INDICADOR POLITICO
+ Las
reformas, en el Congreso
+ Beltrones
y Camacho, pivotes
Carlos
Ramírez
Como el que gane la presidencia
llegará bastante acotado por la
diferencia de votos y los compromisos y como los partidos carecen arrastran liderazgos de coyuntura, las posibilidades de las
grandes reformas necesarias para salir del hoyo se van a trasladar a las élites legislativas.
Lo malo es que la conformación de
las candidaturas al congreso fue producto de las negociaciones entre grupos, corrientes y tribus y no de una
estrategia de profesionalización del legislativo y por tanto la próxima
legislatura será bastante pobre en
estrategias políticos.
En este escenario sobresalen cuando
menos dos figuras que serán
fundamentales para negociar las reformas y, ojalá, diseñar un acuerdo para la
reorganización del Estado que permita la transición hacia un régimen político democrático y moderno: el priísta
Manlio Fabio Beltrones en la Cámara de Diputados y el perredista Manuel Camacho
Solís en el Senado. Si el PRI y el PRD logran pactar las reformas a partir de las experiencias frustrantes del
pasado y jalan al PAN al debate del
horizonte nacional, el país podrá encontrar mejores posibilidades de desarrollo. Si no, desde ahora se podrá
percibir que el próximo será otro
sexenio perdido.
El PAN carecerá de figuras en las Cámaras porque las nominaciones al
legislativo fueron producto de las negociaciones derivadas de la competencia
interna por la candidatura presidencial. En el fondo, el PAN se confío demasiado en la victoria y
perdió el enfoque estratégico en la distribución del poder en el legislativo,
sin haber aprendido que en los años de la alternancia panista el Congreso se
convirtió en un espacio político de
gobernabilidad.
La gestión del ejecutivo ha dependido de la movilidad del
legislativo: algunas de las reformas parciales de Fox no pasaron en el
legislativo y Calderón no tuvo en el Congreso alguna pieza negociadora de otras
grandes reformas. En cambio, por ejemplo, Beltrones desde el Senado delineó el
primer trazo de una reforma política viable
pero fue bloqueada por la bancada priísta en la Cámara de Diputados. De ahí la
importancia de que la Cámara baja se convierta en la incubadora de reformas y Beltrones retome su iniciativa --limitada en
el Senado pero cuando menos simiente de alcances mayores-- de Reforma del
Estado.
La posibilidad de una buena alianza
Beltrones-Camacho podría posibilitar
la reforma del proyecto nacional de desarrollo. Hacia 1994, el entonces jefe de
la bancada priísta que iba a trabajar con el gobierno de Zedillo, José
Francisco Ruiz Massieu, llegó a tres
conclusiones interesante: el colapso de 1994 obligaba al PRI a construir una transición a la democracia como la
española, las transiciones las hacen los dinosaurios
y la principal operación política de la transición en ese entonces se localizaría
en la Secretaría de Gobernación.
Con ello, Ruiz Massieu se perfilaba para el cargo en Bucareli con
la encomienda de operar la transición del régimen autoritario que había
reventado el EZLN, el asesinato de Colosio y la descomposición
político-económica del salinismo. Sin embargo, su asesinato a finales de
septiembre de 1994 rompió con el
escenario político, Zedillo se quedó sin operadores experimentados y el régimen
priísta se enconchó para protegerse
y bloqueó cualquier reforma transicionista.
Beltrones y Camacho son operadores,
negociadores y reformadores; su alianza tendrá que pasar, sin embargo, por expedientes
del pasado, principalmente el tema de Colosio. Beltrones fue del equipo del
primer círculo del sonorense sacrificado en Lomas Taurinas y Camacho quedó atrapado en los enredos de la sucesión
priísta y luego le quisieron achacar
la responsabilidad del clima del asesinato. Cada uno siguió su curso, más
accidentado el de Camacho. Hoy el escenario político complicado de los próximos
tres años los coloca en una posición privilegiada
para entrarle de lleno a la reforma del Estado, del régimen y del modelo de
desarrollo.
Las circunstancias actuales los van
a colocar en un espacio político
privilegiado: la influencia en dos de las tres más importantes formaciones
políticas. En apariencia sus posibilidades dependerían del ganador de las
elecciones presidenciales, pero gane quien gane la presidencia de todos modos
en la realidad el legislativo se convertirá en el verdadero centro del poder político. Beltrones y Camacho han
construido sus propios espacios políticos al margen de sus partidos y conforman
cada uno las dos necesidades de
cualquier reforma: base política y diseño de propuestas.
El próximo presidente de la
república, el que gane las elecciones de los tres principales candidatos, carecerá de margen de maniobra y
encabezará una presidencia acotada por las circunstancias electorales, además
de que ninguno de los tres en realidad mostró
alguna propuesta de fondo para transitar hacia un nuevo proyecto nacional de
desarrollo y hacia un nuevo consenso
político en torno a la reforma del Estado.
Beltrones y Camacho pertenecen a
partidos políticos definidos, pero los dos se mueven por sus propias biografías; del PAN en el
Senado sólo estaría Alonso Lujambio, un politólogo con ideas sistémicas, aunque
sin influencia en su partido; y
Ernesto Cordero, el delfín presidencial
que perdió la interna ante Josefina Vázquez Mota, recibió la candidatura a
Senado como premio de consolación y sin
ningún indicio de alguna propuesta reformista, aunque podría ser una pieza negociadora junto al empresario Héctor Larios
Santillán, otro operador panista en la cámara alta.
El escenario poselectoral del 2012
estará fértil para la reforma del
proyecto nacional de desarrollo y los nuevos acuerdos políticos, productivos y
de conciliación. Falta que los partidos en el Congreso decidan la transición. Beltrones y Camacho podrían ser los pivotes de la reforma porque
representarían las dos cámaras y los dos partidos con mayor presencia política,
y ambos podría jalar a negociadores
panistas para un grupo transicionista en el poder legisaltivo. Los dos saben como diseñar y operar
transiciones. Falta que se pongan de acuerdo.
@carlosramirezh
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