INDICADOR POLITICO
+ Lo que Vicente Fox quiso decir
+ Con el Chapo, quince minutos
Carlos Ramírez
Como bandera de campaña, el candidato panista Vicente Fox dijo que podía resolver el problema del EZLN “en quince minutos”; no pudo. Hoy se aferra al argumento de una tregua con los cárteles de la droga y una ley de amnistía para en quince minutos perdonarles crímenes a los sicarios y asesinos vinculados al crimen organizado.
En el fondo y a pesar de muchas justificaciones, lo que el ex presidente Fox quiso decir fue lo siguiente: …¡¡¡¡!!!! Bueno, seguramente algo quiso decir y algo quiere decir, pero no alcanza a articularlo con coherencia. Sin embargo, su propuesta implica la rendición del Estado ante el crimen organizado.
La intervención de Fox en el debate sobre la crisis de seguridad y la violencia del narco debería tomar en cuenta dos puntos centrales que permitieron el fortalecimiento del narco en el sexenio de Fox:
1.- La inexplicable y extraña fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero de 2001 que permitió el fortalecimiento de los cárteles, sobre todo porque el gobierno federal abandonó cualquier recaptura. Mientras Fox se dedicaba al disfrute hedonista del poder como sucedáneo, la estructura de poder de los cárteles del crimen organizado se consolidó en Sinaloa y Guadalajara y penetró en Chihuahua, Tamaulipas y Michoacán.
2.- La decisión de Fox de no trabajar la transición del régimen priísta que le heredó justamente los acuerdos secretos entre la estructura de poder priísta con el crimen organizado, lo que derivó en el foxismo como un panismo con PRI. Sin el PRI en el poder y sin un proyecto del PAN para tomar el control de la seguridad, el crimen organizado tuvo con Fox un verdadero día de campo.
Por tanto, Fox quiere desviar la atención de su responsabilidad en la consolidación de los cárteles del narco distrayendo el debate hacia la tregua y la amnistía. Asimismo, Fox ha comenzado a desgastar su argumento de que en su sexenio la violencia disminuyó, pero sin reconocer que ello fue posible porque los cárteles no tenían que luchar por territorios porque el Estado en el sexenio foxista se los había cedido.
La violencia en el sexenio de Calderón ha subido por la decisión de Estado de quitarles territorios de dominio a los cárteles y por la resistencia del crimen organizado a la acción del Estado.
La argumentación de Fox a favor de su propuesta de tregua-amnistía no es falaz ni demagógica, sino chachalaquera. Aplica a los narcos el argumento que usó con los zapatistas de los quince minutos, pero cuando el problema con el EZLN ya estaba resuelto por Zedillo con los Acuerdos de San Andrés. Fox quiso ceder en materia de autonomía indígena pero el Congreso se lo impidió.
Los narcos, sin embargo, no son luchadores sociales sino criminales que lucran con la salud de la sociedad. Y la amnistía se aplica a personas u organizaciones que han usado la violencia para favorecer una causa social o política. La guerrilla apeló a la violencia para luchar por derechos sociales y políticos, en tanto que los cárteles del crimen organizado usan la violencia para sembrar, fabrica, transportar y consumir droga. En el razonamiento --cualquier cosa que ello signifique-- foxista el consumo de droga sería el determinante para ascender al reino de Foxilandia.
Las leyes de amnistía del pasado tuvieron razones de fondo: la de 1978 fue emitida por López Portillo en septiembre como parte de la reforma política que legalizó al Partido Comunista Mexicano y a algunas organizaciones afines o paralelas que formaron guerrillas armadas. Por eso el artículo 1 de la ley de amnistía dejó en claro quiénes eran los destinatarios de la amnistía: los encarcelados “por los delitos de sedición, o porque hayan invitado, instigado o incitado a la rebelión, o por conspiración u otros delitos cometidos formando parte de grupos e impulsados por móviles políticos con el propósito de alterar la vida institucional del país, que no sean contra la vida, la integridad corporal, terrorismo o secuestro”. Asimismo, incluyó a los perseguidos por razones políticas.
La ley de amnistía del 22 de enero de 1994, cuando el gobierno de Salinas había iniciado las negociaciones pero luego de que el ejército mexicano había parado en seco el avance guerrillero, benefició a los detenidos o con orden de aprehensión por “los hechos de violencia, o que tengan relación con ellos, suscitados en varios municipios del Estado de Chiapas” del primero al 20 de enero. Asimismo, convocó a acogerse a la amnistía a quienes participaban, sin orden de aprehensión, en la guerrilla pero “condicionada a la entrega de rehenes y de todo tipo de armas, explosivos, instrumentos u otros objetos empleados en la realización de los mismos”. El EZLN no entregó las armas ni los explosivos.
La tregua solicitada por Fox implicaría la rendición del Estado ante los cárteles del crimen organizado. Asimismo, sería una falta de respeto a la memoria de los muertos. En una guerra la tregua la solicita quien va perdiendo y hasta ahora el Estado le ha arrebatado a los narcos sus territorios, ha arrestado o muerto a más de la mitad de los capos del crimen organizado y ha reducido la famosa federación de cárteles sólo a dos que se encuentran en guerra entre sí: El Chapo Guzmán y Heriberto Lazcano El Lazca, el primero del cártel del Pacífico y el segundo líder de Los Zetas.
En su texto en El Universal, Fox reiteró su propuesta: un grupo internacional de expertos que convoque a una tregua y facilite una ley de amnistía. Si un grupo internacional de expertos toma decisiones nacionales sobre tregua-amnistía, se estaría ante una gravísima violación de la soberanía nacional, implicaría la cesión de decisiones de Estado a extranjeros y sería la señal de que los mexicanos no pueden decidir por sí mismos. Fox cayó en el escenario del consejo de notables del siglo XIX que anduvo en Europa buscando un monarca para gobernar a los ingobernables mexicanos y decidió, con trampas y engaños, por Maximiliano de Habsburgo.
Típico: lo que Fox quiso decir es que no quiso decir lo que dijo.
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