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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 15 de abril de 2011

15-Abril-2011, Viernes.

INDICADOR POLITICO




+ El 94 salinista, otra vez aquí

+ Con Marcos, Salinas, Ebrard



Carlos Ramírez



Como para la transición implica un nuevo punto de partida, el país se encuentra todavía con los lastres del pasado: de vez en vez se juntan, casi jalando uno a otro, los personajes de nuestro descontento de 1994.

La semana que termina reaparecieron Carlos Salinas de Gortari defendiéndose por enésima vez de la devaluación de diciembre de 1994, el subcomandante Marcos saliendo del geriátrico político indígena y Marcelo Ebrard con sus estilos salinistas.

Como personajes de novela de Charles Dickens, a los mexicanos se le aparecen los fantasmas del pasado, pero no para prefigurar el futuro sino para recordarnos que el presente es justamente ese mismo pasado. Estos personajes de la Navidad pasada-presente-futura solamente prueban que en México no hubo transición porque éste siempre suele fijar un nuevo arranque; y el regreso del pasado solamente señala los pendientes de una alternancia de élites.

Salinas de Gortari escribió un largo artículo en Milenio Diario para, también otra  pero infructuosa vez, acusar a Ernesto Zedillo, el sucesor que el propio Salinas de Gortari puso, colocó, impuso, selecciono por dedazo, de la responsabilidad de la devaluación y el costo social de 1995. Pero la devaluación, probada con cifras, fue culpa de Salinas en lo que debiera conocerse ya como el error de noviembre de 1994.

En una reunión el día 20 en su casa se dieron los argumentos para devaluar y controlar daños, pero Salinas de Gortari y Pedro Aspe se opusieron por el costo político: Aspe ese día amenazó con renunciar a la Secretaría de Hacienda su devaluaban, aunque luego se auto propuso con Zedillo para continuar al menos por un año en el cargo y con una renuncia firmada y sin fecha. El desequilibrio financiero, la falta de reservas y la ambición de Salinas de Gortari de dirigir la Organización Mundial de Comercio detuvieron la devaluación. Zedillo no tuvo pericia para manejar un ajuste cambiario, pero nada hubiera sucedido si Salinas de Gortari no le hubiera entregado una economía desequilibrada.

Y como casi siempre que reaparece Salinas de Gortari, el subcomandante Marcos encuentra espacios para también compartir atenciones sociales. El martes, Marcos lanzó una nueva carta pública, aunque ya sin las expectativas del pasado, al grado de que La Jornada hizo sólo un breve resumen en su edición impresa y mandó a los interesados a buscar la carta competa en su versión de internet. Sin incidencia en la agenda política, Marcos se asume como el Clausewitz azteca o el Kissinger de este barrio al filosofar sobre la guerra, pero con un razonamiento incoherente. Sus lecturas serían Brecht y otros aunque no le haría nada mal leer a Rafael Sánchez Ferlosio --God & guns y Sobre la guerra-- para saber lo que es la filosofía de la paz.

Como el nuevo Gran Dador Vida, Marcos se quedó con el viejo vicio de armar caballeros andantes. Por eso decidió nombrar al poeta y activista Javier Sicilia como el nuevo Guía de los Descarriados, sin entender que sólo con esa referencia en su carta le restó espacio social a Sicilia porque politizó un asunto de seguridad y lo convirtió en un espacio de agitación de masas. Investido ya como Caballero de la Mesa de Marcos, Sicilia convocó a ooootra marcha contra la inseguridad. Sicilia es el nuevo Antonio del Valle y su movimiento por el asesinato de su hijo es el nuevo Atenco marquista.

Marcos se quedó estancado en las juntas de buen gobierno y su organización de antiguo régimen --así es: Tocqueville dixit-- y sigue a la espera de los Acuerdos de San Andrés en cuanto a autonomía indígena que no llegará por sus tentaciones balcanizadoras, en tanto otros municipios se han modernizado y reciben los beneficios de los programas sociales. Y Marcos se enoja con el gobernador Juan Sabines porque éste ha encontrado el camino para fundar nuevas ciudades con administraciones sociales y populares, mientras las juntas marquistas siguen enredadas en el laberinto de Facundo. Eso sí, hay indicios de que cárteles de la droga están merodeando las juntas para atraer a jóvenes a la vida de delincuentes, mientras el Subcomandante se pierde en la filosofía.

Y el estilo salinista regresó a la ciudad de México --como si alguien pensara que alguna vez se fue-- con un Marcelo Ebrard obsesionado con la candidatura presidencial,  mientras la capital de la república se desarticula social y políticamente y el PRI de Salinas de Gortari sigue subiendo sus expectativas de voto por el factor Peña Nieto. La única posibilidad que le queda a Ebrard para reposicionarse hacia el 2012 es el manejo pronasolero-salinista de la política social y su oferta de regalar bienestar con cargo al erario.

El salinismo como estilo ha gobernado la ciudad de México desde que el PRD ganó las elecciones en 1997, con mucha mayor intensidad pronasolera desde 2000. No existe política de bienestar sino sólo programas asistencialistas que se intercambian por votos y organizaciones neocorporativas de sectores marginales que no tienen incidencia en las decisiones del poder pero que las apuntalan con los acarreos masivos --López Obrador-- o las ceremonias de entrega de cheques --Ebrard--, siempre en el modelo Salinas de subsidiar la pobreza.

Así que la vigencia del salinismo --Salinas, su alter ego Marcos y Ebrard-- solamente confirma que no ha habido transición y que hay que seguir arrastrando a Salinas de Gortari  por un buen rato porque el PRI dice que ya ganó el 2012, Marcos anda salinizado y Ebrard no pierde las esperanzas de que López Obrador acepte algún día que ya pasó su tiempo histórico.



(Por Semana Santa, Indicador Político tomará una semana de descanso a partir de hoy. Nos leemos aquí el lunes 25.)







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