INDICADOR POLITICO
+ #YoSoy132:
el vacío político
+ No hay pensamiento crítico
Carlos Ramírez
A la memoria de Juan José Bravo Monroy,
amigo fiel, generoso, periodista de primera
Nacido del enojo, formado por una
amalgama babélica de jóvenes con
posiciones sociales polarizadas y con el peso de Tlatelolco 68 y del halconazo 71, el Movimiento 132 fracasó en la elaboración de un
discurso político y no alcanzó siquiera a cercarse a los perfiles de un
pensamiento crítico.
El gran debate el martes en el
territorio priísta-perredista de Ciudad Universitaria de la UNAM se extravió en
el asambleísmo y de nueva cuenta el 132 se escabulló
de una toma de posición frente a la realidad del país. Su fraseo político se
vio otra vez viejo, demagógico, repetitivo; pero sobre todo, los estudiantes de
nivel superior que se preparan para irrumpir
en la realidad y en el mercado laboral evidenciaron no tener una distancia crítica del México en
disputa.
El escenario de corto plazo es
bastante obvio: será un movimiento
estudiantil anti Peña Nieto y por tanto pro López Obrador. Lo paradójico de la realidad que los
envuelve es que no fueron al fondo de la crítica: el problema no es Peña Nieto
sino el modelo sociopolítico y
económico del PRI que representa el PRI del candidato presidencial y que reproduce en su versión neopopulista la
coalición de López Obrador y en el enfoque similar del PAN.
Al 132 le falta un diagnóstico de la crisis, una revisión crítica del modelo
de desarrollo que está produciendo egresados universitarios para el desempleo o
el subempleo y una agenda de debate
sobre el futuro de México para las próximas tres generaciones. Algunas de sus
protestas revelan la incapacidad
para entender la realidad: por ejemplo, a la candidata panista Josefina Vázquez
Mota le exigieron que no hubiera ni
un periodista muerto más cuando el tema central no radica en defender a los
periodistas que han muerto o han sido lastimados por cumplir con su función de publicar sino en que existan sectores
sociales que denuncien por nombre y
apellido a los funcionarios y políticos responsables de las muertes o señalen a los jefes de los cárteles de la droga que han ordenado la
muerte de comunicadores; ¿en algún momento los estudiantes van a encarar a los capos criminales?
Salidos de una realidad en crisis generacional
y de modelo de desarrollo neoliberal, el movimiento 132 de estudiantes de
universidades públicas y privadas eludió
analizar la realidad y redujo su protesta a Peña Nieto pero sin cuestionar el modelo político del
PRI, el fracaso de la alternancia
con un Vicente Fox hoy orgullosamente priísta --falta decidir si será alacrán,
alimaña, sanguijuela, tepocata o víbora prieta-- y la política económica
salinista que por cierto prevalece
como programa académico en la Iberoamericana, el ITAM y el Tec de Monterrey.
El otro error estratégico del 132 es suponer que la televisión privada está
imponiendo a Peña Nieto como candidato cuando en realidad su viabilidad ha sido
fruto de la incapacidad del PAN para
instrumentar una alternativa de desarrollo desde el poder y del modelo de
nación que representa el PRI, por lo que el adversario debiera ser el pensamiento económico priísta-perredista
del regreso del Estado populista; es decir, que el verdadero problema de país
es la ausencia de un nuevo modelo de
desarrollo con su correlativo sistema productivo y sus correspondientes
correlaciones de fuerzas sociales.
En este contexto, el movimiento 132
de estudiantes de universidades privadas y públicas es una protesta conservadora y evasiva e irónicamente producto
de la cultura de la televisión porque confunden imagen con estructura
productiva. El precario discurso político de los estudiantes refleja que
conocen la realidad del país a través
de la pantalla de la televisión y no del conocimiento de las contradicciones
sociales y de clase. Sin embargo, desde 1958 José Revueltas afirmó que la única fuerza capaz de disputarle
concurrencia política-electoral a la clase dominante es la concurrencia económica y productiva.
Las dos reuniones en CU del
babélico 132 revelaron la incapacidad
de organización para poner orden en el corto plazo a la protesta y la decisión
sólo de convertirse en un movimiento anti
Peña Nieto, nada más, sólo eso, apenas un punto, un sólo punto. Eso sí, se
vieron bravos y decididos en hacer vigilia en el IFE el día de las elecciones
para evitar un fraude electoral, cayendo
en el garlito del discurso del conflicto poselectoral de López Obrador.
En el fondo, el movimiento 132 de
estudiantes de universidades privadas y públicas sería la última expresión de la vieja república priísta que finca las
esperanzas en el Estado. Y como parece indicar, los estudiantes de
instituciones públicas y privadas se van a negar
a discutir sus programas de estudio que los preparan para servir al modelo de
desarrollo que repudian en Peña Nieto aunque alaban en el mismo modelo propuesto por López Obrador.
Eso sí, el movimiento 132 se ha
convertido en un catalizador de
justificaciones morales de sectores sociales e intelectuales críticos o
acríticos que echan por delante a los jóvenes pero que no articulan un pensamiento crítico conjunto o un discurso político
articulador. Hoy apoyar al 132 ayuda a tranquilizar
las conciencias y a adquirir indulgencias para justificar acriticismos o
arterioesclerosis intelectual.
La única posibilidad que tiene el
movimiento 132 de ser realmente útil es la de diseñar una agenda para la transición del viejo régimen priísta --cuya
permanencia se localiza en las propuestas presidenciales del PRI, el PAN y el
PRD-- a una república con mejores posibilidades de desarrollo
económico, democracia sin corporativismos y menor pobreza. A menos que su meta
sea ser un grupo de presión callejero
como el CNTE magisterial o el SME y sus propuestas no salgan de la pantalla de la televisión. Para el 132 el mundo termina en un segundo debate de
candidatos “con los jóvenes”. Ni más ni menos.
@carlosramirezh
-
- 0 - -
No hay comentarios:
Publicar un comentario