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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 29 de junio de 2012

29-Junio-2012, Viernes.


INDICADOR POLITICO




+ Las reformas, en el Congreso

+ Beltrones y Camacho, pivotes



Carlos Ramírez



Como el que gane la presidencia llegará bastante acotado por la diferencia de votos y los compromisos y como los partidos carecen arrastran liderazgos de coyuntura, las posibilidades de las grandes reformas necesarias para salir del hoyo se van a trasladar a las élites legislativas.

Lo malo es que la conformación de las candidaturas al congreso fue producto de las negociaciones entre grupos, corrientes y tribus y no de una estrategia de profesionalización del legislativo y por tanto la próxima legislatura será bastante pobre en estrategias políticos.

En este escenario sobresalen cuando menos dos figuras que serán fundamentales para negociar las reformas y, ojalá, diseñar un acuerdo para la reorganización del Estado que permita la transición hacia un régimen político democrático y moderno: el priísta Manlio Fabio Beltrones en la Cámara de Diputados y el perredista Manuel Camacho Solís en el Senado. Si el PRI y el PRD logran pactar las reformas a partir de las experiencias frustrantes del pasado y jalan al PAN al debate del horizonte nacional, el país podrá encontrar mejores posibilidades de desarrollo. Si no, desde ahora se podrá percibir que el próximo será otro sexenio perdido.

El PAN carecerá de figuras en las Cámaras porque las nominaciones al legislativo fueron producto de las negociaciones derivadas de la competencia interna por la candidatura presidencial. En el fondo, el PAN se confío demasiado en la victoria y perdió el enfoque estratégico en la distribución del poder en el legislativo, sin haber aprendido que en los años de la alternancia panista el Congreso se convirtió en un espacio político de gobernabilidad.

La gestión del ejecutivo ha dependido de la movilidad del legislativo: algunas de las reformas parciales de Fox no pasaron en el legislativo y Calderón no tuvo en el Congreso alguna pieza negociadora de otras grandes reformas. En cambio, por ejemplo, Beltrones desde el Senado delineó el primer trazo de una reforma política viable pero fue bloqueada por la bancada priísta en la Cámara de Diputados. De ahí la importancia de que la Cámara baja se convierta en la incubadora de reformas y Beltrones retome su iniciativa --limitada en el Senado pero cuando menos simiente de alcances mayores-- de Reforma del Estado.

La posibilidad de una buena alianza Beltrones-Camacho podría posibilitar la reforma del proyecto nacional de desarrollo. Hacia 1994, el entonces jefe de la bancada priísta que iba a trabajar con el gobierno de Zedillo, José Francisco Ruiz Massieu, llegó a tres conclusiones interesante: el colapso de 1994 obligaba al PRI a construir una transición a la democracia como la española, las transiciones las hacen los dinosaurios y la principal operación política de la transición en ese entonces se localizaría en la Secretaría de Gobernación.

Con ello, Ruiz Massieu se perfilaba para el cargo en Bucareli con la encomienda de operar la transición del régimen autoritario que había reventado el EZLN, el asesinato de Colosio y la descomposición político-económica del salinismo. Sin embargo, su asesinato a finales de septiembre de 1994 rompió con el escenario político, Zedillo se quedó sin operadores experimentados y el régimen priísta se enconchó para protegerse y bloqueó cualquier reforma transicionista.

Beltrones y Camacho son operadores, negociadores y reformadores; su alianza tendrá que pasar, sin embargo, por expedientes del pasado, principalmente el tema de Colosio. Beltrones fue del equipo del primer círculo del sonorense sacrificado en Lomas Taurinas y Camacho quedó atrapado en los enredos de la sucesión priísta y luego le quisieron achacar la responsabilidad del clima del asesinato. Cada uno siguió su curso, más accidentado el de Camacho. Hoy el escenario político complicado de los próximos tres años los coloca en una posición privilegiada para entrarle de lleno a la reforma del Estado, del régimen y del modelo de desarrollo.

Las circunstancias actuales los van a colocar en un espacio político privilegiado: la influencia en dos de las tres más importantes formaciones políticas. En apariencia sus posibilidades dependerían del ganador de las elecciones presidenciales, pero gane quien gane la presidencia de todos modos en la realidad el legislativo se convertirá en el verdadero centro del poder político. Beltrones y Camacho han construido sus propios espacios políticos al margen de sus partidos y conforman cada uno las dos necesidades de cualquier reforma: base política y diseño de propuestas.

El próximo presidente de la república, el que gane las elecciones de los tres principales candidatos, carecerá de margen de maniobra y encabezará una presidencia acotada por las circunstancias electorales, además de que ninguno de los tres en realidad mostró alguna propuesta de fondo para transitar hacia un nuevo proyecto nacional de desarrollo y hacia un nuevo consenso político en torno a la reforma del Estado.

Beltrones y Camacho pertenecen a partidos políticos definidos, pero los dos se mueven por sus propias biografías; del PAN en el Senado sólo estaría Alonso Lujambio, un politólogo con ideas sistémicas, aunque sin influencia en su partido; y Ernesto Cordero, el delfín presidencial que perdió la interna ante Josefina Vázquez Mota, recibió la candidatura a Senado como premio de consolación y sin ningún indicio de alguna propuesta reformista, aunque podría ser una pieza  negociadora junto al empresario Héctor Larios Santillán, otro operador panista en la cámara alta.

El escenario poselectoral del 2012 estará fértil para la reforma del proyecto nacional de desarrollo y los nuevos acuerdos políticos, productivos y de conciliación. Falta que los partidos en el Congreso decidan la transición. Beltrones y Camacho podrían ser los pivotes de la reforma porque representarían las dos cámaras y los dos partidos con mayor presencia política, y ambos podría jalar a negociadores panistas para un grupo transicionista en el poder legisaltivo. Los dos saben como diseñar y operar transiciones. Falta que se pongan de acuerdo.



@carlosramirezh

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