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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

martes, 4 de enero de 2011

3-Enero-2011, Lunes.

INDICADOR POLITICO


+ EU: seguridad interna ineficaz
+ Privilegiar miedo, única opción

Carlos Ramírez

HOUSTON, Texas.- La vigilancia antiterrorista dentro de los Estados Unidos se ha convertido en un dolor de cabeza para las autoridades. Ante la imposibilidad de establecer mecanismos eficaces, la Casa Blanca y sus agencias de seguridad han optado por imponer el miedo como el último recurso.
Lo malo es que persiste el problema de la falta de seguridad. A principios de diciembre un piloto radicado en Sacramento, California, subió a Youtube varios videos que rompen con las supuestamente estrictas medidas de seguridad en los aeropuertos, incluyendo el hecho de que él mismo introdujo una pistola a la cabina de mano del avión comercial y grabó escenas en zonas prohibidas.
Ante la imposibilidad práctica de vigilar a los usuarios de aviones, la estrategia de seguridad oficial de los EU se ha orientado a imponer el miedo: todos los usuarios de los aeropuertos son vistos como sospechosos de ser terroristas y son tratados como tales. Pero las autoridades llevan las de perder. Ante las quejas sociales por el uso de los escáner de rayos equis, la decisión oficial fue la de posponer su uso. Los aparatos existen en las salas de acceso de Houston pero sin operar.
Eso sí, el país más poderoso del mundo ha tenido que imponer una de las decisiones que indican su impotencia en materia de seguridad: los pasajeros son obligados a quitarse los zapatos pero sin contar con alfombras especiales que impidan el frío del piso en zonas de bajas temperaturas ni posibles infecciones. Por eso resulta patética la imagen de pasajeros descalzos como si se viviera la época de las cavernas en el país más industrializado del mundo.
En los mostradores de migración, los extranjeros son vistos --todos-- como potenciales terroristas. Eso sí, en las salas de ingreso existen carteles que señalan que los agentes de migración oficialmente son el rostro de los EU; y las fotos muestran caras amables que en realidad no existen. Al azar, pasajeros son llevados a salas especiales para interrogarlos sin motivo aparente. Al final, la intención es imponer el miedo como método de seguridad.
Así, como decía el novelista italiano Leonardo Sciascia en los casos de las políticas de seguridad del Estado contra las mafias, “la seguridad del poder se basa en la inseguridad de los ciudadanos”. Mientras los ciudadanos se sientan inseguros, el Estado asume la capacidad de control social sobre los ciudadanos. El miedo se transforma en un instrumento de poder. Al final lo que menos importa es la seguridad en sí misma --es decir, la reducción de espacios para actividades violentas contra el Estado, sus instituciones y sus posesiones-- puesto que lo que se busca es imponer el poder coercitivo del Estado sobre los ciudadanos, no sobre los presuntos terroristas.
El rostro autoritario de los agentes de migración en los mostradores de ingreso a los EU y los agentes de la agencia de seguridad que revisan las maletas tienen la función de intimidar a los ciudadanos, no de buscar a presuntos terroristas. Al verse intimidados, los ciudadanos dan por sentado que deben sentirse más seguros.
Las actuales estrategias de seguridad antiterroristas de los Estados Unidos fueron herencia del gobierno de George W. Bush y están sustentadas en la ley patriótica que viola sistemáticamente los derechos humanos de los ciudadanos. Y ya no se trata sólo de regresar a las épocas prehistóricas en las que los hombres caminaban descalzos sino del hecho de que agentes de seguridad de manera aleatoria aplican a pasajeros papeles especiales que rastrean existencia de posibles sustancias tóxicas en las manos. Así, cada ciudadano es visto como un potencial terrorista.
Los estadunidenses han aceptado sin protestar el aumento en las medidas de seguridad en los aeropuertos. Esta aceptación forma parte de la nueva lógica del poder que defiende un sistema de vida basado fundamentalmente en la presencia militar de los EU en otros países que son considerados un riesgo para la seguridad de los propios EU. Los soldados dentro de los EU tienen cada día mayores privilegios y respetos sociales, incluyendo un descuento permanente en algunos restaurantes mostrando su identificación. La sociedad silenciosa --a la que aludía Nixon en la guerra de Vietnam-- acepta incomodidades ante el miedo inducido de que el terrorismo quiere terminar con el american way of life o modo de vida estadunidense.
Lo contrastante es el aumento en las medidas de seguridad en los aeropuertos y el relajamiento en la seguridad en zonas comerciales y de descanso. De ahí la inferencia de que los EU tendrían más temores por atentados contra aviones que contra aglomeraciones. Por eso también los EU se han acreditado la iniciativa de supervisar y calificar la seguridad en otros aeropuertos del mundo, aunque el piloto de Sacramento haya burlado --y se haya burlado-- de las normas “estrictas” de seguridad en aeropuertos estadunidenses.
Lo peor, al final de cuentas, es que los temores estadunidenses en aeropuertos podrían servir de indicadores del fracaso de las guerras de los EU en el Medio Oriente. Washington ya salió de Irak y se prepara para abandonar Afganistán, pero ha quedado el miedo a atentados terroristas de minorías radicales árabes porque al final de cuentas los terroristas son fantasmas que se mueven en las sombras. De todos modos, los que viven en los EU o visitan sus ciudades deben de pagar su cuota de miedo para afianzar la seguridad del poder.


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