INDICADOR POLITICO
+ Elección 2012: sólo continuismo
+ AMLO y Peña ya no preocupan
Carlos Ramírez
Luego de desorientar a la sociedad con mensajes de precampaña de que todo estaba mal y que había que cambiar todo, ahora resulta que los tres principales candidatos a la presidencia de la república sólo ofrecen la continuidad del modelo político, económico y social.
La muerte del ex presidente Miguel de la Madrid vino a reposicionar en el espacio político-electoral el tema fundamental: el agotamiento --por no decir que fracaso-- del modelo de desarrollo neoliberal que impuso el delamadridismo comandado por Carlos Salinas de Gortari y avalado por la sumisión del PRI.
Con Guillermo Ortiz Martínez y Agustín Carstens como comandantes del proyecto económico, el priísta Enrique Peña Nieto ni siquiera tendrá que preocuparse por restaurar el priísmo económico porque los dos gobiernos panistas mantuvieron la misma política económica: Vicente Fox traicionó al PAN y el voto del cambio y mantuvo el mismo rumbo económico neoliberal con Francisco Gil Díaz, jefe de los Chicago boys mexicanos, en Hacienda y luego Felipe Calderón tampoco viró la nave al operar con Agustín Carstens, segundo de a bordo del Fondo Monetario Internacional.
En la lógica de la continuidad natural de un mismo partido en el poder, el equipo económico de Josefina Vázquez Mota estaría jefaturado por Ernesto Cordero, sucesor de Carstens en Hacienda y por tanto del mantenimiento del mismo rumbo económico.
Y en el equipo económico de Andrés Manuel López Obrador tiene a Rogelio Ramírez de la O, un asesor económico de empresas trasnacionales, aunque en realidad es el propio candidato el que ha decidido mantener la misma política económica para no ahuyentar a los capitales ni poner nerviosos a los empresarios. En todo caso, la propuesta de López Obrador --que no llega a nivel de estrategia-- radica en gastar más en apoyo social improductivo con el ahorro en el control del gasto. Los discursos y documentos del tabasqueño no definen un nuevo rumbo.
De ahí que en lo económico el país tenga en la elección presidencial el continuismo neoliberal en sus diferentes versiones: el neoliberalismo populista del PRI y del PAN y el populismo neoliberal del PRD; el neoliberalismo se identifica en el mantenimiento del equilibrio macroeconómico y en el gasto que permita el presupuesto pero sin aumentar el déficit presupuestal ni la deuda. En todo caso, los programas sociales se agotan en la atención a grupos pobres con programas asistencialistas que no modifican el modelo de desarrollo ni potencian las posibilidades de desarrollo que tiene el Estado.
En el tema de la seguridad, los tres candidatos criticaron durante la precampaña la estrategia del presidente Calderón y los tres prometieron “cambios”, pero al final se han tenido que rendir ante las evidencias de la esencia de la estrategia de lucha contra el crimen organizado: o se combatía a los cárteles en sus madrigueras o se cedía soberanía de territorio del Estado a bandas que dominaban zonas territoriales importantes. Peña ha prometido mantener al ejército y a la marina en las calles, a pesar de que criticó a Calderón por esa decisión; López Obrador dice un día una cosa y otro día dice otra pero con el afán de confundir sus mensajes y no aceptar lo inevitable: la única fuerza capaz de resistir y replegar a los criminales es la fuerza armada. Y Josefina habla de una “nueva” estrategia pero ante el clamor ciudadano de que los militares y marinos no ser retiren de las calles.
Ninguno de los candidatos habla de nueva estrategia de desarrollo, de redefinición de objetivos de desarrollo del Estado, de las grandes reformas al modelo populista-estatista del viejo PRI, de la manera de aflojar los controles macroeconómicos para convertir al mercado interno y al gasto público en el detonador de la reactivación, de la aceptación de que el actual modelo de desarrollo sólo puede garantizar el bienestar del 45% de los mexicanos y la necesidad de que el país crezca a tasas de 6% anual sin inflación ni desequilibrios macroeconómicos.
La muerte de De la Madrid recordó que el país tuvo el quiebre en modelo de desarrollo y política económica en el sexenio 1982-1988 con Carlos Salinas como el estratega económico y que el costo social del inicio del ciclo neoliberal convirtió al sexenio de De la Madrid en el “sexenio del crecimiento 0%” porque el PIB real de 1988 fue igual al de 1982, seis años perdidos. De la Madrid le apostó al continuismo con la candidatura de Salinas y ahí jugó un papel clave Manuel Bartlett como el secretario de Gobernación encargado de la elección presidencial: el objetivo fue contener a Cuauhtémoc Cárdenas porque representaba en ese entonces la revalidación del modelo populista tradicional priísta.
El modelo neoliberal De la Madrid-Salinas estuvo a punto de naufragar en 1994 con el discurso de Luis Dolando Colosio de regresar al populismo social pero el asesinato impidió ese retorno; su sucesor fue Ernesto Zedillo, el operador económico del neoliberalismo salinista y candidato de Joseph Marie Córdoba Montoya, el arquitecto del viraje a la derecha económica de Salinas. Zedillo mantuvo el rumbo neoliberal y ayudó a la llegada de Fox a la presidencia porque la candidatura priísta de Francisco Labastida Ochoa iba a dar por terminado el ciclo neoliberal.
El problema del neoliberalismo no es ideológico sino de política económica vis a vis política social. El neoliberalismo cerró el ciclo del populismo del gasto público sin política de ingresos --un “desarrollo estabilizador vergonzante”, afirmó Carlos Tello Macías-- y se ha aferrado al poder con el saldo del equilibrio macroeconómico aunque aumentando la pobreza social. Ante este escenario, los candidatos presidenciales han preferido mantener el continuismo y no explorar alguna alternativa de nueva política de desarrollo.
Por ello en lo económico y social no importa quién gane, porque el país seguirá el rumbo neoliberal que fijaron De la Madrid, Salinas y la élite financiera internacional comandada por el FMI.
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