INDICADOR POLITICO
+ PAN: 2012, reformas pendientes
+ Congreso, además de Los Pinos
Carlos Ramírez
La elección de nuevo presidente del PAN ha sido enmarcada en una trampa política saducea: cualquier respuesta sería autoincriminatoria. Si el presidente de la república mete las manos, malo; si no las mete, malo. Al final, la elección de nuevo dirigente debe tener el objetivo de relanzar el PAN con miras al 2012.
Como siempre ocurre, al PAN le exigen los demás lo que ellos rechazan. Por ejemplo, la elección del presidente nacional del PRI se va a dar al viejo estilo priísta porque ese cargo estará, como siempre, subordinado a los hombres fuertes en turno; y los dos principales precandidatos habrán de pone4rse de acuerdo para que el próximo presidente del PRI esté supeditado al poder presidencial, si el PRI recupera Los Pinos.
En el PRD las cosas están iguales que en el PRI porque el PRD es un partido-espejo del tricolor y su ADN viene del genoma priísta. López Obrador como el hombre fuerte del PRD ya repudió a Jesús Ortega y se va a coordinar con Marcelo Ebrard --el otro precandidato presidencial-- para imponer al próximo dirigente perredista. Y si pasar por consultas democráticas sino en función de la teoría del grupo compacto que bien dominan Manuel Camacho y Ebrard, el sucesor de Ortega será impuesto y por tanto dependiente del que sea candidato presidencial.
Sin embargo, priístas y perredistas quieren que se haga la democracia en los burros del compadre y que la elección del próximo presidente nacional del PAN sea transparente y abierta. Si el presidente Calderón pierde la elección y el sucesor de César Nava se impone, entonces no habrá posibilidades reales de que el PAN gane en el 2012. La realidad de los partidos en México los hace subordinarse a los liderazgos y no a la democracia.
En este contexto y a partir de las teorías neomaquiavélicas de medios-fines que dominan el pragmatismo de los partidos políticos, los liderazgos de las tres principales fuerzas políticas estarán determinado por el objetivo de ganar las elecciones presidenciales del 2012 y no la de dar una lección de democracia griega. Aquel liderazgo partidista que se imponga sobre los hombres fuertes del 2012 tendrá puntos en contra.
El PAN se encuentra en el centro del debate porque es el partido en el poder presidencial. Y el sentido político del PAN fue establecido por el presidente Calderón en su discurso del domingo 28, al celebrar los primeros diez años del PAN en la presidencia: evitar el regreso del PRI. Por tanto, la próxima dirigencia nacional del PAN no tiene razones para la democracia partidista que ningún partido practica y sí debe de tener claro que será la dirigencia nacional para el 2012.
En la lista de aspirantes a la presidencia del PAN no parece haber mucha claridad respecto a las tareas del realismo político de corto plazo. Está desde quien presenta una de las peores imágenes de la eficacia gubernamental y carga en sus espaldas la responsabilidad ética del asesinato de 72 migrantes en Tamaulipas, hasta el oportunismo de quienes quieren someter al presidente de la república a la tradición panista.
Las tareas de la nueva dirigencia del PAN no tienen secretos. Se trata, como lo adelantó el presidente Calderón de mantener la presidencia de la república, pero como lo sostiene el candidato y senador Gustavo Madero también de ganar las dos cámaras para impulsar las reformas que ha frenado el PRI. El gobierno de Fox, por su desventaja política y la ausencia de un proyecto de transición, prefirió la comodidad de pactar con el PRI. Calderón no ha podido impulsar algunas reformas porque las bancadas del PRI en el congreso no quisieron modificar la estructura der dominación del Estado priísta.
Por eso el PAN necesita la mayoría en el Congreso. De poco le servirá mantener la presidencia de la república si al final todo se verá bloqueado en las legislaturas. Y ahí es donde se localiza, en consecuencia, la tarea política del PAN, y no tanto en el ejercicio de una democracia interna que ningún partido está interesado en practicar. Ahí también se localiza la ventaja comparativa del senador Madero, quien padeció las dificultades de una bancada menor a la del PRI. Sin fuerza legislativa, otra presidencia panista estaría sujeta a mayores restricciones políticas.
Como nunca antes, la elección de la próxima dirigencia panista representa la sobrevivencia del panismo en el poder presidencial. La gestión de Germán Martínez Cázares fracasó en las legislativas del 2009 y la de César Nava logró aprovechar las candidaturas de (ex) priístas para ganar en alianza con el PAN, pero con la novedad de que los tres gobernadores aliancistas no apuntalarán la candidatura del PAN a la presidencia sino que jalarán hacia el PRI y el PRD por lo que la novedad aliancista se agotó en la derrota de unas facciones priístas y no la derrota del PRI. La nueva dirigencia tendrá la tarea de cohesionar al PAN en torno no a una figura sino a un proyecto político y electoral para el 2012.
Los cambios en el PRI y en el PRD estarán determinados no sólo por las presidenciales y legislativas federales del 2012 sino también por la subordinación de los dirigentes a las figuras dominantes de los precandidatos. En cambio, esos mismos partidos le exigen al PAN una democracia interna que ellos mismos no practican en sus institutos políticos. Al final, se trata de atarle las manos partidistas al presidente de la república para disminuirle margen de maniobra en el 2012.
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