INDICADOR POLITICO
+ Palm: primera derrota de Peña
+ Pero faltó El Guasón Salinas
Carlos Ramírez
A pesar de las sonrisas forzadas, la comida en el restaurante The Palm el martes fue la primera victoria política del senador Manlio Fabio Beltrones porque obligó al gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto a darle la condición de precandidato presidencial.
En política y más en la política priísta las cosas nunca son lo que aparentan. A pesar de haberlo marginado y sometido a un bombardeo de críticas, Beltrones ya se impuso como pieza fundamental en la designación del candidato presidencial. Peña tuvo que encarar las críticas de que como precandidato-candidato --las dos condiciones en una-- presidencial del PRI había frenado las reformas en la cámara baja.
Y si la comida era para juntar en público a Peña y a Beltrones, la presencia del dirigente de la CNOP Emilio Gamboa Patrón fue el recordatorio de que el presidente del PRI pactado era justamente Gamboa pero que Peña había impuesto a la fuerza a Humberto Moreira. De ahí que en esa comida haya habido dos precandidatos presidenciales priístas y dos presidentes del tricolor, el real y el operador, es decir, la imagen del PRI dividido.
Por tanto, el significado de la comida, también muy al estilo de los mensajes cifrados del viejo régimen priísta, no fue el de la unidad sino en del reconocimiento de la división del partido. A Peña le debió haber costado mucho sentarse a comer con Beltrones porque con ese gesto tuvo que aceptar que el senador sonorense no puede ser marginado de la disputa por la candidatura presidencial y que por tanto aún no hay nada decidido.
Asimismo, Peña aceptó con la comida que sí le hicieron mella los mensajes políticos de Beltrones: la congelación de la reforma política impulsada por todas las bancadas en el Senado fue una decisión de la bancada peñista en la Cámara de Diputados porque habría de contribuir, aún con sus limitaciones, a la liberalización de ciertos renglones de la política partidista. En el equipo de Peña se vio con suspicacia --para decir lo menos-- el tema de las candidaturas ciudadanas a la presidencia de la república, porque por ahí podría fracturarse el PRI.
La comida fue forzada por la fuerza política de Beltrones y no porque la haya solicitado sino porque obligó a Peña a mirar hacia las bases priístas y entender que la candidatura se puede decidir por las encuestas de popularidad que sirven en el ambiente de las telenovelas, pero que a la hora de las movilizaciones el PRI ha perdido por la arrogancia de sus élites. El más interesado en cauterizar heridas era Peña y no Beltrones.
El solo hecho que Peña y Beltrones se hayan exhibido en público implica el reconocimiento de que la fractura había sido de profundidad. Beltrones gastó buena parte de su capital político --aunque lo recuperó y acrecentó con el significado de una reforma con avances ciudadanos-- en la negociación del paquete de modificaciones políticas y por ello el frenón aplicado por Peña causó una severa crítica de los priístas que saben que el partido debe ofrecer reformas del viejo régimen político.
Por ello el significado de la comida ha sido visto en círculos políticos y de poder como una victoria del senador Beltrones y un reconocimiento de que tiene la condición de precandidato presidencial. Peña y Moreira estuvieron en la orilla de repetir el error político de Roberto Madrazo en el 2006: aferrarse a la precandidatura, comenzar a decidir desde ahora como si Peña ya fuera candidato y excluir a importantes corrientes del tricolor. En este contexto es donde se lee políticamente la presencia de Gamboa, no sólo por ser dirigente del sector popular del partido sino porque era el candidato a presidir el PRI antes de que Peña impusiera a Moreira,
Ahora lo que viene es la reestructuración del PRI. La organización del CEN de Moreira que manejará la campaña presidencial del 2006 tiene cuando menos dos características: entregarle las posiciones política de importancia a representantes del equipo político de Peña y convertir el CEN en fuero político para ex gobernadores bajo sospecha de haber permitido el empoderamiento del crimen organizado en sus entidades, como el ex gobernador tamaulipeco Eugenio Hernández Flores, quien por cierto se apareció en la comida pero se fue apenado por la cara de pocos amigos de Peña Nieto, debido, dice la prensa en Tamaulipas, al expediente de la SIEDO en su contra.
De todos modos quedó ya la doble oferta presidencial del PRI: Beltrones avanzando la modernización de las instituciones políticas y con una visión hacia adelante y Peña conteniendo cualquier reforma que impida la modificación del viejo e ineficaz del Estado priísta y viendo la restauración del pasado tricolor. Dos, de hecho, propuestas diferentes del mismo PRI: la reformista contra la jurásica. La tercera, la de Francisco Rojas, no tardará en aparecer y será la neopopulista-neoliberal de Carlos Salinas de Gortari.
La comida en el restaurante de Polanco fue apenas una probadita de la lucha que ya existe en el subsuelo del PRI para definir la candidatura presidencial del 2012, que no será fácil y que desde luego que tampoco se resolvió con la comida en Polanco. Esa comida fue sólo la primera derrota de Peña Nieto al reconocer que no va solo y que Beltrones es un precandidato a vencer.
Queda, para el final, la aplicación del método político de Humberto Moreira para entender la comida: si el presidente del PRI dijo que a la reunión de los siete precandidatos del PAN sólo faltó Blanca Nieves para acompañar a los que llamó “siete enanos”, entonces en la comida del Palm se juntaron los Supervillanos de Batman: El Pingüino, Dos Caras, Mr. Frío y El Espantapájaros, aunque se extrañó la presencia del jefe máximo priísta, el gran jefe de la banda y villano favorito Carlos El Guasón Salinas de Gortari.
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