INDICADOR POLITICO
+ La
transición y los dinosaurios
+ El
México que fue y ya no es
Carlos
Ramírez
La anécdota ha sido contada aquí:
días antes de su artero asesinato en el aciago 1994, José Francisco Ruiz
Massieu preguntó a analistas de su confianza desde dónde se podría operar la transición democrática, si desde la
Cámara de Diputados o desde la Secretaría de Gobernación.
Observador agudo de la transición democrática de España y coordinador de un
libro sobre las transiciones que publicó en la entonces Fundación Siglo XXI del
PRI, Ruiz Massieu había entendido una clave
del proceso español por el papel de Adolfo Suárez en esa operación
democratizadora, saliendo directamente del Movimiento, la falange política del
franquismo, para democratizar el sistema:
--Las transiciones las hacen los dinosaurios.
En medio de la desesperación
mediática de López Obrador para ocultar
su segunda derrota en elecciones presidenciales, de medios agobiados por
amarrar navajas en confrontaciones en las élites, de una violencia criminal no analizada, el tema del regreso del PRI al poder ha quedado
relegado del verdadero debate que
debiera darse en la segunda alternancia mexicana: qué tipo de PRI estará en el ejercicio del gobierno
y qué tipo de sociedad existe en el
país.
Por lo pronto, dos discursos no han sido insertados en la agenda de
los debates políticos: el de Enrique Peña Nieto del 21 de mayo en el que
definió la presidencia democrática y
el de Manlio Fabio Beltrones el 9 de agosto en la reunión de grupos
parlamentarios priístas con Peña Nieto. Más que por lo que prometieron en cuanto al ejercicio del poder por el PRI en su
regreso a la presidencia de la república, ambos pronunciamientos pueden leerse
también como el registro político
por parte de los que serán jefes del ejecutivo y del legislativo sobre el
México diferente que les tocará
gobernar. En cuanto a pronunciamientos políticos, los dos delinearon lo que cambió en México y que, sin duda, impedirá la restauración del viejo régimen, aunque existe el peligro que la falta
de reformas de las instituciones nuevamente permita un sistema político priísta
bastardo.
En su discurso de la presidencia
democrática --leído al calor del nacimiento del movimiento YoSoy132--, Peña señaló sus compromisos
que no fueron sino, dialécticamente asumidos, el reconocimiento de la conquista social en los últimos años
del viejo régimen priísta y en los doce años de gobierno panista. Es decir,
serían los puntos que el PRI en la presidencia ya no podrá modificar, y en todo caso podría hasta enfrentar una profundización de esas prácticas
políticas ganadas por la sociedad.
--Libertad de manifestación.
--Libertad de expresión.
--Derechos humanos.
--División de poderes.
-.Elecciones libres.
--Transparencia y rendición de
cuentas.
--Federalismo y transparencia.
Beltrones, por su parte, hizo una
definición conceptual de largo
alcance: ya no habló de mayoría o de primera minoría sino de “grupo mayor”, lo cual implica que el
41.4% de la bancada priísta sería el pivote
de las reformas pero sin agobiar por su número. Lo importante es que los
pronunciamientos de Peña Nieto y Beltrones se realizan antes de la toma de posesión de ambos de sus cargos y por tanto se
convirtieron en puntos de compromiso
que la sociedad y los medios debieran de asumir como puntos de referencia de sus actuaciones.
Asimismo, Beltrones también mandó
un guiño en el artículo que publicó
en Reforma en lunes pasado al retomar
los aspectos esenciales de su discurso ante legisladores electos priístas: la
cita que hizo de Miguel Roca, uno de los arquitectos de la Constitución que cerró el candado de la transición
democrática de España para evitar regresiones o restauraciones, y referida al
papel político de los pactos o
acuerdos entre las fuerzas políticas para consolidar los cambios democráticos.
México ya consiguió la transición
democrática al pasar de un régimen autoritario con partido dominante a procesos
electorales que permitirán alternancia del PRI al PAN y del PAN al PRI.
Experimentadas dos alternancias, lo
que le ha faltado a la transición mexicana y debe venir es la construcción de la democracia; por sí mismas, las
alternancias son parte de la democracia pero no su esencia. México carece de un sistema político como el
español que permita un Adolfo Suárez para operar simultáneamente una transición
democrática-instauración democrática en sucesión de tres esquemas de tres años:
reforma política para voto libre, reforma del modelo de desarrollo y pacto
constitucional. La transición española fue programada,
con una hoja de ruta; la de México ha sido de circunstancias, eludiendo las rupturas revolucionarias y violentas,
de botepronto.
Estudioso de los Pactos de la
Moncloa, el acuerdo entre todas las fuerzas políticas que modernizó el modelo
de desarrollo de España y enterró el
falangismo económico español, Beltrones parece haber entendido que la salida de
la crisis del desarrollo de México se encuentra en el pacto-acuerdo de las
reformas que modernicen el modelo de desarrollo. Sólo que el principal obstáculo para ese presunto Pacto Mexicano se localiza en la
resistencia de grupos del falangismo
económico mexicano --la estructura corporativa tanto empresarial como sindical--
y todos ellos configurados en el Estado priísta.
La ingobernabilidad mexicana sólo tendrá solución cuando las reformas
a las instituciones promovidas por la élite gobernante sean cuando menos iguales a las exigidas por la
reactivada sociedad mexicana. Hasta ahora, la reforma política en cámara lenta --1988-2000-- tapó hoyos y
destapó otros y no obedeció a la
única salida que tiene el país: la construcción de un nuevo consenso nacional, luego de que se
agotó el consenso de la Revolución Mexicana. Ahí se verá si el PRI viene por la
restauración o la reforma nacional.
@carlosramirezh
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