INDICADOR POLITICO
+ Más
allá del debate: polarizar
+ AMLO,
con modelo PAN 2006
Carlos
Ramírez
Como en política nunca hay nada
nuevo, el proceso electoral presidencial se va a decidir mucho más allá del debate entre los candidatos
presidenciales. El escenario electoral del 2012 ha sido llevado a repetir el de
2006: la polarización PRI-PRD, en
lugar de PAN-PRD.
El 2006 fue todo un modelo de confrontación política
inducida: el candidato panista Felipe Calderón llevó la contienda a una polarización con el candidato
perredista López Obrador bajo el slogan
de que Andrés Manuel “es un peligro
para México”. El candidato priísta Roberto Madrazo, chapado a la antigua, no entendió la lógica del marketing y
se hundió en el tercer lugar. El resultado
oficial: PAN: 35.89%, PRD: 35.31% y PRI: 22.26%. La polarización le dio a
Calderón la ventaja necesaria para
ganar.
Hoy el escenario es el mismo: López
Obrador está asumiendo el papel de
Calderón en el 2006 y ha diseñado el discurso de repudio al priísta Enrique
Peña Nieto presentándolo mediáticamente como un peligro para México que el PRI regrese a la presidencia; Peña, en
todo caso, tiene a su favor el hecho
de que ni él ni el PRI llegan a la noción de peligro como el radical tabasqueño
del 2006.
Para que el cuadro quede completo
falta por saber si la candidata panista Josefina Vázquez Mota será en el 2012
lo que Madrazo fue en el 2006: una aspirante desinflada; Josefina llegó al debate sin ritmo, sin rumbo, sin
discurso y sin entender el escenario
de la polarización que ha construido López Obrador con la ayuda de los jóvenes del
movimiento 132 como carne de cañón con su gritería y
desorganización.
Hasta ahora Peña no ha caído en el garlito de López
Obrador, pero no le ayuda el hecho de que siga apareciendo como el candidato de
Televisa y del viejo corporativismo del PRI. De todos modos, el efecto del fantasma de Televisa no se
puede comparar hoy con el que tenía el radicalismo de López Obrador en el 2006.
De ahí que en las encuestas Peña haya tenido una pérdida de votos menor a la esperada y menor a la del
tabasqueño hace seis años; la meta lopezobradorista buscaba llegar al debate
con una diferencia entre los dos de menos de 5 puntos porcentuales y ayer domingo seguía en 14.
Lo que viene en la estrategia
perredista es la movilización posdebate.
Hasta ahora, el tema Peña-Televisa ha tenido efecto en el círculo rojo de la
crítica pero no en la masa de votantes y ha sido menor en el foro
rojo de los medios. La difusión amañada por The
Guardian del paquete de documentos presuntamente del acuerdo Televisa-Peña disminuyó por la confusión reconocida
por el propio periódico de que no pudo ser comprobada su veracidad, aunque dejó
en el ambiente periodístico el hecho de que fue el primer caso de un periódico profesional de Gran Bretaña que difunde
documentos sin verificación.
En todo caso, la estrategia de los
documentos cumplió su objetivo de corto plazo: alimentar la radicalización del pequeño grupo del YoSoy132 porque sirvió para tema de sus
pequeñas pancartas. La forma en que los estudiantes de ese movimiento tomaron
documentos no veraces y los
proyectaron como certezas habla de la falta
de seriedad en su formación académica de los jóvenes y de que ese movimiento
perdió su sentido político y se quedó en el espacio del grito.
El 132 ya fue cooptado por
López Obrador y el PRD y va a jugar un papel clave --aunque todo indica que
ineficaz-- en el conflicto poselectoral que ya anunció el tabasqueño. El modelo se vio en 1988: el temor del grupo de Carlos Salinas de
que Cárdenas pudiera organizar un movimiento de protesta masiva en las calles
en contra del PRI; un asesor salinista afirmó después de las elecciones de ese
año que una macha de dos millones de mexicanos contra el triunfo oficial de
Salinas hubiera llevado a la anulación
de las elecciones.
El hecho de que los jóvenes
lopezobradoristas del 132 estén
considerándose a sí mismos como la
avanzada de la “Primavera Mexicana” no es más que enseñar lo que viene después
de las elecciones si Peña gana las elecciones: marchas callejeras como en los
países árabes; sólo que el 132,
paradójicamente con todo el apoyo mediático que dicen repudiar, no ha podido asumirse como un movimiento
realmente masivo que incendie las calles. De todos modos, la estrategia López
Obrador-PRD será la de azuzar a los
jóvenes a no respetar el resultado oficial y exigir la anulación de las
elecciones; como indicio ya se han visto peticiones absurdas del 132 para
asumirse como una autoridad electoral paralela
y hacia ahí apunta el hecho de realizar pronto un debate con tres de los
candidatos presidenciales manejado
por los jóvenes.
La estrategia de polarización ha sido analizada desde el
2000. El libro Cómo ganar las elecciones.
Estrategias de comunicación para candidatos y partidos, de Gabriel Gonzalo
Molina, editorial Cal y Arena, fue tomado como básico por el PAN en el 2006. Al estudiar las diferentes formas de
polarización --e incluye la mediática que parece ser seguida puntualmente por López Obrador--, el ensayo asume una
campaña como “guerra” y “triunfa quien gana la guerra de la
polarización”. La razón: “la polarización recoge los intereses vitales de una sociedad y los entrega de vuelta al elector, a partir
de un plan de confrontación comunicacional”.
Las campañas llegan al punto de no
representar ofertas. “La guerra de la polarización puede ser descrita como un enfrentamiento permanente y contundente
entre temas o lógicas predominantes de voto. Y quien logra
obtener mayor relevancia para su
tema y mayor nivel de atribución
positiva en éste, gana la elección”, agrega Molina.
Televisa y la gritería del 132 son parte
de la estrategia de polarización de López Obrador para repetir el escenario del
2006 y llevar la elección a una competencia entre dos, pero sólo si Josefina no regresa a la competencia después del
debate de ayer, porque los puntos que ha subido el perredista en las encuestas
son los que ha bajado Josefina.
@carlosramirezh
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