+ Arizona: EU perdió narcoguerra
+ Obama está aislado socialmente
Carlos Ramírez
La aprobación de la Ley Arizona para criminalizar a los indocumentados que cruzan de México es algo más, mucho más, que el sentido conservador contra los inmigrantes: representa el primer grave mensaje desintegrador contra el estilo del presidente Barack Obama.
Asimismo, esa Ley Arizona también tiene un significado de seguridad: los estados de la frontera sur de los EU ya perdieron la batalla contra el narcotráfico. Y el mensaje es más que directo: la batalla está perdida en todo el territorio estadunidense. Las dos últimas evaluaciones de inteligencia de la Casa Blanca muestran mapas que señalan que los cárteles mexicanos del narco ya están dentro de los EU.
Los estados de California, Arizona y Texas han sido los más vulnerables a la ofensiva del narcotráfico mexicano. El contenido más fino de la Ley Arizona no tiene que ver sólo con la criminalización de los indocumentados, sino que lleva implícita la decisión estatal de considerar la vulnerabilidad de la frontera, pues junto con los indocumentados vienen los cargamentos de droga.
Por tanto, la Ley Arizona, si se percibe en su justa dimensión no va directo contra los indocumentados sino contra las organizaciones criminales que controlan igual del tráfico de personas que el de droga y de dinero. De acuerdo con la National Drug Threat Assessment 2010, del Centro Nacional de Inteligencia contra las Drogas del Departamento de Justicia, en Arizona se han asentado bandas del crimen organizado de asiáticos, colombianos, cubanos y mexicanos. Por tanto, la Ley Arizona está más preocupada por el narco que por los indocumentados, aunque éstos son los más vulnerables y serán los más afectados.
El más turbado por la Ley Arizona no debe ser el presidente Calderón, porque al final de cuentas la lógica en las decisiones locales obedece a sentimientos y prácticas históricas. La Ley Arizona toca el nervio más importante del gobierno de Barack Obama: el sentido federal de las decisiones. Y peor aún cuando su secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, fue la anterior gobernadora del estado y ella también firmó leyes antiinmigrantes, entre ellas la que castigaba a empleadores; es decir, Obama tiene una funcionaria racista. La actual mandataria, Jan Brewer, es del Partido Republicano y, en las encuestas, tiene ganada la reelección.
En este contexto, el origen republicano de la Ley Arizona no debe desligarse de la ofensiva conservadora en los Estados Unidos contra el populismo de Obama. Arizona se ha destacado, luego de la salida de la demócrata Napolitano, por reactivar la agenda de la ultraderecha. En el contexto de la Ley Arizona contra inmigrantes, Arizona aprobó una ley para no penalizar la portación de armas sin licencia. Asimismo, los grupos violentos caza-inmigrantes están justamente en Arizona.
La Ley Arizona, asimismo, debe contextualizarse en el compromiso recientemente refrendado del presidente Obama de impulsar una legislación migratoria benéfica para los indocumentados que hoy se encuentran en una situación de ilegalidad y que son perseguidos sobre todo en Arizona y California y algunas ciudades de Texas. Arizona dijo no.
En el contexto político de jaloneos de la política estadunidense, la Ley Arizona se colocó inmediatamente como el contrapunto del compromiso de Obama. Lo grave para la Casa Blanca es que los mecanismos de negociación legislativa de la ley migratoria tienen otros pendientes luego del desgaste en las relaciones que produjo la reforma de salud. Por lo pronto, se encuentra el tema de las reformas bancarias que también comienza a polarizar el ambiente político de toma de decisiones.
Asimismo, la Ley Arizona se va a convertir en un tema sensible de derechos civiles porque la policía podría detener e interrogar sin las reservas de ley a cualquier “sospechoso” de ser indocumentado. Se trataría de una regresión al tema del racismo justo cuando los EU son gobernador por el primer presidente afroamericano. Pero al mismo tiempo llevará a la mesa de debates el retraso del gobierno de Obama en la reconsideración de las leyes patrióticas vigentes del gobierno de Bush, donde se establecen las mismas violaciones a los derechos civiles contra los “sospechosos” de terrorismo.
Y finalmente, la Ley Arizona se ubica con precisión en el contexto de la ofensiva conservadora del movimiento de Tea Party que se consolidó en la lucha contra la reforma de salud de Obama. El movimiento de Tea Party, de acuerdo con la última encuesta, tiene ya la simpatía del 28% de la población estadunidense y ha comenzado a articularse con el Partido Republicano y sobre todo con la pre-precandidatura presidencial de la ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia del republicano John McCain, Sarah Palin. Por cierto, McCain es senador republicano por Arizona y ya apoyó la Ley Arizona contra indocumentados.
Los espacios mexicanos son estrechos, sobre todo por la falta de un lobby en los EU. Pero el gobierno mexicano podría más bien endosarle el conflicto a la Casa Blanca por los compromisos de Obama a favor de una ley migratoria que termine con la criminalización de los indocumentados y facilite la legalización de los ilegales. La represión contra inmigrantes mexicanos será un pasivo de Obama.
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