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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

lunes, 8 de agosto de 2011

8-Agosto-2011, Lunes.


INDICADOR POLITICO




+ Iglesia y subcomandante Sicilia

+ Otras formas de Estado/gobierno



Carlos Ramírez



1.- Lo paradójico de la política es que nadie sabe para quién trabaja: al PAN le costó vidas y represiones llegar a la alternancia, pero su falta de un proyecto de transición democrática integral ha permitido que una minoría coyuntural afectada por la estrategia de seguridad sea la que vaya a modificar las formas de Estado y de gobierno.

2.- El poeta Javier Sicilia ha ascendido ya a Subcomandante Sicilia. Sus movimientos políticos reproducen puntualmente la estrategia del Subcomandante Marcos después de que fue derrotado militarmente y obligado a negociar programas sociales sin la renuncia de Carlos Salinas. Sicilia quiere convertir la ley de seguridad nacional en un documento de fractura histórica como los Acuerdos de San Andrés: los zapatistas pelearon por la balcanización indígena en el Congreso y ahora las víctimas quieren la nueva forma de Estado/gobierno ya no basada en la soberanía y la pluralidad sino en la bondad religiosa.

3.- El fondo de la propuesta del Subcomandante Sicilia no es un Estado de derechos humanos sino una sociedad utópica gobernada por los valores de la convivencia cristiana. Se pasa --para desconcierto de la izquierda socialista, si es que aún existe-- de la lucha de clases a “todos somos hermanos” como víctimas del Estado autoritario. Por eso el padre Solalinde aboga por los Zetas como víctimas pero él y el padre Miguel Concha se niegan a incluir en su sociedad utópica a policías, políticos y militares.

4.- Un Estado de derechos humanos terminaría con la lucha de clases como motor de la historia. Los derechos humanos son los derechos fundamentales en una sociedad y deben ser defendidos por el Estado, pero no pueden definir las características de un Estado. El Estado tiene tres funciones: defender la soberanía, aplicar la justicia y promover el desarrollo; para ello tiene tres funciones hegemónicas, monopólicas y autoritarias: la fuerza, la ley y la rectoría del desarrollo. El Estado necesita de la fuerza para cumplir su tarea de estabilizador social.

5.- Sin embargo, el Subcomandante Sicilia, sus asesores religiosos que violan el Estado laico y sus fanáticos quieren pasar del Estado de Hobbes --ni modo: no hay otro-- al Estado de San Francisco de Asis. Sería la segunda gran ofensiva de la iglesia católica conservadora --disfrazada de iglesia progresista de comunidades sociales de base-- para imponerle al Estado una nueva organización social: Marcos --con el apoyo del obispo Samuel Ruiz-- lo buscó con la balcanización de las naciones indias y ahora el Subcomandante Sicilia con el limitado efecto negativo de la estrategia de seguridad.

6.- La doctrina de los derechos humanos se quiere poner por encima de las funciones autoritarias del Estado. Sí debe regularse y vigilarse el uso de la fuerza pero sin un Estado con autoridad ni instrumentos de coerción entonces la sociedad queda supeditada a poderes morales superiores: no habrá policías ni ejército sino sacerdotes y diáconos. Paradójicamente la izquierda que apoya al Subcomandante Sicilia se hace cómplice de la doctrina ideológica detrás: el Estado mínimo de Robert Nozik, el neoliberalismo puro que regresa al Estado de naturaleza.

7.- La clase dirigente ha perdido la autoridad en la dirección política del Estado y del gobierno. No es gratuito que el Subcomandante Sicilia y sus capellanes ideológicos exijan el arrepentimiento de los políticos porque al final de cuentas debería proceder la aplicación de la ley. Pero el perdón exigido es parte del dominio ideológico de la iglesia católica: o se arrepienten o los va a castigar Dios. En este punto el Subcomandante Sicilia ha sido muy astuto: no pelea directamente forma de gobierno sino primero exige el arrepentimiento y, ya doblados en lo moral, los legisladores deben entonces crear un Estado religioso basado en la utopía maniqueísta de la culpa/perdón.

8.- Los valores católicos conservadores han sustituido las relaciones de clase y de poder de los factores de la producción en la sociedad. La democracia se subordina al poder de la fe. Por eso el Subcomandante Sicilia enarbola el discurso político de la religión. Sin embargo, existe una contradicción: la fe es creencia, paciencia, sometimiento y pasividad, en tanto que la democracia es lucha, conocimiento científico y disputa por la riqueza y la propiedad. La vieja iglesia conservadora utilizó justamente la fe para impedir la democracia.

9.- El Estado es la suma de la sociedad civil más la sociedad política. Por tanto, no existen Estados fallidos sino sociedades fallidas. A menos, claro, que la estructura de funcionamiento de la sociedad ya no sean las instituciones civiles y laicas sino los confesionarios y las comisiones de derechos humanos. La democracia no es un derecho humano sino un derecho social, cívico y político.

10.- El enojo del Subcomandante Sicilia es artificial, teatral, mediático, igual al que utilizó Marcos al colocar a los indígenas como víctimas del desarrollo. Marcos atacaba y doblegaba con comunicados intergalácticos; el Subcomandante Sicilia utiliza los besos, los perdones religiosos y las admoniciones de púlpito. El congreso --incluido el PRD-- se negó a la balcanización indígena zapatista y ahora quieren sustituir la seguridad nacional del Estado --es decir: la soberanía-- al principio religioso de los derechos humanos.

Además, opino que Javier Sicilia y su movimiento deben exigir directamente la rendición incondicional a Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada, Heriberto Lazcano El Laza, Servando Gómez La Tuta, Juan José El Azul Esparragoza, Vicente Carrillo Fuentes y demandar la entrega de su arsenal de armas, para ser juzgados como responsables de la violencia criminal en el tráfico de drogas.

(Diario Político 2012 de Carlos Ramírez en www.grupotransicion.com.mx)




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