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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

jueves, 27 de enero de 2011

27-Enero-2011, Jueves.

INDICADOR POLITICO


+ Secuestros: el síndrome Diego
+ Los pactos secretos, dormidos

Carlos Ramírez

El secuestro de Diego Fernández de Cevallos aún no ha terminado. El comunicado del martes y la revelación de un acuerdo secreto entre el político y sus plagiarios recuerda con mucho el modelo de los espías dormidos del régimen comunista soviético. Y los misteriosos desaparecedores se acercan a reproducir el Ejército Simbionés de Liberación que plagió a la millonaria Patty Hearst en 1973.
En este sentido, Fernández de Cevallos aparece como un peligro para la seguridad nacional, para la seguridad política del Estado y para el proceso político 2011-2012. La revelación de una solicitud de conmutación de la pena de muerte abrió las dudas sobre qué otras cartas-compromiso por escrito dejó Diego a sus captores y si en ellas hay datos de la política secreta del poder, como dejaron entrever los desaparecedores en algunos de sus comunicados.
El diálogo público entre Diego, sus secuestradores y los medios después de la liberación ha dejado sembradas dudas en expertos en el tema porque implicaría una relación de secuestro a posteriori. En 1973, la hija del multimillonario periodístico William Hearst fue secuestrada. Los plagiarios exigieron que el magnate --prototipo de la película El ciudadano Kane, de Orson Wells-- repartiera entre pobres 6 millones de dólares de canasta de comida, con pavos incluidos. Diego se comprometió a un discurso contra la pobreza.
Luego de una severa tortura sicológica y de control mental --similar a la de la CIA y parecida a la revelada en la película El candidato de Manchuria--, Patty Hearst se unió a la guerrilla urbana y cambio su nombre al de Tania, igual a la de la compañera del Che Guevara. Pero fue capturada y encarcelada, aunque beneficiada por el poder de su padre y sus relaciones con los presidentes Jimmy Carter y Bill Clinton. El ESL fue destruido.
El modelo de los espías dormidos fue diseñado por los comunistas soviéticos: plantar, vía tratamiento sicológico, a rusos preparados en el lenguaje, acento y cultura estadunidense y dejarlos ahí durante años, hasta ser puestos en movimientos para presuntos atentados. Durante años hicieron mofa de esta estrategia pero algunos libros de ex espías rusos le han dado cierta credibilidad a la historia.
Lo que ha abierto el interés de expertos en el caso Diego ha sido el diálogo entre secuestrado y secuestradores después de la liberación. No se tienen datos si Diego ha contado a las autoridades mexicanas todo lo ocurrido en su secuestro, las conversaciones con sus secuestradores y la información que dio a los secuestradores a cambio de su liberación. Las dudas en los medios sobre las fechas de liberación provocaron la intervención de los misteriosos desaparecedores.
En este contexto, la tesis que manejan expertos es que el secuestro de Diego no ha terminado y su liberación pudiera ser vista como una forma del grupo plagiario de sembrar un informante en el sistema político. Aquí se ubica también el hecho de que el PAN ha hecho a un lado a Diego de la política. La carta sobre la pena de muerte conmutada fue el recordatorio a Diego de que hay mucho más latente en el secuestro. Por tanto, Diego es un peligro para la seguridad política del Estado.
El martes que se recicló el secuestro porque a los misteriosos desaparecedores no les gustó el tono de las declaraciones de Diego ni el escepticismo de los medios, el propio político dio a conocer un acuerdo secreto para conmutar la pena de muerte --que no era tal sino vil asesinato porque la pena de muerte debe estar reglamentada por las leyes-- y reveló el compromiso de su liberación a cambio de asumir un “discurso por los pobres”. Por eso no está tan desencaminado quien se refiera a Diego como el Patty Hearst mexicano.
El secuestro de Diego hace recordar también la misteriosa desaparición del político en 1994 después de su aplastante victoria en el debate entre candidatos presidenciales y la forma en que apabulló a Ernesto Zedillo y a Cuauhtémoc Cárdenas. Pero luego de haber repuntado en las encuestas y abrir posibilidades de victoria, Diego desapareció de la escena y le dejó el camino abierto a Zedillo. En aquel entonces se atribuyó es maniobra al presidente Carlos Salinas, amigo personal de Diego. Zedillo ganó las elecciones. Hasta la fecha, la desaparición de Diego en 1994 sigue en el misterio pero el secuestro de ahora puede existir alguna correlación con aquél.
Fernández de Cevallos no es un improvisado. Ha participado en negociaciones políticas de enorme dimensión. Los misteriosos desaparecedores dijeron que el político había confesado muchas cosas durante el plagio: unas impresionantes redes de poder y complicidad. Por eso el análisis del caso Diego va más allá del síndrome de Estocolmo --prisioneros que por sí mismo confesaron simpatías con secuestradores en un asalto a un banco en agosto de 1973-- y se localiza más bien en el escenario del síndrome Patty Hearst, secuestrada en febrero de 1974, sometida a técnicas sicológicas de control mental tipo CIA y transformada a guerrillera; luego de la cárcel, regreso a su propia realidad. Hay que comparar el contenido de los comunicados del Ejército Simbionés de Liberación (SLA por su nombre en inglés) con los de los misteriosos desaparecedores y en ambos hay un tono similar de siquiatría.
Si bien el secuestro de Diego no ha terminado, habrá que revisar otros dos casos: el secuestro y asesinato de Aldo Moro en marzo de 1978 cuando se dirigía a firmar el compromiso histórico de alianza de la Democracia Cristiana con el Partido Comunista. Y el secuestro de la política colombiana Ingrid Betancourt, plagiada durante seis años pero con la decisión de ella de no ceder ni un palmo, lo que llevó al llamado síndrome Betancourt o el de la dignidad humana al sobreponerse al chantaje de los secuestradores.


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