+ AMLO: al 2012 contra Ebrard
+ PT y DIA, rebote contra PAN
Carlos Ramírez
Como en política no hay hechos inexplicables, la decisión de Andrés Manuel López Obrador de sacar al PT de las alianzas con el PAN y el PRD en elecciones de gobernador 2010 tuvo un efecto doble contra los verdaderos adversarios del tabasqueño: el presidente Calderón y Marcelo Ebrard.
El PAN había conseguido la alianza con el PRD no tanto por las posibilidades escasas de ganar alguna elección de gobernador sino para finalmente someter al partido y sus seguidores que habían machado tres años con el no reconocimiento al presidente constitucional de la república. Asimismo, con las alianzas, el PAN había roto el Frente AMLO de López Obrador.
El priísta-salinista Manuel Camacho, ahora con el disfraz de arquitecto de una coalición de pequeñas fuerzas autodenominadas de izquierda, le había arrebatado el FAP al tabasqueño, lo había convertido en DIA (Diálogo Nacional), pero al final demostró la imposibilidad genética de la izquierda para dialogar cuando menos consigo misma. A largo plazo, el DIA estaba enfilado a crear la base política para la candidatura presidencial de Marcelo Ebrard, dejando a López Obrador sin organización partidista. Se trató de la misma estrategia que aplicó Camacho en la negociación con el subcomandante marcos y el EZLN para aislarlo de las fuerzas políticas y arrinconarlo en las selvas de Chiapas.
Con la astucia que le queda como sobreviviente político, López Obrador esperó el momento preciso para mover sus piezas. Primero, dejó que el PT se sumara al DIA, luego envió mensajes de que las alianzas eran incongruentes, más tarde quitó al PT del DIA y finalmente dejó a la alianza en cuando menos cinco elecciones de gobernador sin posibilidades de triunfo. De esa manera, López Obrador demostró quién manda en la gelatinosa alianza de grupos neopopulistas y anarquistas autodenominados de izquierda y sobre todo dejó muy en claro que la candidatura de ese espectro político no estará sometida a encuestas sino a manejos reales de bases sociales.
Las posibilidades de Ebrard descansan en el manejo estratégico de Manuel Camacho, quien fue uno de los principales --si no el principal-- operadores de la candidatura presidencial de Carlos Salinas en 1987. Sin embargo, Camacho se sabe mover sólo en los espacios políticos del PRI, el partido en el que realmente se formó. Es decir, Camacho sabe mover muy bien los hilos autoritarios del poder. En confrontaciones fuera del PRI, Camacho ha fracasado de cabo a rabo.
La candidatura presidencial del PRD estará vinculada a una alianza con grupos más o menos afines pero con posibilidades de crear un membrete. Más que la victoria en las elecciones de gobernador, la estrategia de Camacho buscaba más bien apoderarse de la definición estratégica del DIA y desde ahí acunar la candidatura presidencial de Ebrard. Sólo que Ebrard está posicionado en las encuestas pero no en las bases sociales. Y López Obrador controla cierto voto popular.
De ahí que las alianzas PAN-DIA estuvieran más en la lógica de la candidatura neopopulista del 2012 que con las elecciones de gobernador. La incorporación del PAN le había dado aire político a un PRD desinflado por la vinculación de López Obrador al PT. Y como se veían las tendencias del voto, el PT podría pronto superar al PRD en votos electorales. Sin el PT ni López Obrador en la alianza, las posibilidades presidenciales de Ebrard también se desinflaron.
El ganador en estas jugadas maquiavélicas de poder ha sido el PAN: logró someter al PRD al reconocimiento de la presidencia constitucional de la república, jalará votos en las alianzas en zonas donde prácticamente no contaba, dividió al frente neopopulista por la virtual ruptura de López Obrador con el DIA, aisló a López Obrador para el 2012 sólo como candidato de sí mismo y del PT y en el 2012 el PRD podría sumarse a una candidatura presidencial del PAN que evidentemente no sería Ebrard. Y con ello, el PAN de Calderón estaría en mejores condiciones y tendría más posibilidades de polarizar la votación en PAN-PRI y entonces tener ventajas que hoy no tiene para ser competitivo.
Con su maniobra para reventar al DIA en su alianza con el PAN, López Obrador se consolidó como la figura dominante --es decir: cacique político al viejo estilo del PRI-- de la coalición neopopulista. El gran derrotado con el retiro del PT de la alianza PAN-DIA fue Manuel Camacho, quien por cierto había comenzado a tejer una alianza secreta con Carlos Salinas de Gortari para impulsar la candidatura de Ebrard a la presidencia de la república. Y el que se queda cada vez más debilitado es el PRD de Jesús Ortega Martínez porque el movimiento estratégico de López Obrador representó el mensaje de que el tabasqueño está prácticamente fuera del PRD y que al final el PRD tendría que sumarse a alianzas con el PT o de plano correr el riesgo de terminar como el viejo PPS --partido comparsa del PRI-- sumándose al partido en el gobierno.
El juego de estrategias entre tres figuras políticas dominantes --Manuel Camacho, López Obrador y César Nava-- ya reacomodó liderazgos: el PAN no ganará gobiernos estatales, López Obrador asumió el control de la corriente neopopulista y Camacho fracasó en su maniobra para empujar la candidatura presidencial de Ebrard.
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