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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 15 de enero de 2010

Indicador Político 12-enero-2010, martes

+ Ebrard-DF: economía salinista
+ Política de precios, neoliberal

Carlos Ramírez

Formado política e ideológicamente como priísta en los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, el jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, acaba de aplicar a los ciudadanos que viven en la capital de la república un ajuste de precios y tarifas típicamente neoliberal: subir precios y tarifas y costo de servicios sin atender su efecto en el poder adquisitivo de los salarios.
De hecho, el ajuste de Ebrard es exactamente el mismo que delineó el gobierno federal panista aliado al PRI en el Congreso. Lo malo, sin embargo, es que Ebrard representa al PRD en la capital de la república y la propuesta perredista fue la contraria: subir salarios y congelar precios. Por tanto, Ebrard se alineó al pensamiento económico neoliberal del PAN y del PRI, en nombre del PRD.
Pero muy a su estilo, Ebrard prepara una ofensiva para desviar la atención sobre el golpe a la carestía y el poder de compra de los capitalinos para encabezar una ofensiva contra el alza en gasolinas. Pero comparados los ajustes, el aumento de 50% en el precio del boleto del Metro en el DF tiene un impacto inflacionario y de pérdida de poder de compra mayor que el de las gasolinas en consumidores. El aumento en el precio del Metro afecta a casi 4 millones de usuarios diarios, y la mayor parte de ellos usa el sistema cuatro veces al día todos los días.
Asimismo, Ebrard no quiere que se discuta otra de las decisiones típicamente neoliberales que se tomaron en la ciudad de México: la privatización en los hechos de las vías rápidas construidas y que serán usadas pagando una cuota. Se trata de una doble tributación: los capitalinos pagan sus impuestos y con ellos se construyen obras pero el gobierno del DF cobra por su uso. A ello se agregan las alzas de precios en prácticamente todos los servicios: agua, predial, impuesto a las nóminas, hospedaje y tenencia vehicular, cuando el PRD, por ejemplo, pugna por la desaparición de la tenencia.
La lógica económica de Ebrard es más panista-priísta que perredista. Se basa en el castigo a las clases medias. Pero el alza de precios en servicios se convierte en un castigo a la producción para financiar los programas improductivos de subsidios a las masas que forman parte de las bases perredistas. Asimismo, la estrategia se basa en la negativa a una verdadera reforma fiscal en el DF para aumentar los ingresos públicos, dejando sólo el castigo en precios e impuestos a la base gravable existente.
El cobro a la producción para subsidiar la improductividad conforma la definición de la política económica conocida como populismo neoliberal. El alza de 50% en el precio del boleto del Metro, por ejemplo, se quiso disfrazar casi como una exigencia de los usuarios para que por favor subieran la tarifa, pero en base a encuestas amañadas, de las que Ebrard preparaba para Carlos Salinas en el PRI y en Los Pinos. Pero al final, las encuestas fueron lo de menos: la decisión de subir tarifas estuvo basada en la decisión económica neoliberal de trasladarle a los consumidores el financiamiento de su transporte público, a costa de un deterioro adicional del poder adquisitivo de sus menguados salarios.
El PRD, muy a su estilo, también ha aplicado la táctica de “¡al ladrón!” para desviar la atención. El senador perredista Carlos Navarrete le dio de plazo al gobierno federal hasta el miércoles para disminuir artificialmente precios de las gasolinas y subsidiar su costo, si no el Senado de la república aprobaría una ley para congelar precios de combustibles. Sin embargo, nada ha dicho o hecho el senador perredista para defender a los capitalinos usuarios del metro --4 millones-- del abusivo aumento de 50% en el precio del boleto que decidió en el jefe del gobierno perredista en el DF. Al final, la lógica de los aumentos de gasolinas y boletos del Metro fue la misma: cargar sobre los asalariados el costo del ajuste.
El problema de Ebrard es que decidió aumento generalizado de impuestos y costo de servicios al margen de la consideración nacional. De ahí que Ebrard le haya aplicado a los capitalinos una doble carga para sus salarios: los ajustes federales y los ajustes capitalinos. Por ello, los capitalinos son los que más van a sufrir el ajuste de precios y tarifas en el 2010. Y todo porque Ebrard, en el contexto de su lealtad al gobierno patito de López Obrador, se ha deslindado de la estructura federal. El aumento unilateral de impuestos y precios en el DF fue la prueba que faltaba.
La doble carga de carestía para los capitalinos convierte a la ciudad de México en una de las más caras y castigadas del mundo. Por eso el PRD y el propio Ebrard debieran tomar la decisión de cancelar el aumento generalizado de precios en los precios de servicios e impuestos en el DF y convocar a una convención capitalina hacendaria para establecer los criterios de coordinación que debieran tener por ley el gobierno del DF y el gobierno de la república, a fin de evitar decisiones aisladas que simplemente dañan el pode de compra y el nivel de vida de los habitantes del DF que Ebrard tiene la obligación de cuidar.

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