INDICADOR POLITICO
+ Ebrard: ahora macho ¿omega?
+ Trife: sin pena no hay delito
Carlos Ramírez
1.- El gesto de la broma de mal gusto de Marcelo Ebrard al levantar una caja con una docena de huevos y retar “para que los vea el cardenal”, no sólo fue un acto machista --no alfa sino omega-- sino un reconocimiento de que su demanda contra el cardenal Juan Sandoval Iñiguez fue una chacota.
Y a partir del axioma del recientemente fallecido Armando Jiménez del libro de cabecera Picardía Mexicana de que cada quien presume de lo que carece, el gesto de Ebrard es una falta de respeto a las leyes y al proceso de demanda. Y deja, eso sí, algunos indicios del estilo personal de gobernar del aspirante a la presidencia de la república.
Más cerca de Polo Polo --con todo respeto al maestro del chiste sin censuras-- que de un político de “izquierda”, el jefe de gobierno del DF podría prestarse a miles de interpretaciones que tienen que ver con el papel de los huevos en la cultura mexicana, pero algunos de ellos inclusive con tintes de discriminación muy parecidos a los expresados por la directora del Instituto de las Mujeres del GDF. Lo bueno para Ebrard es que la estridencia es práctica común del neopopulismo perredista.
Eso sí, ahora la demanda de Ebrard adquiere un color de machismo. Y el machismo es una de las expresiones tradicionales de la discriminación, el racismo y el predominio sexual como conducta de dominación política. De ahí que su referencia tenga que ver, vía el machismo, con la homofilia o el machismo por la hegemonía o adoración de una parte del órgano sexual masculino pero asociado a la represión femenina. Y si se busca a fondo, Ebrard mandó un mensaje nada subliminal de tipo machista por la sotana que usan por religión los sacerdotes.
De ahí que Ebrard esté obligado a regresar a la seriedad política o mejor retirar su demanda contra el cardenal Sandoval Iñiguez y desafiarlo a un torneo de albures. Y de paso, cobrar la entrada.
2.- Aunque importante por su significado político-electoral, el dictamen final del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sobre la violación legal del presidente Felipe Calderón con sus spots en tiempos electorales entró en un callejón sin salidas. Existe un principio importante del derecho que señala que “sin pena no hay delito”. Por tanto, la acusación del Trife quedará en mero señalamiento pero lejos de cualquier referencia ilegal.
De acuerdo con el artículo 108 de la Constitución, “el Presidente de la República, durante el tiempo de su encargo, sólo podrá ser acusado por traición a la patria y delitos graves del orden común”. En todo caso, los legisladores tienen en este tema uno de los debates necesarios para reordenar las facultades y limitaciones del presidente de la república. Ya había ocurrido con Vicente Fox el sexenio pasado con sus spots de promoción de la obra federal pero con frases construidas para apoyar al PAN.
Lo único claro es que el dictamen del Trife cuando menos pone algunos candados a la estrategia panista para las elecciones presidenciales del 2012. El dictamen del Trife, por tanto, le quita al PAN uno de sus activos importantes: el presidente de la república y la obra pública. El Trife consideró que el presidente de la república se ubica en una posición de poder similar a los gobernadores y éstos tienen prohibido por ley hacer campañas de difusión de obras en tiempos electorales. La sentencia del Trife mostró que la victoria del PAN tuvo el auxilio de la figura presidencial y de la obra pública federal.
Al final queda la necesidad de una nueva --otra, en efecto-- reforma electoral para llenar los vacíos dejados en varias de las últimas.
3.- El caso de Mexicana de Aviación ilustra el agotamiento del viejo modelo de relaciones laborales tuteladas por el Estado paternalista. Aunque no se trata de regresar a los tiempos de sobreexplotación de la clase trabajadora, sí están comenzado a saltar los costos adicionales de producción que el Estado priísta pagaba para tranquilizar a las masas.
La alternancia, la crisis económica y el colapso fiscal del Estado y la competencia en mercados abiertos han reventado los modelos de proteccionismo sindical. Y no sólo en los sistemas políticos conservadores, sino en los de izquierda: el Partido Socialista Obrero Español, por ejemplo, aprobó recientemente una reforma laboral que abarata los despidos y la misma crisis económica persistente está llevando a reventar el sistema del seguro de desempleo.
El modelo sindical mexicano es producto de la alianza de los trabajadores con el Estado para contrapesar el papel dominante de los empresarios. Sin embargo, el costo de este esquema ha sido alto y se ha convertido en un costo adicional de producción. La alianza viene desde el pacto de la Casa del Obrero Mundial firmado por Carranza con los sindicatos para incorporar a los obreros a la revolución. El punto culminante ocurrió en 1976 cuando Porfirio Muñoz Ledo, secretario del Trabajo del gobierno de Echeverría y entonces presidente del PRI, definió al tricolor como “el partido de los trabajadores”.
La crisis ha estallado porque los sindicatos no han madurado como clase social y el Estado y los empresarios ya no pueden cargar con el costo del paternalismo. De ahí que sea urgente la reforma laboral para mantener conquistas pero también para disminuir la carga laboral en las empresas. Y es reforma la hace la izquierda o la derecha propiciará un desmantelamiento más gravoso para el bienestar de los trabajadores.
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