+ Corral: ley LEA-Chávez-Castro
+ TV: ¿expropiación legislativa?
Carlos Ramírez
El viejo sueño de Luis Echeverría y del autoritarismo monopólico del Estado de Fidel Castro y Hugo Chávez se ha apoderado del PAN. La iniciativa de ley de medios del diputado panista Javier Corral quiere convertir a la radio y la televisión en una escuelita y transformarla en una magna Hora Nacional y crear un organismo público para intervenir en la línea editorial de los medios electrónicos.
Esa iniciativa podría tratarse de una expropiación light de la televisión y la radio, agenda por cierto que estaba en el último programa de acción del Partido Comunista Mexicano. Lo grave es que la iniciativa Corral no logra, ni con mucho, el acotamiento del oligopolio de la televisión y se queda sólo en un intervencionismo de Estado hasta la cocina de televisoras y radiodifusoras para someterlas al dictado del gobierno. Es decir, va contra la crítica.
El derecho de réplica establecido en la Ley Corral busca acorralar a los críticos por el uso de una palabra de manipulación subjetiva: usar la réplica si una persona se considera “afectada por informaciones (…) agraviantes”. Según el diccionario de la Real Academia, agraviante es la acción que “agravia” y agravia viene de agravio y esta palabra señala una “ofensa que se hace a alguien en su honra o fama”. Pero el periodismo crítico puede tomarse, todo, como agraviante. Por tanto, la ley Corral derivará en una censura nada velada y colocará un corral alrededor de la libertad de expresión.
Corral propone la creación de un Instituto Federal de Telecomunicaciones y de Contenidos Audiovisuales, verdadero Ministerio de la Virtud orwelliano que decidirá, en función de los intereses del gobierno, el funcionamiento de las empresas privadas de radio y televisión.
La iniciativa Corral carece de credibilidad porque busca un afán de venganza contra Televisa por el pleito que perdió --y hubo de rematar su casa para pagar el castigo legal-- cuando se negó a pagar la publicidad contratada hace seis años para su frustrada campaña a gobernador de Chihuahua. Hoy Corral pergeñó una iniciativa de ley mordaza que inventa mecanismos de coerción de la libertad de expresión y de hecho no dicta normas sino límites de contenido a la televisión privada, además de expropiarle espacios para servir --como la ley de medios de la dictadura de Juan Velasco Alvarado, en Perú-- a los “sectores sociales”.
Pero cae en contradicciones flagrantes. La propuesta de artículo 181 se basa en el 7 constitucional, pero luego le da la vuelta a la Constitución para dictar el funcionamiento, contenido y política publicitaria a los medios, además de proponer una televisión moralista con programas para adultos en horas nocturnas. El paternalismo al estilo Echeverría contamina los deseos conservadores y hasta reaccionarios de Corral. Habrá censura panista de películas bajo el criterio implícito de que no son aptas para todo público. El panismo conservador en todo su esplendor.
Asimismo, obligará a la televisión privada a convertirse en una escuelita por la incapacidad y miedo de los legisladores a meter en cintura al SNTE y a su dueña Elba Esther Gordillo, porque éstos causan más daño a la educación que la TV. Por eso la Ley Corral propone una televisión que promueva al niño perfecto, ajeno a la realidad conflictiva del país. Es la TV y la radio como la Hora Nacional, pero las 24 horas.
La iniciativa regresa a los “tiempos del Estado” pero sin reconocer que el Estado posee estaciones de televisión y de radio que no abre a la televisión comercial ni a la crítica. Asimismo, le otorga tiempos privados al poder legislativo y al poder judicial, cuando éstos también cuentan con sus propios canales. El problema es que la televisión pública se ha hecho sinónimo de aburrimiento. Por eso la ley quiere expropiar tiempos privados que tienen mayor audiencia. Corral reconoce que la televisión privada tiene más auditorio.
También la Ley Corral dicta criterios draconianos en la publicidad para ajustarla a los criterios oficiales y limita el tiempo de comerciales, cuando éstos son el ingreso económico del negocio de la televisión. La iniciativa dictamina qué tipos de comerciales pueden transmitirse y cuáles no, sin entender que las empresas comerciales buscan los programas en función del público consumidor. Y de paso, prohíbe la transmisión de bebidas alcohólicas de las 6 de la mañana a las diez de la noche y anuncia que se acabara la publicidad de esos productos en eventos deportivos, lo que de golpe significaría la muerte del deporte profesional.
Y ya encarrerado en su moralismo panista del pasado derechista, el diputado Corral prohíbe las publicidades que “reproduzcan imágenes estereotipadas o presentar mujeres de forma vejatoria”, es decir, tendría que cancelarse toda la publicad de productos femeninos y masculinos porque el conservadurismo quiere regresar a las faldas largas. Y permite la publicidad de tabaco y alcohol pero prohíbe la que “promueva el consumo inmoderado” de esos productos. ¿Quién va a calificar lo que es moderado e inmoderado? El consejo moral del Instituto de Contenidos formado por burócratas.
La Ley Corral se ajusta más a la televisión tipo Chávez o Castro y representa una expropiación silenciosa de la televisión privada.
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