INDICADOR POLITICO
+ Fuentes,
un intelectual del poder
+ Izquierda
de Revolución Mexicana
Carlos
Ramírez
Si algún concepto definió el papel de Carlos Fuentes como analista
político, sin duda que fue el de intelectual de la Revolución Mexicana. La
propuesta ideológica de Fuentes se centró en la revalidación de los valores del movimiento social de 1910 que
enarbolaba la izquierda oficial del PRI.
La militancia política de Fuentes tuvo cinco tiempos:
1.- Su propuesta de rescatar la propuesta de la Revolución
Mexicana plasmada en la Constitución, aunque nunca pudo explicar coherentemente
su propuesta de “socialismo dentro de la Revolución Mexicana”.
2.- Su declaración de fe cardenista
y el modelo de Lázaro Cárdenas como propuesta
política y de desarrollo, aunque sin racionalizar el corporativismo cardenista
que desarticuló el potencial social
de las clases obrera y campesina.
3.- Su adhesión al discurso político de Luis Echeverría como presidente de
la república en 1971, a pesar del papel de Echeverría en la represión de
Tlatelolco en 1968 y exculpando a
Echeverría del halconazo de 1971.
Fuentes dijo que era un “crimen histórico” dejar solo a Echeverría.
4.- Sus definiciones teóricas y conceptuales a favor del socialismo,
pero cuando menos hasta el 2000 a favor del PRI y de varios de sus candidatos,
por ejemplo por Beatriz Paredes. Al final, el socialismo de Fuentes no fue más
que el cardenismo del capitalismo monopolista
del Estado priísta.
5.- Su rechazo a la transición a la democracia porque en sus ensayos fue
más proclive a defender el modelo social
de la Revolución Mexicana enarbolado por el PRI que a pugnar por la
democratización de la república. Para Fuentes, el sistema político debía medir
su eficacia en función del bienestar
y no de la democracia.
El Carlos Fuentes escritor político
tuvo siempre un hoyo negro en su
biografía intelectual: su apoyo desmedido, apasionado, sentimental y por tanto
acrítico, ciego a veces y unidireccional a Cuba y a la revolución de Fidel
Castro, pero luego vino su largo e inexplicable
silencio cuando los intelectuales rompieron con Castro por la represión a la cultura y a los
intelectuales. Frente a Castro, Fuentes simplemente calló, aunque tramposamente acreditó el impacto cultural del boom latinoamericano de escritores en
los sesenta a la Revolución Cubana y no
a los dos pivotes de esa generación: una literatura más fresca y renovadora y
un modelo envidiable de
comercialización.
Tres estaciones del papel
intelectual y de escritor político de Fuentes:
1.- El manifiesto político del grupo El Espectador y luego la revista El Espectador en 1959, pidiendo la
aplicación de las propuestas
sociales de la Revolución Mexicana priísta. Los seis puntos fueron concretos: 1.-
El cumplimiento estricto de la Constitución. 2.- Respeto incondicional al voto.
3.- Independencia del sindicalismo y elección democrática de dirigentes. 4.-
Definición independiente de actividades políticas en México. Auténticos
partidos políticos. 5.- Eventual integración de un congreso independiente del
ejecutivo. 6.- Manifestación efectiva del pensamiento público. Los firmantes del manifiesto -- Fuentes, Víctor Flores Olea, Enrique
González Pedrero, Jaime García Terrés, Francisco López Cámara y Luis Villoro--
más tarde se sumaron al priísmo de
Echeverría que representaba al viejo PRI, el de la CTM y el control del
legislativo.
2.- La defensa que hizo Carlos Fuentes de Echeverría por el halconazo en las últimas páginas de su
libro Tiempo Mexicano y el elogio del
escritor al presidente que, afirmó, le había devuelto el valor a las palabras. Fuentes fue más allá y declaró:
“dejar aislado a Echeverría es un crimen histórico de los intelectuales” (Excelsior, 22 de julio, 1972). A pesar
de que luego se presentaron pruebas de la responsabilidad
de Echeverría en el halconazo,
fuentes escribió que ese incidente era una presión de la derecha para
establecer una dictadura fascista en México; “¿cómo?, obligando a Echeverría a reprimir”. En 1975, a punto de la
nominación de José López Portillo como sucesor priísta, Fuentes fue designado embajador de Echeverría en Francia. La ironía del destino que refrendó lo que
Fuentes nunca quiso aceptar --el componente reaccionario del régimen priísta--
se confirmó en 1977 cuando López Portillo designó a Gustavo Díaz Ordaz como
embajador ante el gobierno democrático
de España.
3.- Pero antes de su renuncia,
Fuentes como embajador participó como miembro
del consejo consultivo del PRI durante la campaña presidencial de López
Portillo. En una reunión del IEPES del PRI en noviembre de 1975 --el tema era
la minería--, Fuentes dedicó su
texto a elogiar a Echeverría: “el
extraordinario esfuerzo realizado por Echeverría para recobrar la identidad de los principios y la acción”; y: “el
gobierno de Echeverría (ejemplo del culto a la personalidad) ha sido el menos personalista de la historia”. Más:
“Echeverría se ha despojado de todo
individualismo de poder para abrir un nuevo camino colectivo en México”.
Al final, Fuentes nunca supo racionalizar lo que llamó la
“inexplicable e indefendible coexistencia
dentro del mismo régimen” de un economista de izquierda como Horacio Flores de
la Peña y el ex cacique magisterial José Robles Martínez, aunque se trataba
justamente de la esencia dialéctica
del régimen priísta. Pero a Fuentes sólo le preocupó defender a Echeverría: “lejos
de consagrar la política de represión, Echeverría optó por una política de democratización”. Y luego aceptó, con
cinismo: “¿mayor sutileza, mayor habilidad, incluso mayor hipocresía, como alegan algunos? ¡Qué bueno! Aprovechemos esa habilidad, esa sutileza, esa supuesta
hipocresía para ampliar los márgenes
de una libertad que no ha sido producto de una concesión graciosa (aunque
escribió que fue decisión de
Echeverría), sino producto real de las luchas civiles de 1868 y también de las
transformaciones sociales ocurridas y acumuladas (por el PRI) durante el último
medio siglo” (Opciones críticas en el
verano de nuestro descontento, Plural
No. 1, agosto de 1972).
Para Fuentes la democratización
tendría que venir desde el fondo del
régimen priísta, aunque al final fue decisión del voto del 2000 contra el PRI.
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