INDICADOR POLITICO
+ PRD:
democracia vs democracia
+ Esquizofrenia:
sexenio autoaislado
Carlos
Ramírez
La imagen de la esquizofrenia política de los
seguidores de Andrés Manuel López Obrador la ofreció la bancada
lopezobradorista en tres tiempos:
1.- En un discurso de odio e insultos, el abogado Ricardo
Monreal acusó al Instituto Federal Electoral y al Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación de tramar
un fraude generalizado en la legalización de las elecciones, pero sin reconocer
que él mismo es diputado por Movimiento Ciudadano en las mismas elecciones del primero de julio calificadas por las mismas instituciones electorales.
2.- Luego de que nadie ocupó la
tribuna durante los discursos de odio
de la coalición lopezobradorista, la pejebancada
se metió en la tribuna durante la
alocución de la diputada priísta Adriana Hernández Íñiguez con mantas que daban
por muerta a la democracia, pero sin
entender los pejistas que habían
llegado a la Cámara justamente por
la democracia y podían violar la urbanidad parlamentaria también por la democracia.
3.- Como recurso desesperado y de última hora, el
presidente del PRD, el ex guerrillero Jesús Zambrano, amenazó personalmente a los magistrados del Tribunal Electoral con
el “estallido social” si reconocían
la validez de las elecciones y decretaban a Enrique Peña Nieto como presidente
electo. El de Zambrano no fue un
argumento jurídico sino una amenaza
política y social. En todo caso, Zambrano aplicó la técnica de la película de La
Cucaracha cuando a María Félix se le acaban las balas y les dice a sus
seguidores: “miéntenles la madre que
también duele”.
Así, el verdadero escenario pos-poselectoral se mostró el sábado en la
primera sesión de Congreso general: la pejebancada
acudió a todos los sinónimos de odio e insultos y tuvo ese espacio democrático para hacerlo ante los
legisladores y gobernadores de militancia lopezobradorista o perredista --que
ya forman dos grandes tribus dentro del PRD-- que ganaron las elecciones sin denuncias de fraude en la revisión
de las actas de votaciones de sus cargos.
En este punto sigue latente la
pregunta más enigmática del proceso
electoral: ¿pudo realizarse un
fraude o compra de votos para la elección presidencial pero sin afectar las elecciones legislativas
y estatales? ¿Cómo se indujo al
electorado a votar por Peña Nieto para presidente pero por perredistas para
diputados, senadores y gobernadores?
La realidad es que ante el fracaso electoral de López Obrador, los
voceros de su pejebancada inventaron
el cuento chino del fraude para
ocultar la derrota. Vale la pena revisar minuciosamente la intervención el
viernes del magistrado Flavio Galván explicando las irregularidades en la presentación de la impugnación y sobre todo
la pésima participación de los
notarios lopezobradoristas. No sería mala idea que las escuelas de derecho
pusieran esas actas de los notarios como ejemplo
de lo que es un mal notario.
Lo que dicen que le ha dolido al Caudillo López Obrador es que
ninguno de los candidatos perredistas ganadores en las pasadas elecciones se negó a asumir su cargo con el argumento
de que todo el proceso electoral había sido irregular, aunque todos los
legisladores de la coalición lopezobradorista fueron obligados otra vez a pagarle una cuota a López Obrador como parte
de la venta de protección política a la que está acostumbrado el tabasqueño.
Los legisladores de la pejebancada no han podido explicar cómo
hubo un fraude electoral en julio y esa coalición aumentó sus votos y bancadas y ganó dos gobiernos estatales. Y
tampoco esa formación neopopulista ha sabido explicar la muerte de la democracia cuando avanzaron electoralmente y pudieron
hacer su circo legislativo el sábado
sin que nadie se opusiera a esos desaguisados.
Más que los discursos de odio e insultos cantando la muerte de
la democracia, la pejebancada
demostró el sábado en la sesión del Congreso general que la democracia mexicana
está más viva que nunca y que cuenta
con los mecanismos e instituciones para que algunos beneficiarios de esa
democracia --ellos sí-- atenten
contra la democracia al sustituir la política por el odio.
Pero aún más grave que el largo rosario de insultos contra las instituciones
electorales y el presidente de la república, el punto que dejó una preocupación
en el ambiente político fue la decisión del PRD, por quinto sexenio consecutivo, de anunciar su auto exclusión del sistema de toma de decisiones, de adelantar sus no a reformas y desde una minoría de
menos de un tercio de tratar de imponer
sus propuestas de gobierno. Esta esquizofrenia lopezobradorista-perredista pretende
convertirse en fuerza dominante en
la Cámara de Diputados con apenas el 16.6%
como PRD y 27% como pejecoalición.
El que debe dar mayores
explicaciones es el diputado plurinominal Ricardo Monreal porque fue el abogado electoral de López Obrador en
las impugnaciones ante el Tribunal Federal Electoral y el responsable de racionalizar jurídicamente las
denuncias… y fracasó. Y muy orondo
enlistó una larga catilinaria de odios e insultos contra los magistrados del
Tribunal que también habían
calificado su elección como legislador. Si el ex priísta, ex perredista, ex
petista y ahora movimientista estaba
tan convencido del fraude, nada hubiera ilustrado
más a sus señorías del Tribunal que su renuncia
al cargo de diputado como argumento de la existencia del fraude y como un acto
de decoro y de congruencia para
apuntalar sus argumentos. Pero el mensaje que dejó Monreal fue claro: el que perdió fue López Obrador, no él como
candidato pluri de Movimiento
Ciudadano.
Lo que viene es una etapa de inestabilidad con poco efecto porque el
PAN y el PRI ya aprendieron a negociar sin el PRD y de nueva cuenta la
coalición neopopulista se quedará al margen de las reformas. Mientras el pejeperredismo sigue en las plazas, los
partidos en el Congreso van a legislar
con o sin el PRD.
@carlosramirezh
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