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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

miércoles, 16 de marzo de 2011

16-Marzo-2011, Miércoles.

INDICADOR POLITICO


+ AMLO-Ebrard, pleito por GDF
+ Quién pondrá candidato 2012

Carlos Ramírez

Antes que la candidatura presidencial y sobre el lomo de la candidatura perredista para el Estado de México, el verdadero campo de batalla de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard se localiza en la designación del candidato perredista a la jefatura de gobierno del 2012 y por tanto en el control del PRD.
El asunto no es menor. Se trata de saber quién es el siguiente caudillo de la estructura de gobierno más poderosa, política y presupuestalmente, de la república. Ebrard ha comenzado a mover sus piezas para imponer a su candidato al GDF y al nuevo líder del PRD nacional y con ello convertirse en el nuevo caudillo, pero se ha encontrado con la novedad de que la estructura política de masas en la ciudad de México aún la controla López Obrador.
Y el tabasqueño quiere ejercer el título de “hombre fuerte” del perredismo en el DF o el “jefe máximo” del neopopulismo capitalino, pero se ha encontrado con el hecho de que Ebrard no le quiere dejar ningún espacio. De ahí que López Obrador haya comenzado a amagar con candidatos al GDF por el Partido del Trabajo y Convergencia, dejando claro que el DIA o ex Grupo Amplio está dominado por Manuel Camacho y éste sólo obedece a los intereses de Ebrard.
De ahí que el DF esté exhibiendo los estilos priístas de Ebrard y de López Obrador con el intento de usar el dedazo para designar al candidato capitalino para el 2012. Ebrard ya olvidó que su candidatura en el 2006 enfrentaba obstáculos serios y que el dedazo de López Obrador lo impuso como candidato y lo hizo jefe de gobierno pero para operar como el intendente de los intereses transexenales del tabasqueño.
Ahora Ebrard quiere funcionar como el nuevo caudillo perredista y por eso ha decidido, “en la soledad de su despacho”, quién va a ser su sucesor. Pero lo hará como en los viejos tiempos del PRI y no en los términos del funcionamiento de los acuerdos tribales en el seno del PRD. Como el propio Ebrard, sus candidatos Mario Delgado y Miguel Angel Mancera carecen de militancia perredista y responden sólo a los intereses de Ebrard.
Como jefe político del GDF y luego de quedarse el próximo fin de semana con la propiedad del PRD, Ebrard va a decidir su propia sucesión como lo hizo Carlos Salinas en 1993 a favor de Luis Donaldo Colosio y no por Manuel Camacho. Pero en el PRD ya se incuban los Camacho perredistas que harán berrinches si Ebrard privilegia, como Salinas, el dedazo en la designación del candidato perredista a la jefatura de gobierno. Por tanto, Ebrard prefigura ya un conflicto sucesorio el próximo año como el que Camacho fabricó en 1993.
López Obrador y el PRD están viendo cómo las advertencias de 2006 podrían convertirse en realidad: que los operadores salinistas Ebrard y Camacho se iban a quedar con la estructura del PRD nacional y del DF y con la jefatura de gobierno y crearían un grupo transexenal. En el 2006 Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles advirtieron que el PRD le estaba entregando la ciudad de México y el partido capitalino a Camacho y a Ebrard, quienes los perredistas se la quitaron en 1997; en 1991, Camacho y Ebrard usaron todo el aparato de poder del salinismo para aplastar al PRD en las elecciones de medio sexenio y para recuperarle la ciudad al gobierno de Salinas; en 1997 el PRD se instaló en el DF.
Paulatinamente, Camacho y Ebrard han tomado por asalto al PRD capitalino para convertirlo en el Partido de Centro Democrático del camachismo-ebradismo. Inclusive, con la demagogia de la izquierda, Ebrard y Camacho han llevado al PRD al centro político capaz de colaborar y aliarse con el PAN.
De ahí que el diferendo Ebrard-López Obrador tenga menos que ver con la candidatura presidencial del PRD que con las maniobras desde ahora para saber quién de los dos pondrá por dedazo al candidato perredista a la jefatura de gobierno en el 2012. Ebrard tendrá que separarse de la jefatura de gobierno hacia el último trimestre del año para dedicarle tiempo completo a la precandidatura perredista y necesitará dejar en el GDF a un intendente que le suministre los fondos de precampaña y le cierre la llave de dinero a las bases lopezobradoristas. Por tanto, Ebrard quiere operar una doble imposición: la del interino que termine el sexenio y la del candidato al próximo sexenio. Para ello, Ebrard necesitará tener bajo control absoluto al PRD del DF y al PRD nacional.
El ascenso de Ebrard al control de los dos PRD marcaría el fin histórico del PRD, el fin de la oleada política que nació en 1986 en el PRI bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas para intentar detener la neoliberalización del PRI y evitar el ascenso de los tecnócratas liderados por Salinas de Gortari. El gobierno de De la Madrid expulsó a la CD del PRI para imponer la candidatura presidencial de Salinas, quien manejó esa operación a través de sus dos principales operadores: Manuel Camacho como el brazo político y Joseph Marie Córdoba como el brazo económico. Ebrard era el principal colaborador de Camacho. El salinismo pasó el susto de las elecciones de 1988, pero Camacho pactó en secreto con el PAN la legitimación de Salinas y aplastó a Cárdenas. Y en 1991 Camacho y Ebrard volvieron a aplastar al PRD cardenista en el DF.
Camacho y Ebrard representarían una propuesta ideológica de resabios priístas. Ebrard ayudó a López Obrador a descardenizar al PRD y al GDF, sobre todo porque Cárdenas trató de darle al PRD una propuesta ideológica progresista y social del cardenismo de la Revolución Mexicana, y López Obrador se estancó en el neopopulismo asistencialista. Ahora Ebrard como el nuevo caudillo perredista quiere deslopezobradorizar el DF e iniciar una nueva etapa política camachista-ebradista bajo los signos del pragmatismo lumpenproletario desclasado, autoritario, de control de masas y promotor de cesarismos.
La lucha López Obrador-Ebrard ya no tiene espacios de consenso. Lo malo es que cualquiera que gane significará el fin histórico del PRD.


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