INDICADOR POLITICO
+
Fox, record Guinness por PRI
+ Y PAN:
poder sin alternancia
Carlos
Ramírez
Hoy se cumplen dos años del artero crimen
del
tamaulipeco Rodolfo Torre Cantú, cuya
memoria sigue viva
El rasgo más significativo del cierre de las elecciones presidenciales del 2012 es
simbólico: el panista que logró derrotar al PRI en el 2000 y se comprometió a sacarlo de Los Pinos ahora aparece como
el panista que más promueve el regreso
del PRI a Los Pinos.
El verdadero récord de Guinness de Vicente Fox no será haber sido el
presidente de la alternancia panista en la presidencia de la república en el
2000 sino el presidente que impulsó la restauración
del PR para el 2012. Fox sería el primer político de un partido que pidió el voto de sus partidarios en
favor del partido al que derrotó en elecciones presidenciales anteriores.
Y el dato más revelador de la recta
final de las elecciones presidenciales radica en la corresponsabilidad de Fox y el PAN de no saber construir una
alternativa al proyecto político del PRI en doce años: el regreso del PRI a la
presidencia de la república estaría escrito desde hace doce años con la decisión del PRI de colaborar con el PRI --y no al revés-- en el primer sexenio de la
alternancia y desde hace cuatro años con las primeras encuestas a favor de
Enrique Peña Nieto y del PRI, sin
que el PAN ni los panistas hicieran algo para presentar una opción de proyecto
político alternativo.
El PAN desaprovechó la oportunidad del 2006: el verdadero problema de
entonces no fue López Obrador y su
línea de insurrección nacional al negarse
a reconocer las cifras oficiales del IFE y del TRIFE, sino eludir el hecho de
que el PRI estaba tirado en la lona con apenas el 22.6% del voto presidencial, en una caída a plomo desde 1982: luego
del 98% de votos de López Portillo
en 1976, el PRI pasó a 70.9% con
Miguel de la Madrid, 50.7% con
Carlos Salinas de Gortari, 48.7% con
Ernesto Zedillo y 36.1% con Francisco
Labastida Ochoa.
Las tres herencias malditas del PRI estallaron en colapso electoral en
el 2000: la corrupción, la represión y la pobreza. La voluntad de cambio de la
sociedad mexicana mandó un mensaje
claro: la alternancia por la derecha y no por la izquierda. Ese capital
político fue el que recogió Fox al tomar posesión de la presidencia de la
república, pero lo dilapidó cuando
careció de pensamiento estratégico, nunca fue figura de estadista y prefirió el
poder hedonista.
El posible regreso del PRI a la
presidencia de la república se incubó
en el sexenio de Fox. No sin cierta ironía lo recordó Peña Nieto ayer miércoles
en una entrevista publicada en El
Universal que reafirma el papel
de Fox en el primer gobierno de la alternancia: “el PRI nunca se fue”. Y no se fue porque Fox prefirió pactar con el PRI su sexenio sin problemas, a cambio de seguir manteniendo al PRI en las decisiones
presidenciales en Los Pinos.
La frase de Peña Nieto explica el papel de Fox como promotor
de votos a favor no del candidato
Peña Nieto sino del PRI: al final de cuentas, Fox estaría en la lógica de darle
continuidad al sexenio priísta-panista
2000-2006 que a defender su récord de
haber terminado el ciclo de setenta y un años de dominio presidencial priísta.
Como un acto político superior borra
a uno inferior, ahora Fox no será recordado como el panista que sacó al PRI de
los Pinos, sino como el que regresó
el PRI a Los Pinos, una imagen de sus propias confusiones políticas.
El escenario electoral que prefigura
el domingo representa todo un desafío
para el análisis político: la crisis, el salgo negativo y un presidente que
mantuvo la “sana distancia” de su partido llevó al PRI a la pérdida de la presidencia de la
república; pero el PAN tuvo doce largos años para construir una verdadera alternancia en tres puntos: liderazgo
político, partido con fuerza electoral y proyecto político nacional; sin
embargo, es obvio que fracasó.
El escenario del regreso del PRI a
la presidencia fue posible por tres
circunstancias: aliarse al PAN ante la intransigencia perredista, consolidar su
estructura electoral y política a pesar de perder gobiernos estatales y capitalizar la imagen mediática de uno
de sus cuadros más más visibles. El PRD cometió el error estratégico de no establecer una alianza con el PAN y el PAN
le dejó la conducción política a Fox en el sexenio 2000-2006 y luego Calderón
le dio más prioridad a la estrategia
contra la seguridad; los dos sexenios panistas en realidad no hicieron política confiados en el supuesto sentimiento antipriísta
del 2000.
El PAN y el PRD carecieron de un discurso político de
alternancia, transición y cambio. Lo peor
de todo fue que los candidatos de estos partidos desperdiciaron tiempo y oportunidades para recuperar el espíritu de la alternancia. Los electores
los vieron como partidos aislados, ineficaces en resultados y dominados por
argumentos ajenos al poder. Al final
quedó la apreciación atribuida a Luis Javier Garrido de que “en México todos somos priístas hasta demostrar lo contrario”. En doce años
la sociedad nunca vio una oferta
real de alternancia y la tendencia a favor del PRI no fue sino la expresión de que PRD y PAN se habrían
estancado en una política priísta sin PRI.
De ahí que el proceso electoral del
2012 deba ser también analizado como parte de una continuidad política que el PAN y el PRD no rompieron en el 2000 y
que tampoco pudieron quebrar en el 2006. El PRI ha demostrado ser un partido de
poder, no de discursos o
caudillismos; mantuvo el control de su partido a pesar de haber quedado en tercer
lugar en el Senado en el 2006 y logró una recuperación
sustancial en las legislativas del 2009. La versión del candidato mediático ignora que el PRI sí hizo su tarea en
tanto que PAN y PRD se quedaron dormidos como la liebre del cuento de la tortuga.
Por tanto, en una paráfrasis de lo que dijo Reyes Heroles
en 1978 respecto a que la derechización de un régimen es culpa de la izquierda,
la consolidación del PRI ha sido
responsabilidad histórica del PAN y del PRD.
@carlosramirezh
-
- 0 - -
No hay comentarios:
Publicar un comentario