INDICADOR POLITICO
+ Prensa-narco:
sólo lavar caras
+ Scherer,
el Mayo y Veracruz
Carlos
Ramírez
Para Lulú y Chonita, cabecitas blancas
Los arteros asesinatos de
periodistas realizados presuntamente por bandas criminales de los cárteles de la droga hay dejado claras
las agendas políticas de grupos
involucrados pero también han servido a algunos comunicadores para lavar responsabilidades propias.
El asesinato de la periodista
veracruzana Regina Martínez --que hasta ahora carece siquiera de hipótesis confiables-- fue manipulado por el periodista y dueño de Proceso, Julio Scherer García, para auto victimarse y usado para demostrar una campaña supuestamente federal en contra de la publicación.
Sin embargo, el asunto es más sencillo: sin pudor, Scherer sólo
quiere regresar al territorio del
periodismo después de que él y la revista Proceso
fueran usados en mayo de 2010 en una operación de relaciones públicas por una facción del cártel de Sinaloa y Scherer apareciera bajo el brazo protector del temible narco Ismael El Mayo Zambada en un abrazo de
camaradería.
Al apropiarse del cadáver de Regina Martínez y señalar que un crimen sin hipótesis era parte de la campaña contra
Proceso, en realidad Scherer
solamente quiso lavarse políticamente la cara por su encuentro --que no
entrevista-- con El Mayo Zambada. Lo
interesante del asunto es que Veracruz, donde fue asesinada la periodista, es
hoy territorio en disputa entre el Cártel de Sinaloa de Joaquín El Chapo Guzmán y su aliado El Mayo Zambada y el cártel de Los Zetas de Heriberto Lazcano El
Lazca.
En este contexto, la reaparición de Scherer en la escena
pública para meter a fuerzas el
asesinato de la periodista Martínez en una supuesta campaña contra Proceso debe remitir a un escenario de
análisis que revive aquel encuentro de Scherer con El Mayo y obliga a los demás periodistas a ser precisamente periodistas y analistas y no dejarse arrastrar por
las pasiones del momento.
En este contexto, destaca
sobremanera el hecho de que las protestas de los periodistas se han endosado directamente contra el gobierno de
Calderón y el gobernador Javier Duarte, pero hasta ahora no existe algún pronunciamiento directo de los periodistas contra los capos del narco --desde el
Chapo, hasta El Lazca, pasando
por El Mayo, los Carrillo y otros--
por ser los verdaderos responsables
del asesinato y desaparición de trabajadores de la información.
Si bien es cierto que los
gobernantes tienen la tarea
obligatoria de dar protección a los ciudadanos, hasta ahora los asesinatos de
periodistas han sido acreditados a narcos
y delincuentes. Pero también hasta este momento no hay desplegados de periodistas ni denuncias contra los capos exigiendo su rendición. En este
sentido, la protesta de los periodistas contra los gobiernos forma parte del juego político de los narcos para usar
a los periodistas contra las autoridades.
En todo caso, las autoridades federales
no se han atrevido a publicar
evidencias, testimonios y pruebas de que trabajadores de la información han
comenzado a ser cooptados por los cárteles
de la droga como informantes, con la
complicidad o negligencia de las autoridades estatales y municipales. Los dos
gobiernos federales panistas fueron incapaces
de tomar los hilos de relación de la autoridad con la prensa y algunas bandas
criminales han sido capaces de relacionarse con algunos medios. El abrazo de Scherer con El Mayo Zambada todavía no se analiza
con la profundidad que merece, aunque el asesinato de la periodista Martínez en
Veracruz podría ser parte del escenario de revaluación
del asunto.
Los periodistas merecen condiciones de seguridad para
su trabajo, pero el periodismo de denuncia contra el poder tiene sus riesgos
implícitos y asumibles. Lo que debe
manejarse con cuidado es el análisis de circunstancias:
expertos en indagaciones de crímenes consideran, por ejemplo, que los narcos
nunca entran a casas de periodistas ni torturan sino que secuestran, levantan, desaparecen y asesinan en
lugares despoblados; por tanto, el asesinato de la periodista Martínez debe ser
analizado con cuidado para no
adelantar vísperas. Eso sí, la prensa veracruzana, ante bandas criminales que
han rebasado a las autoridades
locales, ha quedado en medio de la
disputa criminal El Chapo-El Mayo contra El Lazca. Y Scherer debe aclarar
su encuentro de relaciones públicas con El
Mayo antes de manipular el caso
de la periodista Martínez.
Asimismo, organismos
internacionales deben actuar contra bandas criminales con la misma enjundia como cuestionan a
autoridades de países donde la violencia criminal va in crescendo. Ningún estatuto de prensa ni código de protección
será suficiente para un periodista que quiere la gloria de la denuncia de bandas criminales y de sus complicidades
con las autoridades. En todo caso, lo único que queda para proteger a los
periodistas es darles un estatus
diplomático en coberturas de guerra y con ello permitir el involucramiento de instancias de supervisión jurídica
internacional. Ahora mismo, con impunidad, las narcoterroristas FARC mantienen secuestrado a un periodista francés.
Asimismo, la prensa misma debe
tener claros sus adversarios y sus
denuncias y evitar la manipulación
de cadáveres para agendas particulares. Y en ese punto, con el asesinato de la
periodista Martínez, Scherer debe aclarar
su abrazo con El Mayo Zambada, sobre
todo porque este capo opera en
Veracruz.
Además, opino que Javier Sicilia,
su movimiento, el rector de la UNAM José Narro y la prensa mexicana deben pedir
directamente la rendición
incondicional de Joaquín El Chapo
Guzmán, Ismael El Mayo Zambada,
Heriberto Lazcano El Lazca, Servando
Gómez La Tuta, Juan José El Azul Esparragoza, Vicente Carrillo
Fuentes y otros capos y exigirles la entrega de su arsenal de armas para ser
juzgados como responsables de la
violencia criminal en el tráfico de drogas y de varios de miles de muertos.
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