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Periodista, escritor, Lic. en Periodismo, Mtro. En Ciencias Políticas, oaxaqueño. Autor de la columna "Indicador Político" en El Financiero.

viernes, 17 de junio de 2011

17-Junio-2011, Viernes.

INDICADOR POLITICO




+ Carpizo y el narcosalinismo

+ Adrián Carrera y Mario Ruiz



Carlos Ramírez



Protegido bajo la cobertura del priísta Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y ostentando todavía una escolta de la policía federal, el exprocurador salinista Jorge Carpizo MacGregor acusa a las autoridades mexicanas de ineficiencia en el combate al narcotráfico, pero sin reconocer que durante su gestión los cárteles se metieron hasta el fondo de la PGR.

Al investigador emérito de la UNAM le tocó manejar la PGR en 1993-1994, justo cuando los cárteles de la droga dieron sus golpes más espectaculares, entre ellos el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. En sus dos años, la PGR de Carpizo MacGregor cometió las faltas que hoy le endilga a las autoridades federales: ineficacia u omisión. Cuatro hechos revelan cómo las bandas del narco se metieron hasta el fondo de la PGR de Carpizo MacGregor:

--El cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue asesinado en mayo de 1993. La versión oficial --ilustrada con la técnica Nintendo por Carpizo MacGregor-- señala que el prelado quedó en medio de dos bandas de narcos, la de El Chapo y la de los hermanos Arellano Félix. Sin embargo, sigue latente la versión de que el cardenal poseía información sobre el auge del narcotráfico en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, al cual sirvió Carpizo MacGregor como rector de la UNANM, presidente de la Comisión de Derechos Humanos, procurador general y secretario de Gobernación.

--Cuando en diciembre de 1993 los hermanos Arellano Félix llegaron impunemente a la nunciatura papal en México, en un acto de ineficiencia y omisión de los servicios de inteligencia de la PGR, para pedirle al nuncio su intermediación para hablar con el presidente de la república y decirle que ellos no habían matado al cardenal, Salinas preguntó si no sería buena una incursión de la PGR en la nunciatura para apresar a los capos del Cártel de Tijuana. Pero el procurador Carpizo MacGregor se opuso con el argumento de que la policía judicial de la PGR estaba penetrada por los narcos y que no tenía confianza en su policía. Esa afirmación fue la aceptación de que el crimen organizado estaba metido hasta la médula de la PGR de Carpizo MacGregor.

--Luego del asesinato de Posadas, el procurador Carpizo MacGregor nombró al policía Adrián Carrera como director general de la policía judicial federal, a pesar de la información de que Carrera estaba ya sirviendo a los intereses del crimen organizado y del narcotráfico. Hoy Carrera es testigo protegido de la PGR a cambio de confesar como la policía judicial en los tiempos de Carpizo MacGregor estuvo al servicio del crimen organizado.

--A lo largo de todas sus posiciones administrativas, Carpizo MacGregor tuvo siempre a un colaborador de todas sus confianzas: el abogado Mario Ruiz Massieu. En la rectoría de la UNAM, de 1985 a 1989, Ruiz Massieu fue abogado general, uno de los cargos de mayor confianza del rector Carpizo MacGregor. En la PGR, Carpizo MacGregor presionó al presidente Salinas de Gortari para que creara el cargo de subprocurador general ---hasta ese momento inexistente-- y designara a Ruiz Massieu, porque las subprocuradurías oficiales no satisfacían la vanidad del designado. E n noviembre de 1994 Ruiz Massieu renunció al PRI, se pasó al PRD y denunció que su hermano había sido asesinado por priístas. Luego Ruiz Massieu fue atrapado en los EU y acusado de lavado de dinero y de haber recibido dinero del narco mientras era subprocurador general de Carpizo MacGregor.

En esta revisión de hechos e informaciones verificables, Carpizo MacGregor aparece como el menos indicado para criticar la estrategia de lucha contra el narcotráfico, sobre todo porque en la PGR permitió --por comisión o por omisión-- que los cárteles de la droga fueran protegidos por las policías judiciales. Como procurador salinista, Carpizo MacGregor formó parte de los servicios de inteligencia. Y el narcotráfico penetró las estructuras de poder a pesar de la existencia de esos servicios de inteligencia. Lo malo fue que esos servicios de inteligencia no fueron usados para combatir el expansionismo de los cárteles sino para espiar a periodistas y elaborar expedientes que luego eran utilizados por el gobierno de Salinas de Gortari para acotar la libertad de expresión, aunque en acciones de franca violación de los derechos humanos de los comunicadores.

Los capos del narcotráfico han pasado por cuatro generaciones: las primera, la de los viejos, operó hasta principios de los ochenta; la segunda fue capitaneada por el padrino mayor Miguel Félix Gallardo hasta el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y su captura --junto a Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Don Neto-- en 1989; la tercera, la de los grandes capos ya organizados como cárteles con dominio regional, ocurrió durante el salinismo: Joaquín El Chapo, Juan García Abrego, Amado Carrillo, Juan José Esparragoza El Azul, los hermanos Arellano Félix e Ismael El Mayo Zambada, entre otros; y la cuarta, la de los sobrevivientes de la estrategia gubernamental contra el crimen organizado iniciada en diciembre de 2006.

Como ha ocurrido con todos los grupos involucrados en el debate sobre la inseguridad, la Conferencia Internacional sobre Seguridad y Justicia en Democracia, patrocinada por la UNAM, exigió el regreso de los militares a sus cuarteles, pero no hubo ninguna referencia al poder criminal de los cárteles de la droga ni menos aún a la corresponsabilidad de funcionarios del área de seguridad que hoy han encontrado refugio en la UNAM y tampoco a la violencia de los cárteles en el asesinato en la lucha entre pandillas y en los crímenes brutales contra migrantes que se niegan a sumarse a las bandas como sicarios.

El problema del crimen organizado no radica sólo en la escalada de violencia para tratar de mantener el control de sus viejos territorios, sino en indagar cómo fue que los cárteles lograron fortalecerse con el apoyo de policías del viejo régimen y cómo la tercera generación de narcos tuvo su auge en el sexenio de Salinas con Carpizo MacGregor como procurador de la república.







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