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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

lunes, 2 de mayo de 2011

2-Mayo-2011, Lunes.

INDICADOR POLITICO




+ Salinas y la devaluación de 94

+ Todos lo señalan como culpable



Carlos Ramírez



Como si fuera la pesadilla de la navidad pasada, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari sale de vez en cuando a auto exculparse de la devaluación del peso en diciembre de 1994 y cargarle la mano a su sucesor Ernesto Zedillo. Pero la historia de los hechos de entonces responsabilizan a Salinas de la devaluación y a Zedillo del alza criminal en las tasas de interés bancarias en 1995.

Como un coro griego las muchas voces que han analizado la crisis de 1994 recuerdan la responsabilidad histórica de Salinas en el error de diciembre de ese año:

--La Exposición de Política Monetaria del Banco de México sobre 1994, de enero de 1995, mostró una gráfica oficial de la pérdida de divisas en 1994: 18 mil 522 millones de dólares se derrocharon por el asesinato de Colosio, la teatral renuncia de Jorge Carpizo a la Secretaría de Gobernación, la renuncia del subprocurador Mario Ruiz Massieu y la reactivación de la hostilidad zapatista. El 20 de diciembre Zedillo tenía menos de 3 mil millones de dólares de reservas.

--En un texto publicado en El Universal en marzo de 2002, Salinas utilizó las manos del gato para sacar las castañas del fuego. Basado en un texto de su subsecretario de Hacienda Francisco Gil Díaz, Salinas concluyó su tesis de la crisis: “el resentimiento de Zedillo contra Aspe y su negativa ratificarlo como secretario de Hacienda en su gabinete”. Sólo que Salinas no reconoció que le quiso poner a Zedillo todo su gabinete: Arsenio Farell en Gobernación, Aspe en Hacienda, Serra se quedaría en Comercio y Manuel Camacho en la negociación de Chiapas. Y Salinas como el Plutarco Elías Calles.

--De acuerdo con Rudiger Dornbusch, al comenzar 1994 el país enfrentaba las cuatro crisis más graves de una economía: persistente inflación, sobrevaluación del peso, déficit muy alto en la balanza de pagos y lento crecimiento económico. Un tipo de cambio barato alimentaba la especulación y una inflación alta impulsaba las compras en el exterior. Y si a ello se agrava el miedo a un país desmoronándose, entonces el tipo de cambio irreal fue la combustión especulativa de la devaluación.

--El FMI fijó tres vertientes de la devaluación mexicana de 1994: choques políticos internos y económicos externos, déficit en la cuenta corriente y sobrevaluación del peso y errores de política económica entre la política monetaria y la política cambiaria. Esto se dio antes del 20 de diciembre de 1994. Y el Banco Mundial, en un anexo de su reporte de 1995, culpa al déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, provocado por la creciente sobrevaluación del peso; ese déficit llegó a niveles insostenibles en 1994. Asimismo, critica los Tesobonos de Salinas-Aspe y la inversión especulativa.

--En un artículo publicado en The Economist a finales de 1995, “Summers en México: diez lecciones que aprender”, Lawrence Summers, subsecretario del Tesoro en 1994 y secretario del Tesoro del presidente Clinton, explicó en su segunda lección: “no es posible sostener políticas insostenibles”. Y señaló claramente: “la combinación específica de la política monetaria y la política cambiaria no fue acertada”. Registró el déficit de 8% en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Y criticó a los “bonos polizones”, como los Tesobonos que inventaron Salinas y Aspe, como desquiciadores del equilibrio económico.

--Rolando Cordera, ex izquierdista, promotor salinista, neo izquierdista y hoy lopezobradorista, explicó en su texto “Viejos y nuevos paradigmas: el papel político de las ideas económicas en el cambio estructural 1982-1994”: “el cambio estructural en México estuvo guiado, desde el principio, por una posición doctrinaria consistente con la ortodoxia económica, respondió claramente a ciertos intereses económicos nacionales y extranjeros, pero nunca se basó en un análisis objetivo ni de los aciertos y deficiencias de la estrategia de desarrollo anterior, ni mucho menos de las posibilidades reales de aplicación de la nueva estrategia a la realidad económica y social mexicana. Las insuficiencias del modelo son atribuibles a este vicio de origen y no a las reformas que falta para profundizar el cambio estructural”.

--La Fundación Rafael Preciado del PAN concluyó en 2007 que Salinas cometió cuatro errores: evitó la devaluación por cuestiones electorales, no negoció adecuadamente con el PRD, eludió la devaluación para que el tratado de comercio libre fuera ratificado por el congreso de los EU y creyó que la inestabilidad económica de México era de corto plazo.

--Francisco Gil Díaz, en 1994 subsecretario de Hacienda, y Agustín Carstens, entonces vicegobernador del Banco de México y hoy gobernador del Banco de México, publicaron el documento de investigación 9601 del Banxico y ahí concluyeron que la devaluación tuvo su origen en desequilibrios económicos acumulados en 1993 y 1994 y en el efecto de la crisis política de 1994. Afirmaron que a pesar del manejo económico antes de la crisis, “las causas reales se encuentran en la combinación de una tasa de cambio semi-fija, la explosiva disponibilidad de capitales internacionales de corto plazo y el efecto acumulativo repetido de los shocks políticos que afectaron la escena política durante 1994”.

--Shahid Javed Burki y Sebastian Edwards, el primero vicepresidente para América Latina y el Caribe del Banco Mundial y el segundo economista en jefe de esa vicepresidencia, concluyeron en el estudio “Latin American after Mexico: quickening the pace”, de junio de 1996: “la principal razón  de la crisis del peso mexicano (en 1994) fue el insostenible déficit en la cuenta corriente, financiada con ingresos de capitales de largo plazo”. Paradójicamente, para los autores el aumento en el déficit en la cuenta corriente fue producido por el “éxito” en las reformas mexicanas. El capital externo ayudó a financiar el boom económico del salinismo y en 1994 contribuyó a una expansión  del gasto público, ante una caída del ahorro interno.







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