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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

miércoles, 18 de mayo de 2011

18-Mayo-2011, Miércoles.

INDICADOR POLITICO




+ FMI: regresar a la ortodoxia

+ Zedillo y Carstens, neoliberales



Carlos Ramírez



Aún con las sospechas de que el caso del director-gerente del Fondo Monetario Internacional obedezca a una situación real, la caída de Dominique Strauss-Kahn tendrá cuando menos cuatro dalos colaterales:

1.- Permitirá que el FMI pueda regresar a la ortodoxia monetarista, después de un breve periodo heterodoxo.

2.- Liquidará a un muy bien posicionado precandidato presidencial del Partido Socialista Francés para suceder a Nicolás Sarkozy el año próximo.

3.- Abrirá la oportunidad para dos representantes del neoliberalismo mexicano duro: el globalifílico y duro antiglobalifóbico Ernesto Zedillo y el súper-recontra-archi ortodoxo Agustín Carstens, guardián del neoliberalismo fondomonetarista en los dos sexenios de la alternancia política panista.

4.- Si Strauss-Kahn fue designado por una Unión Europea socialdemócrata, ahora la inclinación de Europa a la derecha buscará recuperar los espacios conservadores de las definiciones de políticas económicas.

Las tareas del FMI en el ciclo posterior a la crisis de 2008 no se concretaron a la protección de la estabilidad macroeconómica, sino que trataron de reconfigurar el pensamiento económico ortodoxo. De manera inusitada y cuando menos se lo esperaban, el FMI de Strauss-Kahn permitió el uso de políticas fiscales para atenuar el costo social. Es decir, el FMI avaló --para horror de los ortodoxos y doctrinarios-- el gasto público para mantener ritmos artificiales de crecimiento económico pero a condición de crear empleos y --peor aún para los neoliberales puros-- autorizó altos déficits presupuestales para financiar artificialmente el gasto público.

La designación de Strauss-Kahn fue producto de un cambio estratégico en el perfil ideológico de los gobiernos de Europa hacia la socialdemocracia con tintes socialistas ortodoxos y tibios. Sin el francés al frente del FMI, la severa crisis de 2008 hubiera sido enfrentada con las recetas fondomonetaristas de siempre: el ajuste fiscal, la disminución del crecimiento económico y el control de la inflación, aunque a costa de un mayor deterioro social.

Las grandes aportaciones de Strauss-Kahn --asumidas en el Grupo de los 20-- buscaron establecer severas regulaciones a las grandes corporaciones financieras especulativas, sobre todo bancarias. A lo largo de cuatro años, el director-gerente del FMI buscó el replanteamiento del pensamiento económico del organismo pero siempre se encontró con resistencias. Hoy, al calor de la acusación de violación de una camarera de un hotel de Nueva York, la caída Strauss-Kahn facilitará el regreso a la dirección del Fondo de algún ortodoxo.

El cambio en el fundamento ideológico de la economía del FMI tiene que ver con los programas de rescate de economías en crisis y de promoción de reformas estructurales. Las reformas exigidas por el FMI se estaban apartando de aquellas condicionadas por el FMI y el Banco Mundial en los ochenta, en la lógica del Consenso de Washington de 1989 y a las que se sumó México con Miguel de la Madrid y Carlos Salinas y que Zedillo --impuesto por Salinas como su sucesor por su ortodoxia fondomonetarista, a raíz del asesinato del populista Luis Donaldo Colosio-- profundizó en el sexenio 1994-2000.

Zedillo y Carstens podrían perfilarse hacia el FMI como parte de la estructura de decisiones de los países capitalistas inclinados al regreso de la ortodoxia. El incidente de Strauss-Kahn llegó en el momento preciso para dar un giro ideológico espectacular al FMI y retornarlo a su papel de perro guardián de los intereses del supercapitalismo.

Strauss-Kahn estaba sacando al FMI de su papel de policía financiero. En un artículo publicado momentos antes del incidente en Nueva York, el premio nobel de economía Joseph Stiglitz escribió (El País, sección negocios, 15 de mayo de 2011):

“La reunión anual de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) fue notable, ya que marcó el esfuerzo de éste por distanciarse de sus propios dogmas de hace muchos años sobre el control de capitales y la flexibilidad del mercado laboral. Parece que gradualmente --y cautelosamente-- un nuevo FMI ha surgido bajo el liderazgo de Dominique Strauss-Kahn.

 (…)

“Esta línea de acción había sido defendida por los mercados financieros de Occidente y por los ministros de Finanzas occidentales que les son tan fieles. La desregulación financiera en EE UU fue una causa importante de la crisis global que estalló en 2008, y la liberalización financiera y del mercado de capitales en otras partes ayudó a propagar ese trauma made in USA por todo el mundo.

(…)

“La crisis --y la manera en que fue manejada-- llevó a una desigualdad de ingresos aún mayor, haciendo que la recuperación sea mucho más difícil (…)

“Sin embargo, existen soluciones para este dilema: fortalecer la negociación colectiva, reestructurar las hipotecas, utilizar palos y zanahorias para que los bancos vuelvan a prestar dinero, reestructurar las políticas impositivas y de gasto para estimular la economía (…).

“Para los progresistas, estos datos abismales son parte de la letanía habitual de frustración y furia justificada. Lo que es nuevo es que el FMI se ha sumado al coro. Como concluyó Strauss-Kahn en su discurso en la Brookings Institution poco antes de la reciente reunión del FMI: “en definitiva, el empleo y la igualdad son los pilares de la estabilidad y la prosperidad económica, de la estabilidad y de la paz política. Esto está en el corazón del mandato del FMI. Se debe colocar en el corazón de la agenda política”.

“Strauss-Kahn está demostrando ser un líder sagaz del FMI. Solo nos queda esperar que los Gobiernos y los mercados financieros presten atención a sus palabras”.

Pero la caída de Strauss-Kahn  interrumpirá el proceso y el FMI regresará a la ortodoxia con Zedillo o Carstens.







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