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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 19 de noviembre de 2010

18-noviembre-2010. Jueves.

INDICADOR POLITICO


+ Contrainsurgencia contra narco
+ Asesores militares de EU, aquí

Carlos Ramírez

No ha sido casual la estrategia del gobierno de los Estados Unidos de caracterizar al narcotráfico como narcoinsurgencia. Con ello, la Casa Blanca ha exhibido su decisión de introducir directamente a militares estadunidenses en la lucha territorial en México contra el crimen organizado.
La doctrina de contrainsurgencia de los EU ya no es un secreto militar. En el 2006 el ejército estadunidense autorizó la circulación oficial del libro Tactics in contrainsurgency luego reformulado en marco de 2009, firmado por el Department of the Army. Ahí se establece con claridad el papel clave del ejército de los EU en naciones dañadas por la contrainsurgencia a través no sólo de asesores militares sino de tropa.
El documento --puede ser consultado en su versión íntegra a través del sitio www.fas.org/irp/doddir/army/fmi3-24-2.pdf-- establece el criterio central de que la insurgencia proviene de un grupo político radical que busca derrocar al gobierno constitucional para instaurar a un gobierno alternativo. Usualmente la insurgencia se nutre de ideologías radicales de izquierda. Hasta ahora, el gobierno de los EU ha señalado en dos ocasiones que el crimen organizado en México asume las características de una narcoinsurgencia, aunque sin profundizar en la definición del concepto. De todos modos, en la doctrina de seguridad nacional de Washington, las bandas de narcos en México buscarían deponer al gobierno constitucional mexicano.
Sin embargo y pese a la ayudada de la Casa Blanca al narco mexicano, las mafias en realidad no cumplen con las características de insurgencia porque su violencia es de resistencia a la ofensiva oficial y de choques de unas con otras por la propiedad de territorio. La intención de Washington es otra: inventar un fantasma para meter en territorio mexicano a soldados estadunidenses. Inclusive, los cárteles no cumplen con la definición del Manual de Contrainsurgencia: “la distinción clave entre la insurgencia y otros movimientos radica en la decisión de usar la violencia para conseguir objetivos políticos”. Y el narco carece de objetivos políticos y sólo quiere traficar con droga.
Las operaciones de contrainsurgencia de los EU se basan en dos escenarios: labores de capacitación y entrenamiento y participación en combate. Estas dos tareas son las que realiza Washington en Irak y Afganistán, donde por cierto acaba de ser designado jefe de operaciones el general David Petraus, quien aparece como el inspirador del Manual de Contrainsurgencia. En Afganistán, el ejército de los EU asesora al gobierno proestadunidense a combatir a las violentas milicias talibanas y capacita a la policía. Los talibanes han declarado claramente que quieren ser gobierno.
Para los EU “los insurgentes no tienen la intención de integrarse al gobierno nacional sino de derrocar al gobierno instituido”. La contrainsurgencia tiene visos de intervención de un gobierno extranjero en países afectados por la violencia insurgente: tropas extranjeras para “establecer o restablecer la legitimidad del gobierno del país anfitrión”. Para ello, el control de las operaciones contrainsurgentes las tienen los estadunidenses: “las fuerzas de los EU a menudo conducen los esfuerzos contrainsurgentes del gobierno de los EU porque los militares estadunidenses rápidamente pueden proyectar una fuerza contrainsurgente y mantener su fuerza sobre otras agencias”. Por tanto, “en conjunto, los comandantes militares de los EU y de la nación anfitriona elaboran un plan pata atacar la estrategia de los insurgentes y se centran en reforzar la legitimidad gubernamental”.
Port tanto, la tarea contrainsurgente no sólo es militar sino política y deja en manos de los EU el restablecimiento de la legitimidad del gobierno de la nación  afectada por la insurgencia. El programa foráneo de defensa interna (FID por sus siglas en inglés) “se utiliza para apoyar a las naciones amigas que enfrentan el peligro de actos de guerra” y es “una herramienta de la política exterior de los EU”.
De hecho, este programa de asesoría a otros países contempla el asunto del narco: “los programas de FID de los EU pueden tener por objetivo otras amenazas a la estabilidad interna de una nació0n anfitriona, tales como disturbios civiles, el tráfico ilícito de drogas o el terrorismo”. La intervención directa de fuerzas militares está establecida: “un ejemplo (de operaciones) es un cordón combinado y la búsqueda de un sospechoso en un pueblo insurgente donde las fuerzas de los EU establecen el cerco exterior y las fuerzas de seguridad de la nación anfitriona realizan la búsqueda de la aldea”.
Si bien es cierto que algunas naciones no están preparadas para guerras internas contra enemigos poderosos en lo económico y el acopio de armas, el Manuel de Contrainsurgencia del ejército de los EU tiene la tarea de penetrar militarmente a un país afectado por luchas violentas intestinas para combatir peligros que preocupan más a los EU que al país afectado. La doctrina de seguridad nacional de los EU define los problemas de otras naciones como propios cuando se pone en riesgo la estabilidad interna estadunidense. De hecho, la doctrina contrainsurgente nació para combatir a las guerrillas locales y se extendió a naciones afectadas por el terrorismo.
La declaración de los cárteles mexicanos como narcoinsurgencia delineó la intención intervencionista militar de la Casa Blanca en México.


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