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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Indicador Político 30-septiembre-2010, Miércoles.

+ UNAM: las deudas del PRI
+ Crisis inducidas por priístas

Carlos Ramírez

Cuando los legisladores priístas aplaudieron de pie el discurso del rector José Narro Robles por los cien años de fundación de la UNAM, en el fondo de muchos de ellos estaban las evidencias de la participación directa del PRI en las severas crisis de esa casa de estudios para confrontar su radicalización ideológica.
Peor aún, algunos de los presentes, de una u otra forma, contribuyeron a esas crisis. Dos de ellas fueron históricas: la agresión física y humillante contra el rector Ignacio Chávez en 1966 por hordas manejadas desde el PRI de Díaz Ordaz y la toma de la rectoría a mediados de 1972 por porros dependientes del PRI en contra del rector Pablo González Casanova.
En medio quedó la dimensión también histórica de que el movimiento estudiantil de 1968 se construyó contra el sistema priísta, el Estado priísta y la educación priísta. Fue, pues, una rebelión contra el PRI. Por ello la extrañeza de algunos universitarios por la pleitesía del rector Narro Robles a los legisladores priístas, algunos de los cuales estuvieron en los gobiernos que agredieron a la universidad en un paso no tan remoto.
De ahí la importancia de analizar el discurso del rector Narro Robles en el contexto de la recuperación de la UNAM para el PRI, toda vez que cuando menos los diez últimos rectores --con la excepción de González Casanova-- militaron en el PRI. Y el actual rector fue militante del PRI y laboró como subsecretario de Gobernación en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. De ahí también la tesis de que la estrategia del rector Narro Robles va en el sentido de convertir a la UNAM en un Camelot priísta, aprovechando que hoy gobierna el PAN pero sin reconocer que la alternancia fue posible por una larga y dolorosa crisis nacional acreditada a los últimos gobiernos priístas dirigidos por egresados de la UNAM.
Por tanto, el debate en la UNAM no debe apuntar a la restauración del Estado priísta sino a la reforma de la educación superior para convertirla en pivote del desarrollo. Sin embargo, la UNAM entró ya en una burocratización tan profunda que su comunidad de investigadores, profesores y trabajadores exigen condiciones de trabajo excepcionales, en tanto que los estudiantes reciben una educación caótica, sin rumbo y sólo para capacitarlos para el desempleo.
La UNAM ha querido presentarse como una patente de corso. En su discurso, el rector Narro Robles recordó que los universitarios han estado presentes en las grandes transformaciones nacionales. Pero también escondió el papel de los egresados de la UNAM en las crisis. Por ejemplo, Adolfo López Mateos estudió en la UNAM, en tanto que Díaz Ordaz lo hizo en la Universidad de Puebla. Y Luis Echeverría también egresó de la UNAM. Los tres están vinculados directamente con la represión. Y del otro lado, Javier Barros Sierra fue secretario de Obras Públicas del gobierno represor de López Mateos y llegó a la rectoría con el apoyo de Díaz Ordaz, además de que fue precandidato presidencial priísta.
El fracaso de los rectores últimos, de Guillermo Soberón (1972) al actual Narro Robles (termina el 2011) ha radicado en su incapacidad para redefinir el modelo educativo y ha pecado de exceso de distracción al problema del genoma priísta en el ADN de la UNAM. El único proyecto realmente reformado fue el de González Casanova, pero se hundió cuando dos porros priístas, Miguel Castro Bustos y Mario Falcón, secuestraron la rectoría. Al terminar el conflicto, Castro Bustos fue protegido por el senador priísta Rubén Figueroa.
Los discursos del rector Narro Robles en torno a la UNAM en su centenario confirmaron la tesis de que “elogio en boca propia es vituperio”. Un rector no puede ser tan inconsecuente como para recargarse en los priístas que quieren regresar al poder presidencial pero olvidando los agravios del PRI en contra de la Universidad. Las grandes represiones universitarias fueron realizadas por… egresados de la UNAM.
Y del otro lado, el rector Narro Robles también guardó silencio ante el papel de la izquierda en las grandes crisis de la UNAM, hoy apenas sobreviviente en el PRD de ex priístas. Una de ellas tiene a la UNAM arrinconada: el sindicato universitario es hoy un lastre para el presupuesto y para el reparto de las áreas de poder en la estructura universitaria. Los líderes del sindicato son legisladores del PRD, pero con condiciones de trabajo que no existen en empresas privadas por su costo creciente. En el fondo, la ofensiva del sindicalismo universitario derivó en la renuncia del rector González Casanova.
El centenario de la fundación de la UNAM requiere de un debate serio y a fondo, más allá de los sentimentalismos de las goyas. En el área humanista, la UNAM ha perdido impulso y creatividad y ha ganado dogmatismo. Filosofía sobrevive por sus escritores mal pagados, Economía no puede romper con el marxismo, Ciencias Políticas es izquierda sin inflexiones y Derecho depende sólo de sus grandes maestros.
La UNAM sobrevive por un entendimiento que nada tiene que ver con la educación: la dirección administrativa permanece a condición de no modificar el reparto del poder en la comunidad. El rector Narro Robles exige más presupuesto sin ofrecer a cambio la gran reforma universitaria que necesita el país en esta crisis. Por eso la UNAM clamó en este centenario por la restauración del Estado priísta, aunque sus problemas vienen directamente del régimen priísta, no de los gobiernos panistas.


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