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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

martes, 14 de agosto de 2012

14-agosto-12, Martes.


INDICADOR POLITICO




+ Sicilia y CIDH: con EU vs México

+ Y avanza narco en centro de país



Carlos Ramírez



En 1985, cuando el senador ultraderechista Jesse Helms realizó audiencias públicas en el Senado para enjuiciar a México por el narco y el asesinato del agente de la DEA Camarena Salazar, todas las fuerzas sociales mexicanas realizaron una marcha de protesta contra el Capitolio.

Hoy que México de nuevo se ve presionado por el aparato de poder de los EU en materia de narco, el poeta y anarquista católico Javier Sicilia, con el apoyo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos vía su secretario ejecutivo Emilio Alvarez Icaza, inició esta semana una marcha en estados del sur de la Unión Americana para “suplicar” la intervención de Washington en México para detener la ofensiva del gobierno de Calderón contra el crimen organizado.

Pero el escenario mexicano no puede ser peor para Sicilia: la reactivación de los ataques de los cárteles en Nuevo León y la violencia el fin de semana en San Luis Potosí, Zacatecas, Guanajuato, Michoacán, Estado de México y Distrito Federal. La violencia fue estallada por el crimen organizado en contra de las instituciones mexicanas y como parte de la guerra interna entre cárteles por el control de zonas de trasiego pero también de consumo.

La exigencia de Sicilia de detener la ofensiva gubernamental contra la delincuencia organizada y criminal llevaría sencillamente a la cesión de las plazas a los cárteles de la droga. La disputa de las bandas criminales se ha agudizado por la posesión de espacios territoriales de la soberanía del Estado para quedar en poder de los cárteles y excluir cualquier funcionamiento institucional. Lo que hasta la fecha se ha negado entender Sicilia es que la ofensiva del gobierno mexicano es contra el crimen organizado y no contra la sociedad o la población civil. El 95% de los muertos han sido delincuentes, la mayoría de ellos por enfrentamientos entre los propios cárteles.

A partir de la lógica del consuelo católico a víctimas mexicanas, Sicilia ha caído en el juego de poder de instancias superiores: el narcotráfico evidentemente necesita que el ejército mexicano se retire a sus cuarteles para quedarse con las plazas, el gobierno de los Estados Unidos ha sabido capitalizar esa debilidad para su intención de meter al ejército estadunidense y a los marines en operaciones anti narco pero dentro de territorio mexicano y los consumidores de ambos países desean la legalización para satisfacer las exigencias de sus vicios.

Asimismo, Sicilia decidió hacer su caravana por estados del sur estadunidense y luego subir por la costa Este hasta Washington en el momento más intenso de las campañas por la presidencia de los EU entre el republicano Mitt Romney y el demócrata Barack Obama. El cálculo de Sicilia no fue inocente: sabe que al llevar la crisis de seguridad de México a los EU le entrega argumentos a los sectores conservadores de ambos partidos para meter a México en la campaña presidencial estadunidense.

Pero al mismo tiempo, la marcha de Sicilia le aportará elementos a los sectores del aparato de inteligencia y seguridad nacional militar y civil de los EU para fortalecer sus evaluaciones de que México sería incapaz de resolver por sí mismo el conflicto que representan los cárteles del narcotráfico y por tanto apuntalarían sus conclusiones de que Washington tendría que intervenir más en México. Los sectores conservadores del aparato de inteligencia y seguridad nacional de los EU han valorado siempre las situaciones sociales de pánico para aumentar su intervencionismo.

Por si fuera poco, Sicilia también aumentará el miedo en las comunidades estadunidenses que comienzan a padecer la violencia criminal por el control del mercado al menudeo de droga en dos mil ciudades estadunidenses, donde el suministro y la venta están controlados por los cinco principales cárteles mexicanos, de acuerdo con evaluaciones de inteligencia del propio gobierno de los EU. Y de aumentar el miedo, sería ingenuo pensar que los estadunidenses van a criticar a México; al contrario, con el pánico social estimulado por Sicilia van a exigir más intervencionismo de la Casa Blanca en los asuntos de México en materia de pucha contra los cárteles.

De ahí que los sectores políticos conservadores de los Estados Unidos estén de plácemes porque Sicilia ira entregando, a lo largo de su recorrido, elementos que prueben, desde el punto de vista de Sicilia y de los propios conservadores, que el gobierno mexicano no es capaz de mantener la paz frente a los cárteles de la droga y que es necesaria una mayor intervención del gobierno de los EU en México.

En 1985, el gobierno conservador de Reagan y toda la derecha de seguridad nacional vendieron la idea de que México no podía mantener la estabilidad de seguridad y por ello el senador Helms pidió que el sector militar estadunidense se metiera en México para mantener la paz. Hoy Sicilia, con el apoyo de la CIDH vía su secretario ejecutivo, se aparece como el fantasma de Jesse Helms para pedir más intervención política y militar de la Casa Blanca en México. No por menos la marcha de Sicilia tiene el estímulo de Washington.

Además, opino que Javier Sicilia, su movimiento, el rector de la UNAM José Narro, los periodistas, el Movimiento YoSoy132 y ahora la Corte Suprema de Justicia de la Nación deben responsabilizar a los narcos de la violencia y los muertos, exigir sin dobleces la rendición incondicional de Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada, Heriberto Lazcano El Lazca, Servando Gómez La Tuta, Juan José El Azul Esparragoza, Vicente Carrillo Fuentes y otros capos y demandar la entrega de su arsenal de armas para ser juzgados como responsables de la violencia criminal y la corrupción en el tráfico de drogas y de varios de miles de muertos en enfrentamientos entre cárteles.



@carlosramirezh



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