INDICADOR POLITICO
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Laboral: PRD como PRI vergonzante
+ Camacho:
reformar desde Senado
Carlos
Ramírez
En 1974, el entonces flamante
secretario del Trabajo y Previsión Social del gabinete de Luis Echeverría,
Porfirio Muñoz Ledo, montó en cólera
cuando se publicaron dos ensayos del entonces politólogo y hoy senador
perredista Manuel Camacho Solís desnudando el sistema sindical y sus complicidades con el Estado.
A lo largo de su vida académica en
El Colegio de México, Camacho centró
sus investigaciones en el sistema político y dedicó varios ensayos críticos al
movimiento obrero priísta. De ahí que Camacho tiene en sus manos la posibilidad
de que el PRD brinque las maniobras
de los diputados lopezobradoristas que no impulsaron la rendición de cuentas de
los líderes, aunque las pejebancadas
han sido muy estridentes en acusar
al PRI de mantener a los líderes sindicales como intocables.
En sus ensayos, Camacho consideró
al sindicalismo priísta como un obstáculo
para la democratización. Ahora como senador del PRD, Camacho tiene la
oportunidad de construir en la discusión laboral una alianza para evitar que los líderes sindicales sigan
como uno de los “feudos de poder” del régimen priísta vigente. Los dos sexenios
panistas perdieron la oportunidad de
construir desde el poder y desde el Estado un sindicalismo dinámico, porque prefirieron
“entenderse” con la casta sindical.
La iniciativa de reforma laboral
del presidente Calderón quiso resolver, al final del periodo y con un
presidente electo del PRI, la agenda
sindical. La minuta enviada por la Cámara de Diputados al Senado excluyó el tema de la rendición de
cuentas de los líderes sindicales, es decir, dejó intocado el tema del poder obrero. De ahí que el Senado tiene la
oportunidad de cuando menos abrir un
verdadero debate sobre la política laboral que tiene que ver sustancialmente
con la reforma al sindicalismo como
parte de la política productiva.
Los enfoques sindicalistas de los
legisladores se agotaron en la dinámica apoyo-repudio, sin analizar la relación de los sindicatos con el Estado, con el
gobierno, con los partidos y con la sociedad. En la doctrina priísta, la alianza histórica de los trabajadores con el
Estado obedecía al criterio de que los trabajadores reproducían en sus beneficios el bienestar de la sociedad; sin
embargo, hoy los sindicatos pelean prestaciones que no se transforman en beneficios sociales; al contrario, las
prestaciones se conceden quitándole gasto social al gobierno.
En su ensayo El futuro inmediato, publicado en la colección “La clase obrera en
la historia de México”, coordinado por Pablo González Casanova, Camacho analizó
las opciones del sindicalismo de
izquierda y opositor, justamente el sector que hoy en día pudiera ser el detonador de una reconfiguración del
papel de los sindicatos en la sociedad y en la estabilidad, aunque esos
sindicatos de izquierda han reproducido
y hasta magnificado los vicios del sindicalismo priísta.
Entre las opciones del sindicalismo
de izquierda y opositor, Camacho planteó las tres existentes: detonar la organización proletaria desde un sector
estratégico, trabajo en la organización de las masas y construir la alternativa
revolucionaria socialista. Pero planteó una cuarta que hoy se presenta como posibilidad para evitar que el PAN
y el PRI posterguen por otro sexenio la reforma laboral y la reorganización del
sindicalismo como una forma de reconfigurar
el modelo de desarrollo: la opción de “luchar al interior del sistema”
político.
El sindicalismo independiente y
anclado en la izquierda debería ser el factor de ruptura democrática, aunque a lo largo de su existencia disidente
prefirió encontrar el camino del entendimiento
con el sistema político priísta y moverse en la comodidad de una oposición en busca de beneficios y el régimen priísta
cumplió su parte al mantener excluidos
a los independientes aunque tranquilizados con salarios y liderazgos
intocables. Una verdadera reforma laboral, siguiendo el razonamiento de
Camacho, podría comenzar con el sindicalismo
independiente de izquierda y opositor, pero con la condición de que debería de renovar sus liderazgos y asumir por
decisión propia límites y controles al ejercicio de las direcciones políticas y
una rendición de cuentas hacia la
sociedad y los propios trabajadores.
El regreso del PRI a la presidencia
de la república podría reconstruir
los mecanismos de control social que Camacho describió en ese ensayo y en otro
titulado “Control sobre el movimiento obrero de México”, reproducido en el
libro Lecturas de política mexicana,
de El Colegio de México. El modelo
priísta de los setenta y ochenta basa el control en cuatro mecanismos: los empresarios y éstos articulados al gobierno
y al Estado, los liderazgos sindicales ajenos
a los intereses de los trabajadores, la estructura legal del gobierno y la
represión. Al final, se controlaba
al sector obrero pero ese control repercutía negativamente en la productividad
y por tanto en la competitividad de la economía.
El dilema sindical hoy es muy claro: o pactar con los sindicatos para
seguirlos asumiendo como factor de inestabilidad pero sometiendo a los trabajadores
a la triple explotación por parte de
la empresa, la política económica y los líderes o reorganizar el sector para reactivar el papel sindicalista en la
economía y regresarle a los trabajadores los beneficios de liderazgos
sindicales democráticos.
Como senador perredista, Camacho
podría llevar al PRD a corregir el
fracaso de la reforma laboral en la Cámara de Diputados.
@carlosramirezh
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