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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

martes, 26 de junio de 2012

26-Junio-2012, Martes.


INDICADOR POLITICO




+ Elecciones y las cinco crisis

+ Dilema 2012: votar para qué



Carlos Ramírez



En la recta final de las elecciones presidenciales y legislativas del 2012, el dilema electoral del ciudadano radica en confrontar su realidad en crisis con las ofertas de los candidatos. Y resulta que ahí hay un teléfono descompuesto.

Los candidatos piden el voto sin una oferta programática integral a cambio, que atienda a los principales problemas de la realidad. Las cinco crisis más importantes que enfrenta el ciudadano no encuentran respuestas en candidatos y partidos:

1.- La crisis económica. El modelo de desarrollo mexicano se quedó a la mitad entre el viejo populismo generador de desequilibrios macroeconómicos y el deficiente neoliberalismo que ha logrado la estabilidad a costa de la pobreza y de dejar fuera del desarrollo a la mitad de los mexicanos. El país necesita crecer 7% para ofrecer empleos en el sector formal al millón de mexicanos que se incorpora cada año al sector formal de la economía. Pero no es cosa de prometer ese PIB, sino de comprometerse a la reorganización total del modelo de desarrollo.

El fracaso del estatismo y la insuficiencia del neoliberalismo exigen una tercera vía para el desarrollo con base en la redefinición constitucional del nuevo Estado. La tarea le había correspondido al PAN por la alternancia partidista en la presidencia de la república, pero al parecer no entendió el sentido de la derrota del PRI y optó por pactar las reformas con un PRI que concedió aquello que no modificara el Estado priísta tradicional.

2.- La crisis de seguridad. Al comenzar las campañas los candidatos prometieron el regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles pero a estas alturas ninguno va a cumplir porque la presencia de los militares en la seguridad interior no es causa del problema de seguridad sino el efecto. Los candidatos de los tres principales partidos encontraron la fórmula mágica: policías estatales profesionales sustituirán a las fuerzas armadas. Pero ya van seis años y los gobiernos estatales no han logrado profesionalizar sus policías. Por ello es que los tres principales candidatos decidieron excluir el tema de sus agendas.

El contrapunto es bastante serio y se ha visto en toda su dimensión en las últimas semanas: mientras las fuerzas de seguridad federal presentan todos los días a capos arrestados en el interior de la república, no pasa día en que no se den a conocer datos de crímenes entre bandas criminales por la falta de una estructura estatal y municipal de seguridad. Por eso es que la ciudadanía confía en 80% en las fuerzas armadas y casi nada en la seguridad estatal y municipal.

3.- La crisis social. El colapso presupuestal en el periodo 1970-1982 derivó en una disminución del gasto social y por tanto en el abandono de las políticas públicas orientadas a la igualdad social. El gasto social bajó estructuralmente en esos sexenios. El periodo neoliberal 1983-2012 no sólo no logró reorganizar las finanzas públicas ni tampoco pudo regresar a las políticas de bienestar social, por lo que la responsabilidad de la pobreza crónica no se acredita a algún presidente en particular sino a una estrategia de política económica que decidió sacrificar a los mexicanos por el objetivo de estabilizar las cifras macroeconómicas.

La pobreza es producto de una política económica basada en el control de la demanda, la disminución del gasto social y la definición de la inflación baja como estrategia macroeconómica; es decir, una segunda oportunidad al desarrollo estabilizador basado en el control de inflación-salarios-devaluación. El objetivo de la política económica no es el desarrollo concebido como objetivo de igualdad social, sino atar el crecimiento económico a una baja tasa de inflación.

4.- La crisis de los consensos. México pudo lograr en el pasado altas tasas de crecimiento económico con bienestar social no tanto por el modelo de desarrollo sino por la estructura autoritaria de dominio absolutista del PRI y este partido como el espacio del control social y político. A ello se agregó la construcción de un acuerdo político mayoritario por la vía de la cultura política: el consenso de la Revolución Mexicana como el compromiso de justicia y equidad. La crisis del populismo y la crisis del neoliberalismo liquidaron el consenso de la Revolución  Mexicana y la falta de una mayoría cómoda ha tenido también la falta de un discurso cohesionador. Sin una idea nacional mayoritaria, los acuerdos en los centros de poder se han reducido a su mínima expresión; en el pasado el discurso de la Revolución mexicana facilitada las negociaciones y los pactos.

El problema en realidad no radica en la división política nacional en tres tercios, sino en el hecho de que el país se quedó sin un consenso que cohesione a todas las fuerzas políticas en función de un proyecto nacional. Y hoy se observa que cada uno de los tres candidatos principales tiene su propio proyecto pero ninguno de los tres tiene la suficiente fuerza como para convertirse en un consenso nacional. Por tanto, el horizonte histórico de la crisis es infinito.

3.- La crisis de gobernabilidad. Si se revisan los discursos políticos de los tres principales candidatos, se podrá concluir que existen indicios de un diagnóstico de la crisis más o menos cercano a la realidad. En teoría cada uno de los tres tiene pistas de lo que se necesita hacer. Pero lo que no entienden es que cada uno por sí mismo carecerá de fuerza para lograr las reformas necesarias. Y ahí es donde naufragan todas las buenas voluntades. La crisis de gobernabilidad se manifiesta cuando la sociedad exige cambios y las ofertas de las élites gobernantes son menores a esas exigencias.

El único camino para encontrar el acuerdo sería el modelo de los Pactos de la Moncloa de la transición española a la democracia: la reorganización total del proyecto nacional de desarrollo, sin áreas a resguardo. El primer paso se daría aceptando que la Revolución Mexicana y su modelo ya dieron de sí, que hay una idea soberana cohesionadora y que hay que reorganizar el Estado, el sistema político y el pacto constitucional. Si no, como parece verse en este 2012, entonces nos esperan otros seis años de desarrollo para unos pocos, mayores desigualdades sociales y desacuerdos políticos en la orilla de las rupturas.



@carlosramirezh

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