresariales y financieras-- y por la apatía de la sociedad.
Asimismo, el trasfondo del narcotráfico se localiza en las dos alternancias que ha padecido el país en los últimos años: la de la vieja clase política a la clase tecnocrática y la de partidos en la presidencia de la república y en algunas gubernaturas.
El problema ahora no radica en retirar o no al ejército, sino en articular la estrategia de acoso militar con la de vigilancia policiaca y reforzar la de ahorcamiento financiero de las bandas. Y asimismo, México debería plantearle a los EU el Plan Washington para obligar a la Casa Blanca a comprometerse en la lucha contra las drogas en materia de consumo local, lavado de dinero y ataques contra las bandas de distribuidores, una especie de espejo del Plan Mérida. Sin un replanteamiento de la estrategia estadunidense no habrá resultados reales en México.
La violencia de respuesta y la exhibición de las redes político-policiacas-sociales del narcotráfico han revelado la dimensión del conflicto y sobre todo el fracaso de las estrategias anteriores. El éxito de una estrategia no puede medirse sólo con la contabilidad de los muertos sino con el de desmantelamiento de bandas, la suspensión de relaciones de poder y la recuperación de espacios soberanos del Estado. La intervención del ejército es inversamente proporcional al involucramiento de policías y estructuras de impartición de justicia con el narcotráfico.
La lucha contra el narco requiere de un consenso nacional que no ha existido porque no se ha buscado. El narcotráfico es un problema de seguridad nacional, de salud pública, de estabilidad política, de relaciones con los EU y de sistema político, es decir, un asunto de Estado. Nada más pero nada menos.

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