INDICADOR POLITICO
+ Movimiento
Ibero, reaccionario
+
Autogestión y universidad crítica
Carlos
Ramírez
El 15 de mayo del 2011, miles de
jóvenes españoles se indignaron contra
la profundización de la crisis española por responsabilidad del gobierno
socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y su efecto electoral fue muy claro: la victoria de la derecha del
Partido Popular en las autonómicas y presidenciales.
Hace unos días, el 15-M celebró su primer año de existencia sin tener
ningún efecto en la vida política española.
Los indignados mexicanos encabezados por estudiantes de la Universidad
Iberoamericana parecen una calca del
movimiento español: la irritación contra… la realidad, pero sin ofrecer salidas. Algún analista
español hizo el cálculo del efecto
en la economía si los indignados
hubieran creado empresas comunitarias o juveniles, en lugar de seguir a la espera de que Papa Gobierno saque al
país de la crisis y les devuelva a los jóvenes el bienestar perdido.
El movimiento estudiantil de jóvenes de universidades privadas mexicanas
es una muestra de la confusión de
ideas políticas de la protesta: mucha gente para tan poca agenda del verdadero cambio social. En el fondo, la
movilización de estudiantes de universidades privadas carece de contenido y refleja más bien la frustración por la crisis
y el miedo al desempleo o subempleo. Por tanto, su protesta debiera enfocarse antes que otra cosa contra sus universidades,
comenzando con sus planes de estudio y la carestía de sus propios estudios.
Los estudiantes de universidades
privadas tienen ya determinados sus
espacios de mercado de trabajo en función de las definiciones de sus programas
de estudio: el ITAM prepara recursos humanos para el sector financiero del gobierno, la Ibero se
orienta a la capacitación de personal ejecutivo
de empresas privadas aunque sin llegar a la propiedad, el Tec de Monterrey
entrena a los jóvenes para los negocios
como propietarios o muy bien pagados CEO y la Anáhuac se mueve primero en la
formación religiosa de ejecutivos
empresariales.
Los movimientos estudiantiles en el
mundo carecen de enfoque político
racional. Los chilenos, encabezados por la carismática Camila Vallejo enarbola
la bandera del Partido Comunista al que pertenece y exige educación gratuita
para un mercado de trabajo empresarial; los de España plantean la huelga para impedir recortes en salarios y
subsidios, pero sin entender que el PSOE dejó quebradas las finanzas públicas
por el populismo y que la derecha quiere primero salvar a las empresas para
mantener el empleo y no subsidiar al empleo sin posibilidades de oferta de trabajo.
De ahí que los indignados mexicanos que quieren convertir la minúscula plaza de la
Estela de Luz en su Plaza del Sol basen su militancia en jóvenes de
universidades privadas donde reciben preparación para la élite, es decir, para la dirección de empresas privadas, de
empresas fuera del país y de posiciones altas de gobierno o la perpetuación de vicios del sistema capitalista
para el cual son entrenados para mantener.
En el 68 mexicano, el movimiento
estudiantil se movió entre la protesta antisistémica
y, por iniciativa del escritor José Revueltas, la conformación de un nuevo modelo de educación; marxista al
fin, Revueltas tuvo la certeza de que el cambio de estructuras sociales y
productivas sólo podría hacerlo la clase obrera y los estudiantes --pese a su
entusiasmo-- no iban a cambiar el mundo y por tanto le dio contenido realista a la protesta estudiantil con el objetivo de
reformar el modelo de educación y buscar la autogestión universitaria y la universidad crítica, pero crítica hacia sí mismas para poder tener coherencia
en la crítica hacia el sistema político.
Si la movilización de jóvenes de
universidades privadas se agota
--como parece ser-- en la protesta contra la política de control informativo de
Televisa, entonces se trata de demasiada protesta para objetivos menores, más aún si muchos de sus
profesores trabajan en programas de Televisa.
La verdadera lucha no ni el voto ni
por la transformación de los
subsistemas que pululan alrededor de vigente sistema político priísta; y entre
ellos, ocupa un lugar primordial el subsistema educativo, sin duda una de las herencias del viejo PRI que diseñó la
educación como un aparato de control
político, ideológico y conductual de las masas, lo mismo en la educación
pública que en la privada.
Lo malo para los jóvenes indignados mexicanos es que sobrevive funcionalmente el subsistema
educativo en la educación priísta (UNAM), que en la perredista (UNAM y
Universidad de la Ciudad e México) y en la privada (educación al servicio de la
ideología política, social y financiera dominante). Y que el sistema político
priísta que domina relaciones sociales, de producción y políticas es el que prohíja las deficiencias democráticas
que no gustan; así, el modelo de televisión vigente no es responsabilidad de las televisoras sino del sistema político
al que se encuentran articulados, y
dentro del cual se localiza el subsistema educativo de adoctrinamiento de los jóvenes.
De poco servirá que se cumpla el “pliego petitorio” de política
abierta de comunicación que exigen a gritos los jóvenes indignados de universidades privadas, si al final de cuentas la formación intelectual de los jóvenes se
orienta a apuntalar el sistema dominante. Extraña que los jóvenes sigan
cometiendo el error de concepción teórica de querer cambiar el mundo en el
subsistema educativo, sin modificar el sistema ideológico de la dominación
política. Por eso Revueltas hablaba que “la autogestión académica es, ante
todo, una toma de conciencia” y
señalaba que la verdadera revolución educativa y de conciencias era la desenajenación vía la modificación de
los programas de estudio y de los mecanismos de propiedad de los centros
educativos.
Si deveras los indignados quieren cambiar el papel de los jóvenes, deben comenzar
por sus programas académicos y por
la estructura de propiedad de las
universidades privadas.
@carlosramirezh
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No estoy deacuerdo con la crítica. Creo que esos reproches de "falta de objetivos concretos" y eso no vienen al caso para un movimiento casi espontáneo que apenas empezó hace menos de 10 días... Las críticas son válidas en el marco de la formación de una agenda, pero no para descalificar a un movimiento horizontal con criterios que no son del todo compatibles a estas nuevas formas de protesta (como la fetichización por la "institucionalización"). Celebro la equivalencia de identidades entre universidades públicas y privadas... y me parecen absurdas las críticas que presentan como una especie de "incongruencia" que los "privilegiados" se manifiesten.
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